El escándalo desatado en torno al libro del kit escolar entregado por el gobierno donde las Islas Malvinas son The Falklands Islands y hay aguas termales en San Lorenzo terminó derribando a Marta Torino. El caso insólito de la ministra que no llegó a ser.
El caso Torino dispara varias reflexiones. La primera es la de la idoneidad para un cargo. Pensamos en la idoneidad como en una capacidad para ejercer un cargo o desarrollar una tarea. En una democracia -donde no importa la etnia, la religión, la clase o la orientación sexual de las personas- es el requisito mínimo marcado constitucionalmente para acceder a un cargo.
El primer error con Torino proviene del sistema de repartija de cargos entre los popes de la Alianza que llegó al poder. El ministerio de Educación quedó para Zottos. Entonces el vicegobernador -del que se cuenta que llegó a proponer en una insólita distorsión democrática descuartizar la Sinfónica para mandar cuatro grupos de músicos a los distintos puntos cardinales de la provincia- tenía que elegir a la persona que dirigiría al sistema educativo salteño. Y entonces buscó a alguien en Tartagal.
El segundo error puede ser menos grueso pero es más grave, porque Zottos podía acertar y encontrar una persona idónea en Tartagal, o en Mosconi o Aguaray, por qué no. Pero la ecuación que iguala mérito académico universitario con capacidad para conducir un complejo sistema educativo provincial en los niveles primario, secundario y terciario es falsa.
Si Torino era una destacada estudiosa de la lengua ello no implicaba necesariamente que podía ser la persona adecuada para un cargo que requiere otros conocimientos: la pedagogía y la problemática de los niveles de educación que van del jardín al polimodal es otro mundo, la realidad educativa con problemas edilicios y salariales era un cosmos ajeno a los saberes de la destacada académica. «Tuvimos una ministra que no sabía que existe una Junta de Calificaciones y Méritos para el ingreso a la docencia», se queja un profesor. Claro, ella sabría de los concursos para acceder a los cargos universitarios…
Marta Torino al principio le ponía voluntad. Había esperanzas de que aprendiera. Anotaba en una libretita cuántas escuelas hay en Salta, intentaba comprender la compleja trama salarial docente, le explicaban la diferencia entre AMET, ADP, ATE, UDA y Asamblea Docente. La compleja trama normativa que regula el sector, con leyes, decretos y disposiciones ya era directamente chino básico para ella.
Pero tampoco sabía moverse políticamente. Su gestión tenía que marcar una drástica diferencia con la anterior, ya que los docentes habían votado por Urtubey pero no estaban dispuestos a darle un cheque en blanco al actual gobierno. Había ideas innovadoras que segundos y terceros cuadros especializados en educación habían logrado instalar en la campaña, como la reducción del tope de horas en polimodal de 66 a 45. Pero no se concretaban al ritmo necesario para que se percibiera un cambio.
Incluso acciones que podían tener la celeridad de un plumazo con gasto nulo y gran rédito político como el llamado a elecciones en la Junta se demoraron meses. Claro…si la ministra no sabía que existía la Junta. Finalmente se hizo, pero pasaron semanas sin aplicar la resolución y sólo se removió a representantes gubernamentales mientras Mazzone siguió atrincherado ahí, haciendo y deshaciendo a su antojo…
El diálogo con la Asamblea Docente también se vió obstruído por una ministra siempre dudosa e insegura, como quien debe dar una lección que aún no aprendió bien. La ratificación de los nombramientos irregulares de última hora del gobierno anterior cayó muy mal. Parece en esto -que ella sí entendía lo que implicaba- no estaba de acuerdo, pero lo tuvo que hacer porque así lo decidió Urtubey.
El vocero de la Asamblea Provincial Docente el profesor Víctor Gamboa directamente no la consideraba una interlocutora válida y pedía la incorporación a la Mesa de Trabajo de los ministerios de Finanzas y de Trabajo para ver si se podía lograr algo concreto.
El vocero de la Asamblea ponía en duda la capacidad e idoneidad de la ministra para ejercer el cargo. Son muchas las cosas que directamente no sabía. Muchas veces los propios delegados tenían que explicarle y recordarle disposiciones que ella misma firmó.
«Habla como si repitiera un casette que le han puesto y cuando se le acaba se queda callada, mirando a los lejos. No sabe, no responde», señaló Gamboa en la última Asamblea.
«Ni siquiera llegó a ser un fusible, directamente no fue», opinó un profesor de Formación Etica ayer al término de una videoconferencia sobre violencia escolar que unió vía satélite a docentes de todo el país. En Salta sólo participaron 8 profesores porque el Minsterio no informó sobre el tema.
Ante esto es anecdótico que Torino finalmente cayera por el escándalo de los kits escolares. Seguramente ella sabe que para los argentinos las Islas Malvinas no son las Falklands y que no hay aguas termales en San Lorenzo. Pero es la responsable máxima de los dislates del libro escolar que parece finalmente a tono con su gestion plagada de errores y frustraciones.
«Es una lástima, jugó su prestigio social de académica destacada en un cargo para el que no estaba preparada y se quemó. En realidad ella ya renunció hace dos meses, pero se quedaba porque no encontraban un reemplazante», comentó una funcionaria del ministerio.
Leopoldo Van Cawlaert es el nuevo ministro de educación. No es un educador, es un contador. Otra mala señal…