El presidente de los Estados Unidos está haciendo una apuesta geopolítica con su par argentino. Necesitaba un aliado en la región y la posibilidad de mostrar una agenda positiva.
Hace unos meses, Susana Malcorra planteó a Rex Tillerson la importancia política que Mauricio Macri asignaba a la exportación de limones argentinos al mercado americano. El secretario de Estado quedó en contestar, sabía que era una decisión que dependía únicamente de Donald Trump, condicionado por el lobby agrícola de California que aportó miles de dólares a su campaña electoral. Trump había suspendido la exportación ya acordada por Macri con Barack Obama, y era poco probable que el presidente republicano convalidara una decisión geopolítica asumida por su antecesor demócrata.
Un día antes de la visita de Macri a la Casa Blanca, Malcorra conversó a solas con Wilbur Ross para plantear –de nuevo—la exportación de limones argentinos. Malcorra fue al hueso. Y el secretario de Comercio, a diferencia de Tillerson, se comprometió a encontrar una solución política aunque no compartía la vehemencia de la canciller, que acorraló en su propio despacho al secretario de Comercio.
En el Salón Oval, Trump explicitó su posición de abordar el asunto y resolverlo antes que Macri abandonara Washington. Ambos presidentes trataron el tema a solas, y después fue objeto de conversación durante el almuerzo oficial en la Casa Blanca. Todo parecía encarrilarse, pero aún faltaba una reunión más para obtener un triunfo político que se persigue desde que Fernando de la Rúa llegó a Balcarce 50.
El jueves 27 de abril, cerca de la hora del té, Francisco Cabrera y Miguel Braun se subieron a un auto oficial y se movieron con velocidad hasta el Departamento de Comercio. El ministro de la Producción y el secretario de Comercio fueron recibidos por Ross, quien informó que el primero de mayo se anunciaría la posibilidad de exportar los limones argentinos.
Cabrera y Braun no podían dejar de sonreír, y Macri cuando recibió la información en su celular, tampoco. El Presidente estaba dando una conferencia para la US Chamber y se lo veía animado entre los empresarios más poderosos de Estados Unidos. Ahora se sabe por qué.
Trump era un enigma para Macri, Malcorra, Marcos Peña y Fulvio Pompeo, que pasaron largas horas de las últimas cuatro semanas para planificar el viaje a DC. El presidente, la canciller, el jefe de Gabinete y el secretario de Asuntos Estratégicos temían por las actitudes de Trump, que es casi imposible de leer y reacciona de la peor manera en el momento más difícil. Maltrató a Angela Merkel y traicionó la confianza de Enrique Peña Nieto, dos aliados de Estados Unidos en Europa y América Latina, cuando no tenía ninguna razón para hacerlo.
Pero el Presidente de los Estados Unidos está haciendo una apuesta geopolítica con Macri. No sólo abrió las puertas de la Casa Blanca, sino que también exhibió su estrategia para manejar los temas globales de su administración: Trump dispuso que Ross reciba a Malcorra, en lugar de encontrar un punto de negociación a través del Departamento de Estado. Y eso implica que usará los resortes de DC acorde a sus necesidades, y sin respetar la tradición o los formalismos. En otro gobierno, con otro presidente, Malcorra hubiera cerrado el deal de los limones con el Secretario de Estado.
Asimismo, un dato que no es menor, Trump se mueve en círculos y al final del día siempre regresa a su familia para tomar las últimas decisiones. Allí están su yerno Jared Kushner y su hija Ivanka, que ya son piezas clave en la maquinaria de poder del presidente republicano. En este sentido, pese a los años de amor y odio que tuvo con Macri, Trump considera un amigo a su colega argentino –casi familia- y decidió respaldar su agenda de gobierno.
Se trata de un hecho inédito para la gestión del presidente americano: hasta ahora se había enfrentado con México, Alemania, Canadá, China, Corea del Norte, Venezuela, el cambio climático, el Papa, la Unión Europea y la ONU. Los limones exhiben el pragmatismo de Trump. Necesitaba un aliado en la región y la posibilidad de mostrar una agenda positiva. Macri cumple con los dos requisitos y por eso obtuvo rápidos beneficios políticos y comerciales.
Con todo, es un resultado que debe tomarse con cautela. Trump es material inflamable y su comportamiento siempre sorprende.
– Infobae