El gobierno de la provincia de Salta mantiene una deuda social inocultable, al mantener en estado de coma el sistema público de salud.
La invención de la denominada autogestión hospitalaria es una falacia inocultable, en la medida que el margen de maniobra de los gerentes de cada nosocomio es casi nula, y todo se decide –o no se decide- en las esferas del Ministerio de Salud.
Una prueba evidente de la situación descripta es la carencia de anestesistas en los quirófanos del hospital San Bernardo, que ha decido suspender cirugías programadas con meses de antelación.
Para que la gravedad sea aún más evidente se conoció esta semana que una señora trasladada desde General Güemes a Salta por carencia de anestesista, perdió a su bebé a punto de nacer en el viaje.
Los funcionarios a cargo del área aducen que están en Buenos Aires haciendo gestiones –se desconocen cuáles- y que la falta de especialistas no solamente se verifica en esa área sino también en otras, y en particular en el interior provincial.
Al escuchar estas afirmaciones la única posible reacción posible es la indignación, en la medida que a la fecha el gobierno se apresta a cumplir ocho años de gestión –o de falta de ella según se mire- y va por otros cuatro adicionales.
Esta situación se verifica porque no es política de Estado atender de manera razonable la salud pública, y sí en cambio se privilegia el entorno de prestaciones de salud, por ejemplo otorgando créditos blandos para que profesionales de la medicina construyeran o ampliaran sus establecimientos.
En vez de volcar esos recursos a los hospitales de la provincia para dar mejor servicio a los ciudadanos que no tienen otra vía de atención, se da prioridad a los negocios privados, en desmedro de los más desprotegidos. Es objetivamente la dirección de recursos a empresarios de un gobierno empresario.
Sumado a este descalabro se debe apuntar la pésima organización de las plantillas de personal de la salud en esos ámbitos, donde casi nadie cumple el horario establecido.
Por un malsano corporativismo se hace la vista gorda para que a la manera de un subsidio directo, los distintos profesionales de la salud atiendan sus ocupaciones privadas en el horario que deberían atender en los hospitales.
Y nadie le pone el cascabel al gato porque en el fondo se defienden intereses de clase y no conviene políticamente enfrentarse a las corporaciones profesionales que detentan un nada despreciable poder y que además, integran los estamentos oficiales.
Por eso, a esta altura del partido, no sirve de nada que con apariencia de yo no fui, el secretario de salud de la provincia de Salta desde la Capital Federal declare que no está empapado del tema relativo a la muerte del bebé fallecido en viaje, y que está preocupado, cuando a la luz de los resultados mortales debería estar ocupado, y no solamente en esa etapa previa.
Al mismo tiempo sí, en cambio, curiosamente afirmó estar totalmente enterado de que el niño de dos años fallecido en el departamento Rivadavia, no lo fue por desnutrición sino por hipopotasemia, cuadro éste que los especialistas pediatras encuadran como de fácil resolución con una debida y oportuna atención. (*)
En síntesis señor gobernador, ya no es tiempo para preocuparse, sino para ocuparse de los que Usted refiere permanentemente como los humildes que le quitan el sueño.
Es hora sin más trámite ni demora de una reforma estructural en materia de salud, con asignación eficiente de los recursos, control de asistencia, dedicación exclusiva en el área pública de los profesionales, y principalmente dejar de privilegiar los negocios privados por sobre las necesidades de la población.
Pongo a su disposición –sin cargo- el proyecto de reforma al sistema de salud que desde hace años hemos elaborado y que ninguna autoridad pública ha querido siquiera leer, para que pueda demostrar que los excluidos y pobres de Salta realmente le interesan.
(*)MUERTE POR HIPOKALEMIA: ¿UNA REAL CAUSA DE MUERTE O INDICADOR DE NEGLIGENCIA MÉDICA? (http://nuevosestamentos.blogspot.com.ar/2011/02/muerte-por-hipokalemia-una-real-causa.htm)