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domingo, noviembre 24, 2024

Música antigua en El Palacio

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La exigencia, la aspiración auditiva de los tiempos modernos, con instrumentos tecnológicamente más desarrollados es diferente y más a tono con las exigencias auditivas modernas. Por dar un ejemplo, no es lo mismo escuchar un violín de cuerda frotada por el arco antiguo que por el arco diseñado por Francois Tourté.

Salta, domingo 24 de setiembre de 2017. Patio del Arzobispado de Salta. Antiqua Cámera: Zaira Olivera Hoyos, Noel Mazzaglia, David Gómez García (flautas), Eva Sola (violonchelo), Jorge Lhez (clavecín), Nicolas Atampiz, Martín Cardinale (violines), Antonio Aray (fagot). Invitado: Diego Nadra (oboe). Concierto RV 269 “La Primavera” y Trío concierto RV 103 de Antonio Vivaldi (1678-1741). Trío Sonata en do menor TWV 42 c:2 y Concierto a cuatro TWV a:3 de George Phillip Telemann (1681-1767). Concierto en mi menor de Joseph Bodin de Boismortier ( 1689-1755).
Sonata para flauta dulce, oboe, violín y continuo de Johann F. Fash (1688-1758).

El oyente de música, en general, transita un ámbito plural, diverso, variado ¿porqué? Pues porque no es posible hablar acerca del infinito campo de la subjetividad. Por tanto también resulta difícil afirmar que la música clásica sea mejor o peor que el jazz o que el folclore es mejor o peor que el tango, etc. etc. Entonces, una afirmación ideal sería que entre los diferentes géneros no hay mejores y peores sino que hay música buena o música mala aunque suene demasiado duro. No es el lugar para demostrarlo, pero es sencillo hacerlo habida cuenta del academicismo que el arte musical contiene.

Las preferencias tienen mas que ver con la formación del oyente, su sentido estético, su entorno. Por eso nos encontraremos con personas que dicen “para mi nada hay como Bach” o que “el canto gregoriano me lleva a caminos maravillosos que no son los de Stravinsky” y así llegamos a opiniones tan disímiles como incomprensibles. Por ello me parece que es mucho mejor ser ecléctico y abierto y de esa manera aparece la posibilidad de disfrutar de diferentes expresiones donde el sonido organizado se traduce en placer y no en repudio.

A pesar de lo dicho, en mi modesta opinión hay un punto en que el gusto auditivo adquiere la posibilidad de converger y éste es el correspondiente a la música del “barroco” concepto diferente al de “música barroca”. La mayoría de diletantes reconoce en ella uno de los grados más altos de perfección y belleza con sus características de música directa, accesible, amable, grata de oir.

Esto ocurrió en el concierto camarístico dado en el patio del Arzobispado salteño con los músicos citados mas arriba. En este punto es bueno aclarar, en lo que a mí respecta, que no soy partidario del historicismo aunque respeto el trabajo de investigación que los historicistas han hecho acerca de esta época de la producción musical que por supuesto tiene que ver con lo que ocurría en las sociedades del siglo XVII y la mitad del siguiente. ¿Por qué puede interesar mi posición? Porque la exigencia, la aspiración auditiva de los tiempos modernos, con instrumentos tecnológicamente más desarrollados es diferente y más a tono con las exigencias auditivas modernas. Por dar un ejemplo, no es lo mismo escuchar un violín de cuerda frotada por el arco antiguo que por el arco diseñado por Francois Tourté, un famoso lutier de origen francés de mediados del siglo XIX. Fantásticos violinistas de nuestro tiempo no podrían hacer música como la que hacen con el arco antiguo. Este detalle tiene que ver con la manifestación del domingo porque en ella pudimos escuchar instrumentos antiguos en simultáneo con instrumentos modernos y aún así, el repertorio fue lujosamente dicho.

Claro, los oyentes contamos con la presencia de un oboísta fuera de serie como Diego Nadra que de pronto está en nuestro país o en algún país europeo como Holanda al que concurre habitualmente. También disfrutamos del crecimiento técnico y expresivo del joven Martín Cardinali, el notable flautista colombiano radicado en nuestra ciudad David Gómez García, la eficiente Eva Sola y su violonchelo, el apoyo armónico del clavecín en manos del maestro Jorge Lhez o los flautistas Noel Mazzaglia -excelente su solo vivaldiano- y Zaira Olivera Hoyos. Sumo también la muy buena perfomance de Nicolás Atampiz y su violín más el fagot de Antonio Aray.

Una tarde especial en un día y lugar inusuales pero altamente atractivos.

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