El domingo 2 de mayo se suspendieron funciones para que el empresario Andrés von Buch festejara en tres salas del complejo, a cambio de 80.000 dólares.
Por Facundo García
Si existiera un top ten de organizadores de fiestas, habría que incluir a Andrés von Buch. Hilando más fino, habría que subir al podio a la administración Macri y las autoridades del Teatro General San Martín, que permitieron al empresario organizar allí una francachela privada para conmemorar su cumpleaños número sesenta y cinco, a cambio de una donación de ochenta mil dólares. Fue el 2 de mayo y muy pocos se enteraron: se tapó el frente del edificio con un friso y se manejó cuidadosamente la difusión. “Haber aceptado la propuesta tiene que ver con la durísima situación financiera que enfrentamos”, dice a Página/12 Ana María Monti, jefa de prensa del Complejo Teatral Buenos Aires. Pero la pregunta más obvia queda haciendo eco en Corrientes al 1500: ¿Basta poner plata para convertir un espacio público en un parque de diversiones para millonarios?