Un decreto de Macri le permitió a una orden ultracatólica instalar su escuela en Núñez. Los abusos a su fundador, Marcial Maciel, investigado y defenestrado hasta por el Vaticano.
El Pro es coherente. No cabe duda. Sobre todo en lo que se refiere a su política educativa. Así es que mientras el Gobierno de la Ciudad fogonea el cierre de aulas en el ámbito de la educación pública, por otro lado subvenciona al sector privado y lo ayuda con decretos que eluden cualquier posibilidad de debate. El pasado 29 de febrero, la Dirección General de Educación de Gestión Estatal emitía una disposición por la que se cerraban cursos y grados para integrar a las aulas que tuvieran menos de quince asistentes. La respuesta no se hizo esperar desde los gremios y el conflicto se dirime ahora en la Justicia (ver recuadro). Así como el gobierno porteño es expeditivo para tomar medidas que perjudican a alumnos y docentes, también lo es a la hora de utilizar su lapicera para beneficiar a poderosos empresarios vinculados a una orden religiosa cuyo fundador fue acusado de pederastia y defenestrado por el mismo Vaticano al probarse que cometió abusos reiterados.
Gracias a estos buenos oficios de la gestión macrista es que Oakhill School –un colegio católico bilingüe que pertenece a la orden Legión de Cristo– accedió a un terreno en el barrio de Núñez. La escuela necesitaba ampliar su oferta educativa y la elección recayó en un predio que la Asociación Mutual “Círculo Oficiales del Mar” había adquirido en 1979 merced a algunos favores del entonces intendente Osvaldo Cacciatore. Pero la venta no podía concretarse sin un cambio de fin social del predio, que originalmente estaba destinado a actividades culturales, recreativas y deportivas, según consta en la escritura. Macri allanó el camino y el 25 de julio de 2008 estampó su firma bajo el decreto 922 para cambiar ese fin social. El dominio, cuyo cargo para los dueños y los futuros adquirentes debía conservar su fin original, chocaba contra las aspiraciones educativas de los inversores de los legionarios de Cristo. Dos párrafos de la norma que decretó Macri argumentaban “…remover los obstáculos que impidan su concreción… modificando el cargo actual que pesa sobre el inmueble, a fin de adecuarlo a otro destino”. Recientemente, los legisladores Virginia González Gass, Jorge Selser y Adrián Camps, junto a la comunera Julieta Costa Díaz, elevaron un pedido de informes para que el gobierno explique el porqué del decreto. De esta manera, Macri se salteó audiencias públicas y el posterior tratamiento.
La compraventa express de este valioso terreno se dio dentro de la Comuna 13 perteneciente a los barrios de Belgrano, Núñez y Colegiales, y que curiosamente es la que registra el mayor número de grados a cerrar: 65 sobre 221 en toda la ciudad. Al mismo tiempo, los ediles informaron que las escuelas privadas del Distrito Escolar 10 –que se encuentra en dicha comuna– fueron las que más subsidios recibieron en 2010. Finalmente y gracias al jefe de gobierno, un edificio de tres plantas se erigió en un recodo arbolado del barrio, cerca de Crisólogo Larralde y Avenida del Libertador. A Oakhill School asisten dos hijos del titular de la cartera educativa porteña, Esteban Bullrich. El establecimiento beneficiado por el decreto ya posee otros dos edificios en el centro de la ciudad y otro en el partido bonaerense de Pilar, levantado por la constructora Caputo S.A., propiedad de Nicolás Caputo, hombre de confianza de Mauricio Macri e integrante de la mesa chica del alcalde porteño.
Oakhill es propiedad de la Fundación Educare, que es uno de los brazos educativos de la Legión de Cristo. Esta orden ultracatólica arribó a la Argentina por intermediación del entonces cardenal Antonio Quarracino, en diciembre de 1994. En menos de diez años, la congregación fundó la Escuela de la Fe, Familia Misionera y Juventud Misionera, en diversas localidades del interior del país, con afán evangelizador y formador. En la ciudad de Buenos Aires abrió dos escuelas: Oakhill y Santa María de Betania, esta última beneficiada con subsidios de más de un millón y medio de pesos en 2011, según información a la que tuvo acceso esta revista.
La ultraconservadora orden tiene un público bien definido, orientado a alumnos de alto poder adquisitivo. Paredes adentro, es estricta en cuanto a vestimenta, comportamiento, cánones religiosos y morales. Una madre que prefirió no dar su nombre para proteger a su hijo dio su testimonio. “Desde el vamos ellos sabían que era divorciada. Con el tiempo noté que mi hijo sufría presiones por un presunto mal comportamiento; primero me llamaban una vez por semana, pero luego estas llamadas fueron diarias. Deduzco que nos admitieron por una cuestión de cápita, pero después, con el crecimiento de la matrícula, se ve que mi condición de separada empezó a pesar y se la agarraron con mi hijo, llamándome casi todos los días. Soportamos ese asedio diario hasta que al final del segundo grado opté por cambiarlo de escuela”. Sobre la procedencia de los docentes, nuestra fuente no deja dudas: “Las profesoras son casi todas extranjeras, principalmente mexicanas. Son religiosas sin hábito, con polleras largas y camisa abrochada hasta el último botón. A nosotros, directamente, podría decir que nos echaron. Muchos padres se fanatizan con esa escuela, al punto de que llegan desde otras escuelas religiosas porque quieren más religión. Una maestra me confesó que no se animaba a hablar de su separación por miedo a que la despidan”.
La historia de la Legión de Cristo carga con siete décadas de poder absoluto, influencia y engrosamiento de sus arcas, pero también lo hace a través del reclutamiento de jóvenes con vocación por la fe. La orden se mantuvo intocable desde su fundación en México, en 1941, y hasta finales de los ’90 cuando arreciaron las denuncias contra su fundador, Marcial Maciel Degollado. Fue entonces que benefactores de la obra, mandatarios mexicanos, una opinión pública favorable y la extensa red de colegios e iglesias desparramadas estratégicamente por el planeta se vieron sorprendidos y no pudieron eludir lo inevitable. El rostro de Maciel Degollado, el sacerdote precursor de los legionarios, salía en diarios, revistas y noticieros, pero esta vez de la peor manera. Tuvo que apartarse por ser el responsable de cientos y hasta miles de actos de abuso sexual (si tenemos en cuenta la participación de otros jerarcas, sacerdotes y profesores) contra seminaristas menores de edad.
Maciel debe haberse percatado de sus dotes de orador y empresario desde muy temprana edad, pues tenía 20 años cuando, siendo un joven recién ordenado, fundó los Misioneros del Sagrado Corazón y la Virgen de los Dolores, antecesora de la actual Legión. La orden tomó tal impulso que diez años después se creó un movimiento de apostolado llamado Regnum Christi (Reino de Cristo). El Vaticano, que siempre ve con ojos de conveniencia a la poderosa orden mexicana, compró rápido la brillante idea: un futuro conglomerado financiero en un país populoso donde la mayoría de sus habitantes profesan el credo católico.
El crecimiento de la congregación fue exponencial, al punto de instaurar un centro de estudios superiores en la misma Roma. Los métodos de recaudación, además de las habituales donaciones que recibe la Iglesia desde las altas esferas del empresariado y favores de los gobiernos, consistieron en hábiles manejos financieros oscuros –según cuentan periodistas especializados– del religioso Luis Garza Medina y del mismo Maciel. Pero la Legión también recauda en sus colegios. Actualmente está presente en 25 países de cuatro continentes. Tres obispos mandan sobre 900 sacerdotes, que a fines de 2010 formaban a unos 2.370 seminaristas. Regnum Christi, ala educativa y de difusión de la orden, hizo pie en 37 países con una dotación de 68 mil miembros hombres y mujeres en 15 universidades, 50 institutos y 180 colegios que llegan a un alumnado de 122 mil personas. Se calcula que la Legión cuenta con un presupuesto anual (según estimaciones del Wall Street Journal) de 650 millones de dólares en todo concepto, de los cuales se estima que diez millones son percibidos en calidad de donación en la Argentina y Chile. Legión de Cristo fue y es el mayor recaudador de dinero para el Vaticano, al que le dejó en toda su historia una ganancia de 25 mil millones de euros, según cálculos estimados.
La buena estrella de Maciel comenzó a extinguirse de a poco, de la mano de sus innumerables abusos. La primera denuncia vino de tres ex seminaristas ya sexagenarios que presentaron su testimonio en el diario The Hartford Courest, en 1997. La cadena mexicana de noticias CNI 40 difundió un completo informe sobre abusos en la Legión, que respondió amenazando a todos los medios con un boicot económico y publicitario y los silenció por cinco años.
Uno de los damnificados, José Barba, contó que una noche fue llamado a la habitación de Maciel. Allí, y en presencia de otro sacerdote, el jefe de los legionarios le explicó que el papa Pío XII lo había autorizado a utilizar a religiosas y seminaristas para masajearlo por problemas en su miembro viril. Barba vivió aquello como una violación y en ese entonces no pudo contarlo a sus padres. El argumento de los masajes fue recurrente para el fundador de la orden y, dentro de los muros de los seminarios, jerarcas, sacerdotes y profesores ejercieron las mismas conductas por más de medio siglo. Para niños y adolescentes en situación de indefensión la correspondencia era censurada, los teléfonos prohibidos y el miedo a represalias, aterrador. Años después se animó a hablar, fue el primero de cientos que pasaron por lo mismo. “Estaba en un seminario en Cantabria, donde había 140 niños”, dijo Patricio Cerda, ex legionario retirado en el 2000, a un medio mexicano. “Uno de ellos me condujo a un baño donde me mostró a uno de los chicos siendo abusado por un sacerdote. En la Legión te lavan el cerebro, es como una secta y acabas no planteándote nada. Nos vendían que detrás de las denuncias estaban los jesuitas, los comunistas, masones, judíos…” El Vaticano sabía de las conductas pederastas de Maciel y varios sacerdotes desde mediados de los años ’50 y llegó a ensayar una intervención que quedó en el vacío.
El año 2002 se mostraba difícil para los curas pederastas en todo el mundo y Maciel no pudo esquivar más el silencio. Un extenso artículo del periódico The Boston Globe aportaba nuevos testimonios de denunciantes, que estimaban el número de abusos de menores en cientos y hasta en miles. El papa Juan Pablo II iniciaba su quinta gira por México y admitía a Maciel en el mismo avión al tiempo que expresaba su conmoción por los escándalos en los que estaba envuelta la Iglesia. Dos años más tarde, el cardenal Joseph Ratzinger, que presidía la Congregación para la Doctrina de la Fe, reabría en secreto una investigación y enviaba a un fiscal para entrevistarse con al menos 30 víctimas de Maciel. Ratzinger se convirtió en Benedicto XVI y emitió un comunicado que admitía los terribles pecados del pedófilo. Premió a Maciel con un retiro obligatorio de oración y penitencia, y le prohibió acudir a actos públicos, suspendiéndolo de por vida. El mayor aportante que haya tenido el Vaticano en toda su historia pasaba a disfrutar, entonces, de sus últimos años recorriendo el mundo mientras las balas de más escándalos picaban a su alrededor. Los legionarios tuvieron que reconocer que su ex jefe había tenido tres hijos: Omar y Raúl, que denunció a su padre por reiteradas violaciones entre 1987 y 1996, y Norma Hilda, con otra madre.
Maciel murió en Florida en enero de 2008. Una fotografía de su lecho de muerte muestra a su sucesor Álvaro Corcuera, a diez sacerdotes en posición de rezo y dos consagradas. Un año después de su muerte, el Vaticano ponía bajo la lupa las finanzas de la Legión. Durante la reciente visita de Benedicto XVI a México, el cardenal primado Norberto Rivera ni se dignó a recibirlo. Es tal el poder de los Legionarios de Cristo que varias víctimas del pedófilo pidieron audiencia con el Papa, sin éxito. Como tantos, Maciel disfrutó de su retiro y jamás pidió perdón. La muerte dispersó sus actos aberrantes, pero sus sucesores no pueden decir que desconocían sus pecados. Maniobras silenciosas, desapego por la ley, un cóctel de poder en manos de algunos y finanzas poco transparentes. El macrismo tampoco podía desconocer el origen del dinero de los legionarios, pero optó por mirar hacia otro lado.
Medida en suspenso
Después de varios reclamos de docentes y padres de alumnos contra el cierre de 221 grados de escuelas públicas, finalmente el juez en lo contencioso y administrativo Ricardo Zuleta los escuchó y suspendió el cierre de los cursos. Por lo menos, la medida rige hasta el 12 de abril, fecha en la que citó a una nueva audiencia. La decisión fue tomada en el marco de la causa caratulada como “Unión de Trabajadores de la Educación contra GCBA sobre amparo. Expediente 43894-0”.
Entre las principales decisiones que tomó el magistrado, dispuso notificar a Maximiliano Gulmanelli, director general de Gestión Estatal, que deberá abstenerse de avanzar con la disposición que establece el cierre de grados. En las escuelas de educación primaria no se podrán cerrar clases “cuando todos los cursos a integrar cuenten con 15 o más alumnos” o cuando “como resultado de la integración resulten asignados a un mismo curso más de 35 alumnos”. En cuanto a las escuelas de educación media y técnica, el gobierno estará impedido de clausurar cursos “cuando todas las divisiones a integrar cuenten con 20 o más alumnos” o cuando “como resultado de la integración resulten asignados a una misma división más de 40 alumnos”.
Una de las organizaciones que más se movilizó fue Familias x la Escuela Pública, integrada por padres de chicos en edad escolar pertenecientes a las escuelas públicas porteñas, que no sólo reclamaban la suspensión de la disposición del jefe de gobierno porteño, sino que además pedían la inmediata renuncia de Gulmanelli. El 12 de abril están citadas ambas partes a una audiencia.
La vuelta de un viejo amigo
A la hora de buscar asesores y de buscar consejeros, Mauricio Macri no le hace asco a nada. Esta vez, su asesor estrella (según publicó Clarín el martes 3) es el polémico Carlos Grosso, quien en la década del ’90 fue nombrado intendente porteño y duró apenas tres años y tuvo que renunciar en medio de diversos escándalos de corrupción. Enfrentó 40 causas penales, por diversos temas, entre ellos la concesión en forma directa de la explotación del Campo Municipal de Golf y del Velódromo a una empresa vinculada al entonces secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, lo que le valió estar preso durante ocho meses en 2002. Pero a tono con la era macrista, Grosso también fue uno de los primeros en convertir en shopping una escuela, banalizando la educación. De ahí quizá surgió la idea de Macri de ahorrar cerrando 220 grados. Ambos se conocen desde hace varios años, cuando Grosso trabajó en el grupo Socma, perteneciente a la familia Macri. Tal era la influencia de Grosso en los Macri que mientras trabajó entre 1978 y 1983 fue designado CEO del grupo. Hoy el ex intendente menemista ocupa la mesa chica del Pro.
– Veintitrés