Irreprochable la marcación de Yeny Delgado que llevó a la orquesta a una ejecución de una partitura más que interesante pensada para los diferentes cuadros del argumento, sabiamente ejecutados por el Ballet Folclórico.
Salta, sábado 6 de julio de 2019. Teatro Provincial. “Salamanca de los Mineros”. Ballet Folclórico Provincial. Directora Mª Alejandra Vidala Barboza. Orquesta Sinfónica de Salta Directora Mª Yeny Delgado. Música: Germán Mercado. Coreografía: Omar Cáceres (Subdirector del Ballet). Víctor Campillay (cóndor). Daniel Espoz (Eleuterio Mamaní). Cármen Ceretti (mujer y luego metal). Ariana Rodríguez Alvarado (niña). Néstor Dabel Zanabria (el Maligno). Heidi Zuretti y Rosario Madrazo (metales). Aforo: 85%.
Hace sesenta años, aún funcionaba el tren del FFCC Gral. Belgrano que partiendo de Salta, tardaba mas de un día en llegar a Socompa, paso internacional que atravesaba la cordillera de Los Andes y donde desde el tren argentino se transbordaba al tren chileno para llegar a la ciudad de Antofagasta. La última estación antes del límite que separaba a ambos países era Caipe y la anterior era Tolar Grande, pequeña población en la que vivían no mas de ciento cinuenta personas. A casi noventa kilómetros de distancia está el Cono de Arita, en medio de uno de lo salares mas grandes del mundo. Alrededor de esa formación geológica de aproximadamente dos kilómetros cuadrados de base hay “salamancas” que no son otra cosa que cuevas habitadas por seres fantasmagóricos que responden a Satanás según cuentan innumerables leyendas. Este lugar real, fue la base de la historia de Eleuterio Mamaní, un minero que se dejó tentar por el Maligno en un pacto de sangre donde a cambio de riqueza durante treinta años de su vida, debía entregar su alma al final de la misma.
Aparece el ave de las altas montañas, un cóndor, que abre el ballet en una especie de obertura del mismo. Luego un lastimero trombón, da origen al sensual baile de una mujer que intenta conmover al minero protagonista que danza una música de cierto carácter procesional con la llegada de otros personajes del ballet. La construcción sonora es llamativa y acorde a lo que el argumento pretende mostrar. Violines inquietantes van iniciando un ritmo diabólico en el cual aparece como dueño de la escena la figura aterradora del Maligno que baila con los metales y aparecen no pocos Súcubos, demonios que toman la apariencia de bellas mujeres que incitan a bajas pasiones por parte de Eleuterio en uno de los mejores cuadros del no muy extenso ballet.
Finalmente y luego de transcurridos los años prometidos, con un minero que cambió no solo su apariencia modesta en personaje de gran señorío, reaparece la gran figura de Satán que viene por el alma de Eleuterio, que en medio de su trastornadora locura busca desesperado un salvación que no tendrá.
Irreprochable la marcación de Yeny Delgado que llevó a la orquesta a una ejecución de una partitura más que interesante pensada para los diferentes cuadros del argumento, sabiamente ejecutados por el Ballet Folclórico. Hay una simbiosis entre expresiones sonoras del norte argentino, con pasajes de música de cierta universalidad compuesta con criterios exentos de lirismo pero expresando a través de macizos acordes y ritmo feroz, la lucha en la que ingresan Eleuterio que no quiere entregar su alma y el Maligno que quiere concretar lo pactado o sea adueñarse del alma del minero.
La coreografía de Omar Cáceres es de buena calidad, sin baches, con un sentido de continuidad como valor importante en la estructura del ballet. El cuerpo folclórico que conduce Vidala Barboza, de muy buena factura con bailarines de ambos géneros poseedores de expresiva calidad. Escenografía, vestuario e iluminación muy bien pensados ayudaron a mostrar con claridad conceptual el aterrador argumento del ballet. Eleuterio y el Maligno recibieron un aplauso desbordante por su excelente labor.
La producción local fue de notable realización por lo que imagino debería repetirse fuera de nuestra ciudad.