Tolcachir pudo transmitir con solvencia las ideas de un Fausto grandioso.
Salta, viernes 29 de noviembre de 2013. Teatro Provincial. Solista: Pablo Ahumada (Trompa). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Invitado Maestro Andrés Tolcachir. Concierto para Corno y orquesta en Si bemol mayor op. 91 de Reinhold Glière (1875-1956). Sinfonía Fausto S 108 de Franz Liszt (1811-1886). Aforo 75%.
La excelentes “Notas de Programa” de la Profesora Ana Claudia Galíndez aclaran muy bien algunos aspectos de las dos obras que condujo el actual titular de la Orquesta Sinfónica de Neuquén. Este concierto que el autor comenzó a delinear un año antes de su estreno, es el resultado de la seriedad de Gliere y del cumplimiento de la promesa hecha a un amigo, a la sazón, un notable ejecutante del instrumento. Pero la intención no pasaba de ello y sin embargo se convirtió en pieza de repertorio, una de las más importantes para el corno. Sus veintiséis minutos están distribuidos en tres movimientos respetuosos de la teoría de la armonía clásica pero con lenguaje ciertamente romántico, hasta llegar al tercero, que establece claramente la diferencia con la morosidad rítmica del segundo y que tiene como característica parecer una danza más que un abstracto allegro, al punto que exige del solista ser un intérprete de alto nivel, un fuera de serie y Ahumada con su sonido límpido, sin fallas, lo fue largamente.
La búsqueda del conocimiento infinito por parte del doctor Fausto, circunstancia que tiene cientos de años de antigüedad hasta nuestros días y seguramente seguirá existiendo, aún sabiendo la imposibilidad de su realización, movió al más grande escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe a crear en tres etapas de su vida una obra que cuenta acerca de los designios de Fausto, su amor por Gretchen y la participación diabólica de Mefistófeles que consigue el alma de Fausto para después de su muerte. Esta leyenda fue una constante en la mente de Liszt, al punto de convertirse casi en una obsesión que se refleja en varias de sus obras. Musicalmente, como no sucede en ninguna otra, es justamente en esta llamada “sinfonía”, donde el compositor describe las características de los tres personajes y sus vinculaciones donde se mezclan el amor, la humanidad, el espíritu maléfico de Satanás, el acuerdo por el cual Fausto entrega su alma y su redención gracias a Gretchen mas detalles menores de las principales figuras. Liszt lama a su obra, “una sinfonía…” y no está mal pues su primer movimiento tiene una definida estructura sonata: presentación de los dos temas, su desarrollo, una recapitulación y la coda, en esta oportunidad sin el coro místico del final originalmente escrito con gran belleza, para coro de hombres y tenor solista. Pero confieso que siempre escuché esta obra como si fuera un poema sinfónico por la libertad de su estructura y los caminos sonoros empleados por este avanzado -para su época- músico austro-húngaro.
El Maestro Tolcachir pudo transmitir con solvencia las ideas de un Fausto grandioso, entregado y victorioso a la vez, la inocencia virginal de Gretchen y la diabólica música de Mefistófeles que intenta destruir, sin lograrlo, la moral de Fausto. Gran trabajo del Maestro que buscó el empaste de la cuerda y que el poderío metálico de la orquesta local no alcance a tapar esa particularidad. Supongo que debe haber extrañado el coro final, pero no siempre es posible contar con su voz varonil sin un tiempo más prolongado de preparación. Con todo, una buena visita de este conductor al que nunca había tenido la ocasión de oírlo.