La intensa presión humana está vinculada al declive de la diversidad biológica. A pesar de los aparentes esfuerzos globales, un tercio de las tierras protegidas del mundo se encuentran degradadas por deterioro o por efecto de la acción antrópica
Desde que se creó la primera área protegida del mundo, hace 146 años, las naciones de todo el mundo han creado más de 200.000 reservas naturales terrestres. Juntas cubren más de 20 millones de km², o casi el 15% de la superficie terrestre del planeta, una superficie más grande que América del Sur. El objetivo es que se alcance el 17% de cobertura para 2020.
Los gobiernos establecen áreas protegidas para que las plantas y los animales puedan vivir sin presiones humanas que de otro modo los llevarían a la extinción. Estos son lugares especiales, regalos para las generaciones futuras y toda la vida no humana en el planeta.
Las áreas protegidas son el núcleo de la estrategia de conservación, ya que son las áreas más eficaces para proteger los ecosistemas naturales y su complemento de biodiversidad y servicios ecosistémicos. Cuando se manejan adecuadamente (a través de la aplicación racional, monitoreo, límites claros) y se financia adecuadamente, las áreas protegidas son efectivas para reducir la pérdida de hábitat natural y preservar las poblaciones de vida silvestre.
Era de pérdida masiva de biodiversidad
Unos 3,7 millones de kilómetros cuadrados de áreas protegidas a nivel mundial, una superficie equivalente a la superficie total de nuestro país, se encuentran bajo intensa presión humana debido a la construcción de carreteras, la agricultura intensiva y la urbanización, entre otros. Un nuevo estudio señala que esta es una de las principales razones del catastrófico declive de la biodiversidad.
Pero durante las últimas décadas, James Watson y un equipo de investigadores, de la Wildlife Conservation Society y la Universidad de Queensland en Australia, han podido comprobar de primera mano cómo la tala, la minería, la agricultura, las carreteras y la urbanización, entre otros, han mermado estas áreas. Y la situación no parece mejorar si se quieren alcanzar los objetivos de 2020.
El estudio, publicado en la revista Science del 18 de mayo 2018, revela que 3,7 millones de kilómetros cuadrados de las áreas protegidas, es decir el 32,8%, están muy degradadas por la presión humana, mientras que otro 42% no parece tener actividades humanas que perjudiquen. Solo el 10% está completamente libre de amenaza, pero son zonas remotas en Rusia, Canadá y una parte muy austral de la Patagonia Argentina y Chilena.
“Una vez que se producen actividades humanas significativas en el interior de un área, se destruye cualquier hábitat del que dependen las especies en peligro. Estas actividades también permiten que las especies invasoras entren fácilmente en el sistema, causando terribles efectos secundarios a las especies que estamos tratando de salvar”, recalca Watson. Las áreas protegidas de Asia, Europa y África fueron las más afectadas por encontrarse en lugares con poblaciones humanas masivas.
Un peligro para la biodiversidad
Para realizar este trabajo, los autores utilizaron el mapa de la huella humana actualizado recientemente que cartografía ocho presiones in situ a 1 km de resolución en la tierra, incluidos centros urbanos, agricultura intensiva, deforestación, tierras de pastoreo, densidad de población humana, luces nocturnas, carreteras, vías férreas y canales navegables. “Determinamos un umbral de degradación usando este mapa lo que permitió la evaluación global de las áreas protegidas”, señalan.
Según el trabajo, las áreas protegidas designadas después de 1993 tienen menor grado de presión que las que se establecieron antes. Los científicos sugieren que una de las razones por las que las zonas pasaron a ser protegidas más recientemente es que tenían baja presión humana.
Además, en la actualidad, 111 naciones creen que han cumplido con sus obligaciones para con el Convenio de Diversidad Biológica basado en la extensión de su área protegida, dicen los autores. “Pero si solo cuentan la tierra en áreas protegidas que no está degradada, 77 de estas naciones no cumplen con el estándar. Y es un límite bajo”, denuncia el investigador.
El estudio muestra que los gobiernos están sobreestimando el espacio disponible para la naturaleza dentro de las áreas protegidas. Los estados afirman que estos lugares están protegidos por el bien de la naturaleza cuando en realidad no lo están. Según los autores, es una de las principales razones por las que la biodiversidad aún está en declive catastrófico, a pesar de que cada vez más tierra está “protegida”.
Pero no todo son malas noticias. Las áreas con políticas de conservación más estrictas parecen estar haciendo un buen trabajo, incluso cuando hay una alta densidad humana. “Una red de áreas protegidas bien administrada es esencial para salvar especies. Si permitimos que se degrade, no hay duda de que las pérdidas de biodiversidad se verán exacerbadas”, concluye Kendall Jones, de la Universidad de Queensland.
Conclusión
Los resultados sugieren que las áreas protegidas, como parques nacionales, áreas silvestres designadas, y áreas de rehabilitación de hábitats creadas para detener la pérdida de biodiversidad, no están tan bien protegidas como se pensaba.
Necesitamos reconocer que simplemente declarar un área protegida es solo el primer paso que las naciones deben tomar. Ayudar a que las áreas protegidas tengan éxito requiere un esfuerzo más sostenido y dedicado.
Es hora de que la comunidad conservacionista mundial se ponga de pie y haga que los gobiernos rindan cuentas para que tomen en serio la conservación. Esto significa realizar una evaluación completa, franca y honesta de la verdadera condición de nuestras áreas protegidas.
– Fuente: UQ / AAPN
– Imagen de portada: Erosión y Tala clandestina en Áreas Protegidas.
– El autor es Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales – AAPN –
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas – WCPA –
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza – IUCN-