Es la segunda vez que la maestra Yeny Delgado conduce el concierto de cierre de este tradicional espacio artístico. A propósito, agrego que la directora cumplió, además, sus primeros quince años de labor artística.
Salta, sábado 30 de abril de 2016. Teatro Provincial. Orquesta Sinfónica de Salta. Directora Asistente Mª Yeny Delgado. Preludio a la Siesta de un Fauno (Claude Debussy 1862-1918). Sinfonía nº 5 en mi menor op. 64 (Pedro I. Tchaicovsky 1840-1893). Cierre del 40º Abril Cultural Salteño.
Luego del inesperado hecho acaecido con la ganadora del concurso de dirección llevado a cabo entre fines de febrero y principios de marzo de este año, del que no puedo decir mucho pues la señora Marín no contestó mis mails ni mis llamados telefónicos a Europa, luego de un concierto inicial que auguraba una buena gestión al frente de la orquesta local lamentablemente me quedé en la misma ignorancia que las autoridades que aún no se explican los motivos de su repentina renuncia.
Así llegó el concierto de esta noche que tuvo diversos significados. El primero, superar el golpe psicológico sufrido por los músicos; el segundo, para festejar los primeros quince años de la orquesta y el tercero para cerrar brillantemente el 40º ciclo denominado Abril Cultural Salteño. Esto último tiene su curiosidad, es la segunda vez que la maestra Yeny Delgado conduce el concierto de cierre de este tradicional espacio artístico. A propósito, agrego que la directora cumplió, además, sus primeros quince años de labor artística.
En no pocas oportunidades es posible definir el comienzo de algo: una época, una situación, un hecho, etc. En este caso estoy hablando de una puerta que se abre, dentro de la construcción sonora y culta, a lo que luego se llamó el modernismo musical. Los auditores de aquellos tiempos, última década del siglo XIX, seguramente no advirtieron que estaban frente a una revolución. La flauta inicial de esta noche, a cargo de Cecilia Borzone, significó una respiración nueva del arte musical. Vale la pena, quien tenga interés, explorar lo que dice Pierre Boulez, el notable compositor y director que tuvo el siglo XX cuando se refiere al “impresionismo” y en particular a las formas de composición de Claude Debussy. Su “Preludio a la siesta de un fauno” despertó en su tiempo, algún rechazo de Saint Saëns, pero no me cabe duda que en su brevedad, trae su especial carga de sensualidad, sutilezas, empastes, veladuras sonoras que dejan de ser pictóricas para convertirse en música no fácil de receptarse pero sencilla de llegar al oído a través de su riqueza tímbrica y su riqueza de colores.
Casi sin solución de continuidad llegó la llamativa quinta sinfonía del ruso Tchaikovsky. De vida atormentada? Pues sí y además entregado sin lucha a un destino que no pudo darle la felicidad que su espíritu romántico pedía. Aquí también hay un “tema del destino” que es ese pasaje de trompa al inicio del segundo movimiento que lució al solista Elemko Tabakov. La sinfonía tiene suntuosidad y grandeza previas a ese lirico y romántico solo. También exhibe un exquisito vals en el tercer movimiento que descubre la majestuosidad del movimiento siguiente cuyo final, casi una frenética danza, tiene el carácter de una poética marcha. La obra está dentro del repertorio más conocido de la orquesta lo cual fue aprovechado con sabiduría por la directora. Efectivamente, la Mª Yeny Delgado, artista joven cada día se suelta más y entonces su géstica es más clara, firme, de mano suave cuando el ligado es necesario y de corte poderoso cuando el lenguaje lo permite. La lectura de ambas obras se puede tildar de irreprochable sobre todo al mostrar las dos cosas más importantes de la música a) afinación y b) elección del tempo.
Su conducción fue todo lo segura y precisa que su personalidad y conocimiento permiten. Por tanto, un buen concierto para olvidar lo olvidable y para festejar lo festejable como se expresó el público con su largo y vigoroso aplauso.