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jueves, noviembre 21, 2024

«Tu pecado no quedará impune»: Teatro en tu cabeza

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Muchas veces cruzamos la línea en lo que respecta al teatro y nos cuestionamos, sobre todo en obras experimentales, si es teatro lo que terminamos de ver. El dilema aquí se agranda porque nos preguntamos, al abandonar la sala «Mitad del pasillo» en Alvarado 147, si es teatro lo que acabamos de no ver, al quitarnos la venda de los ojos que nos pusimos mientras hacíamos fila.

Afirmo que el teatro es para ver: el gesto, el vestuario, la escenografía, la iluminación… los signos teatrales. Ocurre que el Teatro leído subsiste con la voz y esta se convierte en el cuerpo que sostiene la obra. Diríamos lo mismo sobre el Radio Teatro, tan sostenido por la voz como con los efectos especiales que condimentan la «puesta» desde un estudio radiofónico.

Hace años tuve la oportunidad de presenciar «Lucía en el mundo de Citara», obra de teatro a ciegas que se realizó en el Salón Auditórium bajo la dirección de Lola Portal. Fue una deliciosa experiencia de la que no esperaba obtener mucho más que lo mismo de siempre y salir del teatro al menos con una gran satisfacción por haber visto una buena obra. Pero la sorpresa fue grata y me fui con diferentes sensaciones y el pensamiento que, desde los lugares menos pensados, el teatro acontece como un fenómeno maravilloso. Ver «Una experiencia sensorial: ‘Lucía en el mundo de Citara'»: http://salta21.com/Una-experiencia-sensorial-en-Lucia.html

De manera que esta no es la primera obra del «género». La diferencia es que hoy existen más y mejores formas de difusión y aquella perlita hubiese quedado sin formar parte de la historia del teatro local si no fuese por algunos partes de prensa, un álbum de recortes de la directora del Auditórium y por la mirada crítica de esta cronista que desde el 2003 hasta la fecha, se desempeña como Crítica teatral.

Anoche, en la sala que está a mitad del pasillo, intervine como espectadora activa de una obra sensorial cuyas imágenes solo están en tu cabeza como representaciones mentales. Esas representaciones corren por cuenta del público, en este sentido, dependerá de cuánta experiencia teatral tenga, y no solo con en teatro, sino con otras manifestaciones artísticas.

Estas voces corporizadas actúan como un radar en los sentidos que operan atrayendo experiencias similares. En mi caso, se trasladaron al cine y mi experiencia, más que teatral, fue cinematográfica. Lo que me ató al teatro fueron los olores y los ruidos. Las voces fueron voces de películas.

A la historia de la violencia de género se le suma un ingrediente sobrenatural: tratos con una bruja y amarres que tienen un precio para quien los solicita. Aquí la historia sale de lo común y adquiere ribetes novelescos por lo que el espectador transita por experiencias multigéneros. Sin embargo, las brujerías son cosas que están instaladas subcutáneamente en las capas de la sociedad norteña.

Tanto el fetichismo como las brujerías y las supersticiones forman parte de las creencias menos reconocidas y hasta subvaloradas de las personas de estos lares. Es parte de la ceguera de la sociedad. Resulta poco creíble alguien que mencione sus creencias del lado de la oscuridad.

El cuestionamiento que se le puede realizar a la obra es quizá la conexión dramatúrgica que realiza la autora al colocar como hilo argumental los intereses de una mujer por amarrar a un hombre cuando este ha pasado la vida golpeándola. No resulta una conexión coherente al menos que pensemos en que a veces una mujer no tiene más escape que atarse al monstruo como la gran paradoja de su vida. Pero si ella recurre a eso, es igual a él. Quizá esta idea se refuerza cuando el hijo enrostra al padre violento el daño que le causó, pero le hace notar que su madre lo golpeó más todavía.

«Tu pecado no quedará impune» se refiere a una especie de anticipación de los hechos trágicos: el que a hierro mata a hierro muere.

Y actúa como advertencia: si cometés brujerías, pagarás el precio.

Lo religioso se desliza por la obra. Sobre todo cuando a la madre muerta le rezan el «Ave María» o cuando la novia entra a la iglesia al son del «Ave María». Los rituales de magia negra muestran la cara oculta de la religiosidad. Si bien no aparecen, se representan en «Cristina», la bruja que hace los amarres para Carmela, esposa y madre violenta.

No deja de ser inquietante el planteo de la brujería. Fuera de lo común en los escenarios. Como si fuera un no tema. Otro enlace significativo: un no tema tratado por el anti-teatro o no teatro. La propuesta es acorde: el acontecimiento es congruente con lo acontecido.

El teatro adquiere así la forma de una ilusión auditiva por la que cada uno de los espectadores decidirá qué significó la experiencia.

Natalia Martínez es una gran actriz salteña que elevó la comedia al status más alto con sus excelentes interpretaciones. Pero no surgió del humor; muy por el contrario: se inició con obras de alto vuelo dramático.

Resulta un hecho auspicioso que emprenda este proyecto convencida de que se puede abarcar una multiplicidad de roles a la hora de realizar una puesta: escribir, actuar y dirigir.

La autora busca navegar por rutas alternativas. Sus años de experiencia le darán la solidez necesaria para tomar el camino correcto

– Ficha técnica:
Autor/Director: Natalia Martínez.
Actores: Marcelo Tula, Mariano Carnelli, Natalia Martínez, Soledad Lami.

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