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lunes, noviembre 25, 2024

“Mi primera meta es levantar el telón”

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Bailó con Godunov y Nureyev, y ahora dejó su puesto de maestra en el estudio de Julio Bocca para aceptar, sin titubeos, el cargo que le ofreció el nuevo director del teatro, Pedro Pablo García Caffi. Dice que, en 2010, el teatro “abre o abre”.

“No lo pensé dos veces”, dice Lidia Segni. Hace algunas semanas, cuando el nuevo director del Teatro Colón, Pedro Pablo García Caffi, le propuso hacerse cargo de la dirección del Ballet Estable, ella aceptó sin titubeos. Su designación se hizo pública la semana pasada y, aunque todavía no abandonó su rutina como maestra en el estudio de Julio Bocca –también lo es del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín–, Segni ya está subida al ritmo febril de los preparativos y el inicio de una gestión que nadie puede imaginar sencilla. “No esperes que, a quince días de asumir, saque la varita mágica y resuelva todo, pero tengo polenta. Soy una persona muy segura, sé que cuando me propongo algo lo consigo y no tengo el menor problema en trabajar todo lo que haga falta.”

Esta cordobesa, que atesora en su memoria actuaciones junto a Alexander Godunov y a Rudolf Nureyev –durante sendas visitas de las superestrellas rusas a Sudamérica–, fue integrante de la compañía oficial de su provincia y del Ballet del Argentino de La Plata, antes de ingresar por concurso al Ballet Estable del Colón, en 1970.

Dieciséis años más tarde se jubiló como primera bailarina en la compañía que ahora dirigirá, y en la que pasó por todas las jerarquías. “En cada teatro empecé de abajo. En Córdoba fui cuerpo de baile y llegué a primera. En La Plata fui cuerpo de baile, corifea, solista, primera. Y era primera en La Plata, hacía todo el repertorio, cuando me presenté a concurso en el Colón y entré al cuerpo de baile. Nunca evité un escalón”, se jacta. Ya retirada como bailarina, durante los noventa tuvo su período más mediático como directora del Ballet Argentino de Julio Bocca, con el que recorrió el mundo.

Concursos, sistema de jubilaciones, cantidad de funciones ya formaban parte de la pesada agenda de históricos asuntos pendientes del Ballet del Colón a los que, desde 2006, se agregan todas las derivaciones conocidas del cierre del teatro. En el momento de la entrevista, Lidia Segni ultimaba detalles de la programación de emergencia y extramuros de 2009, sobre la cual mantiene un hermetismo cordial pero firme, a la espera del inminente lanzamiento oficial.

No es la primera vez que García Caffi la convoca: ya lo hizo en 2000, cuando era director del Argentino de La Plata. “En el Argentino me dio todo el apoyo. Hay algo muy importante: para él todos los cuerpos tienen el mismo valor. Cosa que no sucede con otros directores para los que la ópera, por ejemplo, lo es todo, y el ballet queda relegado a ver en qué hueco lo meten.”

¿Con qué expectativas vuelve a la compañía del Colón, ahora como directora?

– En el ballet hay valores increíbles. Mi primer propósito, mi primera meta, es que esta gente pueda bailar, levantar el telón. Cuando yo entro a un lugar, defiendo al cuerpo. Yo sé lo que es ser bailarín.

¿Qué líneas generales de trabajo puede anticipar?

– Quiero lograr una renovación de repertorio. Hay obras que no se deben perder, pero también quiero cosas nuevas. En cualquiera de las grandes compañías del mundo están Romeo y Julieta, Cascanueces, Lago, Quijote, pero también hay otras cosas. La compañía del Colón es una compañía clásica, pero tiene que tener diversidad, no puede ser ajena al siglo XXI. Tiene que haber una proporción de danza contemporánea, no nos podemos quedar. Otra cosa que tengo en mente es llevar a la compañía al interior. Y además, aunque alguno va a decir que estoy loca, quiero sacar a la compañía al exterior. Porque pese a estar cerrado, pese a todo lo que los argentinos sabemos, el Colón afuera sigue siendo un nombre pesado.

¿Confía en una reapertura del teatro en 2010?

– Si yo no tuviera confianza, no habría aceptado, porque la temporada que estoy armando para 2010 no entra en otro lado. El Colón se abre o se abre. No hay otra.

– Por Irene Amuchástegui – Crítica – 11/03/09

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