El 7 de junio es un hito histórico para la prensa argentina, pero hay razones para dudar de la fecha elegida. De Mariano Moreno a Rodolfo Walsh, Bob Cox y José Luis Cabezas.
Soy docente de Periodismo desde hace más de 15 años. Y cada vez que se aproxima el 7 de junio, la historia vuelve a repetirse. Les pregunto a mis alumnos por qué celebramos el día del periodista.
Todos saben la razón y responden al unísono: porque el 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la Gaceta de Buenos Aires, el primer diario argentino. Hasta ahí, no hay inconvenientes en la clase. Y todos los estudiantes acuerdan en que está bien que el 7 de junio sea el día del periodista. El problema surge cuando agrego dos datos:
1. La Gaceta era, obviamente, un medio oficialista y aunque es cierto que los revolucionarios de Mayo estaban luchando contra las corporaciones y contra los monopolios, podemos coincidir que en aquel 678 del primer gobierno patrio había muy poco espacio para la crítica a los próceres devenidos en funcionarios. Era, hay que decirlo, un periodismo militante muy importante el ejercido por Moreno, porque era un periodismo militante independentista. Pero era un periodismo militante al fin de cuentas.
2. La celebración del día Día del Periodista fue establecida en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba. Desde 1930, cuando se produjo el primer golpe de Estado en la Argentina, se instauró en nuestro país la Década Infame que fue representada por una serie de gobiernos conservadores y autoritarios que mostraban una fachada republicana con elecciones fraudulentas. Es difícil imaginar en ese contexto antidemocrático un escenario propicio para la libertad de opinión y de expresión en la que debe ejercerse el periodismo.
Esta información despierta el interés de la clase y la duda se apodera de todos, desde los millennials, que estaban conectados a sus smartphones; hasta los más adultos, que estaban hojeando un diario de papel. ¿Está bien que los periodistas festejemos nuestro día el 7 de junio? ¿El periodismo argentino no atesora fechas más emblemáticas para rendir homenaje? ¿No sería positivo iniciar una campaña para promover un nuevo día del periodista?
Algunos podrán elegir el 25 de marzo como nuevo día del periodista, en homenaje a Rodolfo Walsh, asesinado el 25 de marzo de 1977 por la dictadura tras difundir la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, un documento fundamental que denunció prontamente el terrorismo de Estado.
Otros podrán optar por el 4 de diciembre, en honor a Bob Cox, que nació el 4 de diciembre de 1933 y llegó a ser el director del mítico Buenos Aires Herald, ese emblemático diario en inglés que salvó cientos de víctimas al publicar los nombres de los desaparecidos y las violaciones a los derechos humanos que se producían en el país.
También se podría elegir el 3 de mayo, día en el que se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa por iniciativa de los países miembros de la Unesco para garantizar el ejercicio periodístico en todas partes del mundo.
O, incluso, por qué no pensar en el 25 de noviembre para jerarquizar el trabajo del Foro de Periodistas Argentinos (Fopea), la más plural y representativa organización de periodistas, que el 25 de noviembre de 2006 redactó el Código de Ética que mejor representa los valores, la responsabilidad y el espíritu de esta profesión.
Pero si es cuestión de pensar en un día representativo, quizá sería bueno reparar en una fecha que también nos ayude a cerrar grietas: el 25 de enero, en homenaje a José Luis Cabezas, podría ser el caso. José Luis fue asesinado el 25 de enero de 1997 por ejercer el periodismo al desenmascarar a la corrupción y al poder mafioso enquistado en el poder de la Argentina. El 25 de enero es el día de los reporteros gráficos y sería muy valioso que también se conmemore el día del periodista. Más allá de la fecha elegida, sería importante impulsar este debate en todas las universidades y escuelas de periodismo, pero también en las redacciones, en las asociaciones de prensa y en los sindicatos. Sería, en definitiva, una buena forma de jerarquizar nuestro oficio.
– Por Rodrigo Lloret
– Fuente www.perfil.com