El crimen de Gimena Álvarez, ocurrido en nuestra ciudad durante la pasada Nochebuena, vaya la paradoja, conmociona por motivos múltiples: el nivel de violencia de los feroces atacantes, la deshumanización ejercida hacia la víctima, el desconocimiento generalizado sobre cómo tratar a personas trans, la paupérrima eficacia del proceso de investigación, el prejuicio instalado hacia una persona trans, la desconsideración absoluta sobre su identidad y la bajeza del delito, que suma un nuevo caso de violencia transfóbica.
Estamos en presencia de otro asesinato de una mujer integrante de la comunidad trans, grupo minoritario de personas con alto índice de desprotección, perteneciente a un sector vulnerable de la sociedad.
Según informó La Izquierda Diario a partir de una entrevista realizada a la hermana de Gimena, víctima de una brutal golpiza que provocó su muerte en la madrugada de Navidad, no se respetó la identidad autopercibida, reconocida en la Ley de Identidad de Género. Tanto la policía como personal del hospital la registraron como “NN masculino”. Por otro lado, se habló en primer término de “muerte dudosa”, prejuzgando que pudo ser suicidio o accidente sólo porque la víctima fue hallada en el canal de la Esteco.
En las últimas horas se cambió la carátula a “homicidio simple” en el cual estarían implicados un adolescente de 19 años y dos niños, aunque se sospecha la intervención de adultos por las lesiones y el desenlace del hecho.
La violencia transfóbica aumenta en Salta, en América Latina y en el mundo, constituyendo una nueva forma de exterminio de la minoría. La Transfobia se lleva víctimas jóvenes en situación precaria, generalmente trabajadoras sexuales o en situación de calle.
El diario antes citado expresa en un artículo que “los trans, en el siglo XXI, viven en un verdadero ghetto a cielo abierto”. Ello se debería a que “las personas transexuales (según estadísticas) son mucho más pobres, sufren más violencia sexual y policial, doblan la tasa promedio de desempleo y de contagio de HIV, caen más veces en la cárcel, experimentan más situaciones temporarias de calle o son homeless, abusan más que el resto de drogas y alcohol, tienen mucho menos acceso a la educación y a la salud, más de la mitad sufre el rechazo y el alejamiento de sus familias”.
Ni el discurso mediático que funciona como formador de opinión ni el populismo instalado en este gobierno, parecen alumbrar un sendero que oriente hacia mejores prácticas, más posibilidades de inserción laboral para transexuales, travestis y transgéneros, mayor tolerancia, menor violencia y respeto a la identidad de género. Por el contrario. El gurú del periodismo, Jorge Lanata, fue noticia por sus dichos en contra de Flor de la V (http://salta21.com/Jorge-Lanata-es-un-patotero-y-un.html). Eso alimentó la posibilidad de identificación de una mayoría de la sociedad que se contenta y regodea en la burla, el morbo y la descalificación a personas trans. La noticia del proyecto de Ley que favorecería a travestis de más de 40 años, no considera el aspecto que dignifica a la persona mediante un empleo.
Y podemos hacer extensiva la falta de respeto, el insulto y la desconsideración hacia mujeres que trabajan como vedettes o modelos, a quienes hombres y mujeres no dudan en tildar de “gatos” o “putas” con la misma liviandad con la que le dicen “mi amor” a su pareja.
Todo aquello que no se encarrile por los moldes de la heteronorma o el falso decoro, viene a ser “anormal”. La sociedad está infecta de mentes retorcidas que alientan la violencia en todas sus formas y se justifican en marcos que pecan de anti-sociales y poco humanitarios.
Cerramos un año recargado de muchas crisis entre las que debemos considerar la alarmante crisis ética y moral que rodea a quienes se precian de normalidad.
No es haciendo desaparecer a la comunidad gay, trans, travesti o transgénero como vamos a resolver los problemas y a crecer como sociedad. Creo firmemente que hay una cuestión patológica en relación con lo sexual, y que de pronto, parece ser peor que la Transfobia. Aún no determino el nombre, pero cada vez, asusta más saber cuán lejos puede llegar la mentalidad animal del ser humano.
Que en este 2015 se haga justicia a Gimena!