Justamente cuando ocurren los piedrazos al vehículo donde viajaba Macri de vacaciones por la Patagonia neuquina, reprochable desde todo punto de vista, se da lectura del fallo judicial en la provincia de Jujuy, que condena a tres años de prisión en suspenso por el escrache en el año 2009 al entonces Senador Gerardo Morales, hoy Gobernador de esa provincia.
¿La causa? Abonada y fundada por la fiscalía solamente con un solo testigo del hecho, que para la legislación positiva estaría totalmente prescripto desde hace bastante tiempo. No obstante, y al estilo de una justicia lugareña y feudal, había que acatar el partido judicial jujeño con la venia presidencial de Balcarce 50, es de que tenía que haber una condena, aunque sea por la mínima y en suspenso.
Seguramente, los oscuros designios del poder político que maneja la provincia jujeña, tenía que sentar un precedente válido y a medida para continuar desde el 3 de febrero, fecha en que se leerán los fundamentos de la condena impuesta a la líder de la Tupac, pero que también servirán de base para las siete causas penales en su contra, lo cual le impedirían la excarcelación.
Asistimos entonces, sin haber estado presente la condenada Sala en los hechos que se le imputan, la tipificación de Instigadora a cometer desmanes y daño a Morales.
Además, y sin haber condena judicial firme por los delitos que se le imputan en las otras causas por ningún Juez jurisdiccional competente, sigue siendo para una vasta opinión pública y demás organismos internacionales, la primera presa política del gobierno de la República Argentina que se dice «constitucional», a cargo de un tal Mauricio Macri.
– Por Noemí Yáñez – Columnista
