Tres de cada cuatro de ellos son mujeres, que además de problemas de inserción laboral deben afrontar la responsabilidad de cuidado de familiares e hijos. Proponen multiplicar prácticas profesionalizantes desde el colegio secundario.
En Argentina hay aproximadamente 765.000 jóvenes «triple ni», chicos y chicas de entre 18 y 24 años que no estudian, no trabajan y no buscan empleo.
Hasta ahora había datos sobre los «ni-ni» (los que ni estudian ni trabajan), que son 1.086.000 jóvenes en el país, de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Un informe, que tiene el aval del Ministerio de Educación, hay 4,4 millones de jóvenes en la Argentina que tienen entre 18 y 24 años. Y muestra que además el 17,3% del total no busca trabajo.
El 24,6% (1.086.000) no estudia ni trabaja, pero 765.000 son «triple ni». Más aún, de ellos 589.000 son mujeres y 176.000 varones.
«Esos jóvenes sienten que no están preparados para lo que exige hoy el mercado laboral», afirma Gabriel Sánchez Zinny, director del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), organismo del Ministerio que presentará el estudio.
Los expertos también apuntan al «desajuste» entre lo que ofrece la escuela y lo que pide el mercado laboral, y hacen hincapié en la situación de muchas mujeres jóvenes de sectores socielas vulnerables, donde el embarazo adolescente crece.
Gala Díaz Langou, directora de Protección Social de CIPPEC, subrayó que a diferencia de los «ni ni», la variable más importante a mirar en este caso es el de «los cuidados», es decir, las gran cantidad de mujeres, sobre todo madres adolescentes, que no salen a buscar trabajo porque tienen a su cargo hijos, hermanos y, en algunos casos, personas mayores.
«Este perfil de personas no pueden acceder a intervenciones más tradicionales que se hacen para incorporar a los jóvenes al mercado laboral», afirmó al respecto Díaz Langou.
Los datos sobre los «triple ni» surgen de una investigación de la firma de recursos humanos Adecco, presentada oficialmente en octubre, que ahora contará con aval del Ministerio que dirige Jorge Triaca.
«El problema de los ‘triple ni’ es, en gran medida, educativo. Se relaciona con que esos jóvenes no tienen herramientas para insertarse en el mercado laboral y eso los desalienta«, dijo Martín Padulla, autor del estudio y director de staffingamericalatina.
«La deserción escolar es crítica y refuerza las desigualdades por estrato de ingresos: mientras que un 9,2% los jóvenes de familias de ingresos altos dejan la escuela antes de terminarla, en los sectores con ingresos bajos el abandono es de casi un 40%», completó.
Para revertir la situación de los «triple ni», los especialistas proponen una serie de medidas. Entre ellas, promover más las «prácticas profesionalizantes» en la escuela secundaria (pasantías con sentido educativo dentro de las empresas), incentivar la ley el primer empleo, profesionalizar los servicios públicos de empleo y vincularlos con el sector privado.
La escuela secundaria está en el centro del debate y no solo por la alta deserción, el primer «ni» que precipita los otros dos.
Para los especialistas consultados por Clarín, es urgente mejorar su calidad en términos de aprendizajes, pero además, los contenidos y enfoques deben ser más pertinentes a lo que requieren hoy las empresas.
El mercado laboral tampoco da respuestas: en la Argentina, seis de cada diez jóvenes con trabajo tiene empleo informal o precario. Está entre los que más desempleo joven tiene en la región: 18,9 por ciento.
El informe destaca que la probabilidad de inserción en un empleo formal aumenta entre 20% para las mujeres y un 30% para los varones si esos jóvenes finalizan la escuela, acceden a una experiencia formal previa y participan en algún curso de formación profesional.
Brecha de género
En la cuestión de los «triple ni» hay una brecha aún mayor si se la mira desde la óptica del género: casi tres de cada cuatro «triple ni» en la Argentina son mujeres.
El embarazo adolescente crece en el país, y es uno de los principales motivos que explican el fenómeno. Consultada por el matutino, Gala Díaz Langou, directora de Protección Social del CIPPEC, afirma que al tema hay que darle una «mirada integral» y propone cuatro políticas públicas para revertir esta situación.
1. Servicios públicos necesarios para estas mujeres. Guarderías y salitas que cubra los horarios de trabajo y que estén cerca de sus casas.
2. Licencias de paternidad y, en lo posible, un sistema que pueda ser ejercido tanto por padres como madres.
3. Apoyo monetario para cuidar a personas de la familia.
4. Política de salud sexual y reproductiva con información y acceso a métodos anticonceptivos.
– iProfesional