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domingo, noviembre 24, 2024

Lo que compramos afecta a las especies en peligro de extinción

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Las cosas que consumimos, desde los teléfonos inteligentes, automóviles, productos de tocador y hasta ropa de marca, tienen costos que van mucho más allá del precio en una etiqueta. La producción de bienes para la exportación a menudo implica la tala indiscriminada, minería contaminante, pesca ilegal y otras actividades que causan daños, a veces irreparables, a los hábitats naturales.

Sin duda nos gustan las cosas; sin embargo, el origen insostenible de estas cosas han estado dañando la biodiversidad del planeta. Hasta ahora se sabe que mil animales han pasado a ser extintos durante los últimos 500 años, sobre todo debido a la destrucción de su hábitat. Las estimaciones varían, pero actualmente la velocidad de extinción es entre cien y mil veces mayor que la que había cuando no existían los humanos.

Sin embargo, a menos que se adquieran alimentos o productos de origen sostenible, puede ser difícil saber hasta qué punto las compras de los consumidores afectan a las especies. Los investigadores Daniel Moran de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) y su colega Keiichiro Kanemoto de la Universidad de Shinshu en Japón, han desarrollado una técnica que les permite identificar las amenazas a la vida silvestre causadas por las cadenas de suministro global que alimentan nuestro consumo.

Estos científicos elaboraron unos mapas que publicaron en la revista Nature Ecology & Evolution, con el objetivo de ilustrar el impacto de lo que llaman huella de la biodiversidad.

La mayor parte del impacto viene de los productos alimenticios y textiles, como aceite de palma, carne, té y café producidos de manera poco sustentable, así como el papel, la madera y el algodón por dar algunos ejemplos.
6.803 especies amenazadas

Los investigadores calcularon el porcentaje de amenaza a una especie en un país debido al consumo de bienes en otro, con un enfoque en 6.803 especies de animales marinos y terrestres vulnerables o en peligro de extinción definidos por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) y BirdLife International.

Se analizaron 166 amenazas originadas por la actividad humana que afectan a cada uno de estos animales, y se les dio seguimiento hasta llegar al destino último de los bienes de consumo que resultaban de dicha actividad.

Para las especies terrestres, los investigadores descubrieron que el consumo estadounidense causó amenazas a especies en el sudeste asiático y en Madagascar, pero también en el sur de Europa, Sahel, las costas este y oeste del sur de México, en Centroamérica, Asia Central y en el sur de Canadá. Quizás una de las mayores sorpresas fue que el consumo estadounidense también causó amenazas de especies en el sur de España y Portugal.

Los productos importados por Alemania tienen impacto en 600 especies diferentes situadas principalmente en Rusia, Sudán y Madagascar; la creciente demanda en Estados Unidos de aceite de oliva español está dañando las poblaciones de linces ibéricos, pues la construcción de presas hidroeléctricas para irrigar los cultivos de olivos deteriora el hábitat de los linces.

Se considera que sin contar las especies invasoras, el 30% de las amenazas que se ciernen sobre las especies en el mundo se deben al comercio de bienes y servicios, y para algunos países como Sri Lanka éstas llegan hasta un 60%.

De manera global, el sureste de Asia es la región más dañada por el comercio, principalmente en su biodiversidad marina. Los principales responsables son los consumidores estadounidenses y europeos por actividades de la pesca y la acuacultura debido a la contaminación que producen.

Mientras Europa ejerce fuertes presiones en el océano Índico, la isla Reunión, isla Mauricio y las islas Seychelles, Estados Unidos afecta el sur de Europa, las costas de México, el sur de Canadá, Brasil, España y Portugal.

El consumo de productos del mar en países asiáticos ponen en peligro a diferentes especies marinas al desarrollar una desenfrenada pesca ilegal producida por decenas de barcos chinos y de otros países, en el mar argentino, llevándose alrededor de 1 millón de toneladas de calamares anuales, que generan unos 14 mil millones de dólares.

Conclusión

Este mapa va más allá de sólo señalar responsables, representa una esperanza para mejorar las políticas de conservación en las zonas más problemáticas. Los autores proponen un sistema de etiquetas que indiquen los daños ecológicos que un producto trae a la biodiversidad.

Consumir con responsabilidad está en nuestras manos y podría obligar a las empresas a conservar su clientela al reconsiderar sus puntos de producción y cadenas de abastecimiento para atenuar los impactos a la biodiversidad.

La ubicación de puntos críticos de amenazas a la biodiversidad impulsados por el consumo de bienes y servicios puede ayudar a conectar a los conservacionistas, consumidores, empresas y gobiernos para orientar mejor las acciones de conservación.

– Imagen de portada: Mapa mundial que identifica con diferentes tonalidades de colores las rutas económicas internacionales que afectan más a la fauna silvestre. El morado indica las áreas donde las especies terrestres están en peligro de extinción, y el azul, donde peligra la vida silvestre marina. Cuanto más oscura es el área, más grave es la amenaza- imagen Daniel Moran y Keiichiro Kanemoto.

– El autor es Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales (AAPN)
Experto Comisiones Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) y,
Comunicación y Educación (CEC)
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)

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