Anoche y con bastante afluencia de público, se presentó en Casa de la Cultura de Salta, la obra estrenada en 2012 por el Teatro Nacional Cervantes sobre el texto dramático de Alberto Rojas Apel, bajo la dirección de Román Podolsky.
La obra “Globo flotando contra el techo de un shopping” trabaja sobre material sensible: la muerte de un niño, y sobre cómo un padre Fran (Horacio Roca), transita el duelo a través de una consigna: rescatar el globo que voló al techo de la cúpula de un shopping y que el pequeño Eloy (Irene Almus) tenía como asunto pendiente.
Lo llamativo de la propuesta es el recurso dramatúrgico de una mujer en la piel de un niño, en este caso la candidez de Irene Almus, muy bien acompañada por los trabajos actorales de Horacio Roca y de Víctor Hugo Vieyra (de regreso a la escena) como Pancho, este último un personaje que habita universos similares al del clochard, por su apariencia sobre todo, y que le agrega esa cuota de enigma a su rol como ordenanza del centro de compras. Casi me hizo acordar al “vecino Marley” (interpretado por el ya fallecido Roberts Blossom) que aterrorizaba a Kevin McAllister, el protagonista de “Mi pobre angelito”. Su presencia genera cierta tensión hasta que por esas cosas de la vida, resuelve colocarse en complicidad con Fran y con otros niños cuyas ansias por un globo crecen de manera proporcional a sus carencias afectivas y pecuniarias. La contingencia por la que atraviesan los personajes es absurda aunque la obra es de corte realista.
El contenido de la obra y las actuaciones son de un valor inestimable para los espectadores. La puesta recae en una escenografía innecesaria que poco aporta y la cadencia del ritmo se torna monótona, un tiempo de pausas que parece pasear la obra por una discursividad fría que corta la emotividad.
La vida es frágil y pende de un hilo, como el del globo apenas sostenido por la mano. Cuando el globo es soltado al infinito, el dolor es asumido. Como el alma de Eloy buscando su cielo…
