La prórroga por cuarenta años de la concesión del yacimiento hidrocarburífero más grande de la Argentina al grupo anglo-argentino Pan American Energy, en el año 2007, es una de las perlas del “gobierno nacional y popular” de las que el progresismo y la izquierda hablan poco o no hablan.
En los primeros días del presente mes de setiembre el mundo de la industria energética del país fue conmocionado por un anuncio poco frecuente: la familia Bulgheroni (de Argentina), la petrolera inglesa British Petroleum y la empresa estatal china Cnooc acordaron la integración de todos sus activos en el país para refundar el holding del que ya son propietarios. De tal manera Pan American Energy (PAE) se convertirá desde el año 2018 en la poderosa Pan American Energy Group, que incorporará a su actual actividad de producción de petróleo y gas (Upstream) la de refinación y venta de naftas y gas oil (Downstream) para lo cual cuentan con la estructura que le compraron hace más de dos años a la estadounidense Esso (rebautizada Axion). Se convertirá así en una súper empresa integrada como lo es la semi-estatal YPF, de la que será una fuerte competidora.
Pero ¿qué es el Yacimiento Cerro Dragón que desde que Pan American Energy lo explota le ha deparado enormes ganancias que le han permitido el actual posicionamiento en la escena energética nacional? Y la pregunta del millón: ¿por qué PAE ha tenido desde la década de los noventa un enorme y sostenido crecimiento económico, con un fuerte impulso en los tiempos de la Argentina “nacional y popular”?
El Yacimiento Cerro Dragón es una joya de la explotación hidrocarburífera; fue descubierto en el año 1957 por la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Está ubicado en la gran región petrolera llamada Cuenca del Golfo San Jorge y ocupa parte de las provincias de Santa Cruz y Chubut. La superficie del yacimiento ocupa una extensión territorial equivalente a 17 veces la ciudad de Buenos Aires. Hoy produce diariamente 13.000 metros cúbicos de petróleo crudo y 8 millones de metros cúbicos de gas, con reservas para muchos años (¡un filón de oro!)
En al año 1997, después de la privatización de YPF, el gobierno peronista de Carlos Saúl Menem dispuso entregarlo en concesión al grupo Pan American Energy, conformado por la empresa Bridas de la familia Bulgheroni y por la norteamericana Amoco; esta última fue después adquirida por la inglesa British Petroleum. Esta primera concesión se hizo por 20 años por lo que vencía en el año 2017. La decisión de Menem contó con el apoyo entusiasta de Néstor Kirchner, gobernador de la provincia de Santa Cruz en aquél momento, y por el gobernador de Chubut, en cuyos territorios se asienta el yacimiento.
En el año 2003 Kirchner es elegido Presidente de la Nación con mandato constitucional hasta el 2007. Fue en ese año –el último de su mandato- que desde el gobierno kirchnerista acordaron con Pan American Energy la renovación de la concesión sin esperar hasta el 2017 cuando se produciría el vencimiento que había convenido Menem. La renovación adelantada de la concesión –que a la vez se hizo a las apuradas tal vez porque Néstor no estaba seguro de su reelección– fue esta vez más generosa: se establecieron 20 años que vencerán en el año 2027, con opción a una prórroga ¡por veinte años más!, esto es hasta el 2047.
La decisión de Kirchner contó con el acuerdo del gobernador santacruceño y el gobernador chubutense, ambos pertenecientes al Frente para la Victoria del cuál Néstor era el líder indiscutido. El texto del acuerdo fue aprobado mayoritariamente por los kirchneristas en las legislaturas de ambas provincias, con el voto en contra y el repudio de la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica cuya referente nacional es Elisa Carrió. El texto aprobado había sido redactado íntegramente por el Ministerio de Planificación del gobierno nacional conducido por Julio De Vido, con el asesoramiento del ex ministro menemista Roberto Dromi.
Fue Néstor en persona quién negoció la concesión con el multimillonario Carlos Bulgheroni, el lobbysta más famoso de la Argentina (que aparece en la foto de arriba). Para que el Relato no mostrara fisuras evitó reunirse con los ingleses de la British Petroleum, los socios mayoritarios del negocio. Cabe destacar que la concesión fue cuestionada por la oposición en el Congreso Nacional, pero los legisladores kirchneristas impidieron que el tema se tratara y todo quedó como el Presidente quería.
En estos momentos el juez federal Rodolfo Canicoba Corral está investigando el trasfondo de la apresurada concesión. El fiscal Guillermo Marijuán, que interviene en la causa, ha viajado a Estados Unidos dos veces para buscar información sobre el presunto pago de coimas y documentación relacionada con el entuerto. El juez y el fiscal tienen la lista de los legisladores kirchneristas de las provincias involucradas, a quienes han llamado a declarar. Y por supuesto, quieren saber que tiene para decir Julio De Vido al respecto.
El sistema energético nacional está colapsado desde hace casi diez años; hemos perdido el autoabastecimiento en plena “década ganada” y desde entonces estamos importando gas, petróleo y electricidad a precios altísimos. Cualquier iniciativa –estatal o privada- para que disminuyan esas importaciones es bienvenida: en eso no hay discusión.
Pero, una vez más, una decisión tomada en el más alto nivel del gobierno kirchnerista es cuestionada por su falta de transparencia; la Justicia Federal está trabajando en el caso, tal vez alentada por los nuevos vientos que soplan en la República, y esperamos que no pase mucho tiempo para que los argentinos sepamos que ocurrió y, de corresponder, el castigo llegue a los que violaron la ley. Aunque la indignación sea grande, hay que ser prudente en las opiniones críticas.
Este tema pone también al desnudo el nacionalismo trucho que Néstor, Cristina y las espadas mayores del Kirchnerismo declamaban permanentemente. Hoy desde ese espacio político se critica a Mauricio Macri por la designación de un ex gerente de la Shell al frente del Ministerio de Energía, pero no dicen que el arreglo con Pan American Energy benefició principalmente a los ingleses de la British Petroleum, que tienen el 60% del paquete accionario del holding.
El mismo nacionalismo trucho que demostraron cuando, luego de la estatización del 51% de YPF, pusieron al frente de la empresa a Miguel Galuccio, un ingeniero formado por la Schlumberger Limited de Londres, que con el triunfo de Cambiemos dejó el puesto luego de cobrar una jugosa indemnización en millones de dólares, según lo que había arreglado con Cristina, y volvió a trabajar con sus patrones ingleses. Hoy Galuccio tiene su propia petrolera que, dicen, va a operar en el Golfo de México y en Vaca Muerta, de la que –suponemos- debe tener información de primera mano tras dirigir la petrolera insignia de la Argentina.