En el 60% de las ocasiones que dos equipos definen un partido por penales, el ganador será el que empiece pateando el primer disparo, de acuerdo con una investigación del profesor de Economía de la London School of Economics Ignacio Palacios-Huerta y el departamento de Economía de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona José Apesteguí.
El estudio reveló que quien comienza la tanda, tiene un 21 por ciento más de probabilidades de ganar el partido que su rival, porcentaje que varía entre el 24% de los encuentros internacionales y el 17% de los nacionales.
Para llegar a esta conclusión se analizaron 269 tandas de penales, lo que supone en total 2.820 disparos, entre los años 1970 y 2008. «La moneda también juega su partido, ya que la elección de qué equipo empieza a tirar los penales determina el resultado final», explicaron los científicos.
El domingo en la definición de la Copa América Centenario, el árbitro sorteó primero el arco y luego les dio a elegir a los capitanes Lionel Messi y Claudio Bravo una cara de la moneda para decidir quién pateaba primero.
El arquero chileno resultó ganador en el sorteo y optó por comenzar ejecutando, dejando que fuera Sergio Romero el arquero que atajara en la primera ejecución. Chile ganó por 4 a 2.
Sin embargo, dos científicos plantearon una solución para que no sea la fortuna la que defina estas instancias. Steven Brams, de la Universidad de Nueva York, y Mehmet Ismail de la Universidad de Maastricht, crearon la regla «Catch-Up Rule», que permitiría despojar a los equipos de esta ventaja estadística.
Este método consiste en lo siguiente: si ambos equipos o bien anotan un gol o bien no lo hacen, el equipo que pateó primero en esa ronda tiene que patear segundo en la ronda siguiente y así sucesivamente.
– Infobae
Un secreto matemático ayudó a Chile en los penales
No es así. Ese es otro verso de economistas seudo científicos y seudo racionales. En la la definición de partidos mediante penales no hay ninguna garantía de ganar por qué se va contra las leyes de la Física y las leyes de la Moral. Así, contra las dos al mismo tiempo.
En efecto, debido a qué la distancia al arco es tan pequeña y a qué los qué patean lo hacen con tanta fuerza, la pelota alcanza un gran velocidad. Superior a la velocidad a la cual llega la señal nerviosa eléctrica de los ojos al cerebro. Ahora bién, para qué el arquero reaccione racionalmente al estimulo de la bola qué se le viene y pueda tomar una decisión correcta hacia que lado o hacía adonde debe tirarse para atajarla, el cerebro debe tener el tiempo necesario para procesar la información, no lo hace nunca instantaneamente. Recién entonces , cuando ha recibido las señales nerviosas, ordena al cerebro del arquero qué es lo qué éste debe hacer, o sea, cual debe ser la acción qué deberá efectuar. Por lo dicho anteriormente, o sea, que la velocidad de la pelota es mayor que la de transmisión nervosa, el cerebro del arquero no tiene tiempo para ejercer su función de control fisiológico.
En esas condiciones, el ataje es totalmente aleatorio. El arquero agarra la pelota por chiripa y solo por chiripa. Por tanto, todo el espectaculo de los tiros de penal al arco es solo un circo (uno más de los muchos que han montado los empresarios del futbol para aturdir al zonzaje). En consecuencia, sería mas correcto decidir quién ganará el campeonato jugando a la perinola o a los dados qué por penales. Esto qué relato lo pensé con motivo del último campeonato mundial de futbol. Después olvidé el asunto, hasta qué escuché a un profesor universitario de Biofísica de una universidad europea, decir lo mismo.
Posteriormente, apareció otro argumento que abona la hipótesis de que el ataje de penales es aleatorio. Viene de la Neurociencia del Cerebro, o la Ciencia del Cerébro, qué ha tenido avances increíbles los últimos años. Los humanos reaccionamos frente a otros humanos de una manera totalmente diferente cuando los tenemos cerca, frente a frente,que cuando los tenemos lejos. De cerca, al «ver» (inconcientemente a veces) los ojos y los gestos de nuestro interlocutor, elaboramos lo que los neurocientíficos del cerébro llaman: una «Teoría de la Mente», de la mente del otro. Una vez qué elaboramos esta «teoría de la mente» del otro, deducímos (casi se podría decir qué adivinamos) que hará éste y operamos en consecuencia. Estas afirmaciones que parecen fantasiosas, no lo son en absoluto, se han hecho experimentos en condiciones muy bién controladas y su veracidad.está demostrada.
Bueno, ¿y qué tiene qué ver eso con los penales?. Pues, qué el arquero, al no estar tan cerca del pateador cómo para poder verle bién los ojos y estar atento a sus gestos, no puede elaborar una teoria de su mente. En consecuencia, tampoco puede inferir su comportamiento y, una vez más, la chiripa decide. Ahora, ¡atentti ai ladri! , ¿eh? , todo esto vale siempre y cuando todo, todo, no esté arreglado de antemano entre los «grandes del futbol», qué no son los jugadores justamente. Cosa que, creo, sería muy rara, tan rara como un gato con tres colas.
¿Y con la Moral? Bueno, la moral qué exigían a los atletas quienes han inventado los deportes y las competencias deportivas (los griegos), se ha perdido totalmente. La moral olímpica exigía que ganen los tornéos únicamente aquellos deportistas capaces de soportar, estoicamente, y hasta el final, el esfuerzo. Nunca los que se presten a definir una competencia jugando con dados y, mucho menos, si estos son dados cargados. La hinchada cree que «sus» jugadores son capaces de eso, de esforzarse hasta el final. Sin embargo, luego ve qué el juego no se decidé así, sino por la perinola y engañar a gente qué confió en uno no es correcto
Si los Blaters, los Platinis, los Maradonas y los Grondonas quisierán normalizar las competencias futbolísticas, les bastaría promover o promulgar dos cosas. Una, eliminar la definición de partidos mediante penales. Dos, imponer que, ante empates en el tiempo reglamentario, el resultado se defina por alarges del juego, nunca por penales. Habría qué alargar el juego cuantas veces sean necesarios, hasta qué haya un ganador efectivo, por goles en condiciones de juego. Desde luego, los alargues tendrían que estar precedidos por descansos de varias horas para evitar daños a la salud de los jugadores.