La novela familiar y política inventó un enfrentamiento del gobernador con su padre, Rodolfo Urtubey, cultor de la derecha conservadora nacionalista, y con Juan Carlos Romero, el propietario del poder político y económico más grande de la provincia.
«Cabe preguntarse por qué el hijo de Drácula, que es joven, bello y tiene los favores de la Reina Cristina (Kirchner), tiene tanto apuro de ser ya, cuando le sobra el tiempo biológico. Es que el apuro no es de él; es de su padre (Rodolfo Urtubey actual Fiscal de Estado de Salta), el siniestro Conde, que presiente que cualquier momento sale el sol y lo disuelve. Quiere fundar un linaje vampiresco».
Así describió Marcelo O’Connor en una nota publicada en el semanario Redacción el 14 de abril de 2007 al vínculo político de Juan Manuel Urtubey con su padre Rodolfo.
Tanto Rodolfo Urtubey como Marcelo O`Connor fueron miembros de la Corte de Justicia y tuvieron (tienen) una relación estrecha con el clan Romero. Pero O`Connor es (o se proclama) socialista y Urtubey padre es considerado un conservador con las ideas típicas de una derecha más que pronunciada.
Más allá de que pudiera ser dictada por la antipatía que genera la divergencia ideológica, la advertencia de O`Connor en plena campaña (en la que aconsejaba votar por el mal menor, o sea Wayar, el «Frankenstein» que enfrentaba al hijo de Drácula) interesa hoy para escudriñar si a través de la relación «vampiresca» del padre con el hijo, el padre gobierna ahora la provincia a través del hijo, como lo previera el ex juez «socialista», que fue columnista de El Tribuno y una suerte de «ñoqui» durante el gobierno de Juan Carlos Romero.
Si O´Connor ha tenido (tiene) razón, el tinte del actual gobierno será -como lo es- ultraconservador.
Engaña-pichanga
Para limar la reticencia de sectores de izquierda que apoyaron la campaña de Juan Manuel Urtubey y convencerlos de cierto tinte «progresista» del candidato, se inventó -dentro de la novela familiar de la influyente y acomodada familia salteña- una fuerte divergencia entre el padre y el hijo que estaría dada por agudas diferencias personales y políticas.
Así también, para mostrarlo como «el candidato del cambio», se convenció a la gente que Juan Manuel estaba enfrentado con Romero.
«Puro cuento. Tanto Rodolfo como Juan Manuel han sido y son aliados del poder de Romero. La relación de Rodolfo con Roberto Romero era muy estrecha. Tanto como la que siempre tuvo Juan Manuel con Juan Carlos», comenta un analista local. «Basta observar la 4×4 de Juan Manuel estacionada frente a la casa de Rodolfo Urtubey los domingos para constatar que no hay ningún distanciamiento entre el gobernador y su padre».
La presunta influencia morigeradora de los ideales del tío Julio Mera Figuera, quien habría tenido alguna simpatía montonera en su juventud, y la admiración, al parecer auténtica, de Juan Manuel por el gobernador izquierdista Miguel Ragone no alcanzarían a contrarrestar el pesado mandato paterno.
El gobierno del Opus Dei
La religión en las escuelas, el catolicismo militante con públicas invocaciones a la Virgen, la entrega de cargos con preferencia a personajes conservadores y oligarcas, el culto a la tradición gauchesca, la persecusión a los travestis, el insulto a docentes con alusiones como «extorsionadores» o «traidores a la patria», la invocación del «orden» (palabra emblema de franquistas, procesistas y nacionalistas) en sus amenazas a los policías serían parte de ese legado paterno. De ese «vampirismo» por el cual el padre gobernaría la provincia desde las sombras a través del hijo.
Pero si buscamos huellas de un fascismo duro más allá de un conservadurismo derechoso que por momentos se camufla con signos populistas no se las encuentra en el joven gobernador por lo menos en sus actitudes o discursos. Habla de democracia, de Derechos Humanos, atenúa la palabra «orden» con el adjetivo «Constitucional», abrazó a la abuela de Plaza de Mayo Estela de Carlotto, recibió al embajador de Israel (lo cual le juega a favor en tanto aventa la sospecha del antijudaísmo típico de la ultraderecha, pero si se viera como un respaldo al actual gobierno israelí, tras la masacre de Gaza la cosa toma el cariz opuesto).
De todos modos, fuera de la aparente ambigüedad ideológica, y mirando las acciones de su gobierno, ya ha quedado claro que el gobernador de Salta está más cerca del Opus Dei y de la derecha conservadora vernácula que de las ideas progresistas que no encuentran todavía un cauce político adecuado para llegar al gobierno en Salta desde los tiempos de Miguel Ragone.
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Ver en Salta 21:
Juan Manuel Urtubey, los claroscuros del candidato enigma
http://www.salta21.com/spip.php?article232