La obra de Piazzolla son viajes de ida y vuelta, como dice la musicóloga española Elisa Ramos, donde referentes culturales e identidades se fusionan en feliz mestizaje y nuevos lenguajes musicales. La mayoría de los temas fueron el vehículo para una noche infrecuente.
Germán Mercado (bandoneón), Juan Ramón Jiménez (violonchelo), Marcelo Sutti (contrabajo), Salvador Rueda (guitarra), Nicolas Atampiz (violín), Alicia Carbonell (piano). Páginas de Astor Piazzolla (1921-1992). Casa de la Cultura. Miércoles 22 de abril de 2009.
Cuando escribí la crítica referida al último concierto de la Orquesta Sinfónica de Salta, del 9 de abril ppdo., hice mención a un proyecto de grabar un disco de música argentina ejecutada por nuestra orquesta. Se publicó la nota y debajo de ella aparecieron comentarios laudatorios sobre la idea. Entre esos comentarios había uno de un señor Aníbal Matías que luego de alabar el proyecto, decía que confiaba en que no habría nada de las “numerosas tonterías escritas por Astor Piazzolla”.
Si este señor hubiera estado en el concierto brindado por los músicos citados en el epígrafe tal vez hubiera opinado diferente acerca del que para muchos es el segundo compositor de música argentina del siglo XX. La obra de Piazzolla son viajes de ida y vuelta, como dice la musicóloga española Elisa Ramos, donde referentes culturales e identidades se fusionan en feliz mestizaje y nuevos lenguajes musicales. Por supuesto, hoy ya no son tan nuevos pues luego de un largo periodo en el que el oyente captó la esencia del mensaje, hoy ya Piazzolla es un clásico que se encuentra en cualquier escenario el mundo.
Las Cuatro Estaciones , Adios Nonino , Tangata , Soledad , Kicho , Fugata , Milonga , Muerte y Resurrección del Ángel , fueron algunos de los temas con el que el grupo de músicos, ya sea en trío, quinteto o sexteto, fueron desgranando para mostrar una pequeñisima pero significativa muestra de sus casi 400 páginas que él solía llamar “música de Buenos Aires” como una manera de diferenciarse del tango tradicional, al que Piazzolla revolucionó desde cualquier punto de vista.
El ensamble de esta noche no dejó nada en el tintero: síncopas, acentos, fugas, glisandos, marcación de ritmos en la caja del contrabajo o el bandoneón, cuerdas frotadas tras el puente, sutiles cambios de tonalidades, todo para expresar no solo su enorme cantidad de ideas, su lirismo, sino también para traer un sentimiento único e inigualable.
Todos en un alto nivel: Carbonell, Atampiz, Rueda, Sutti, Jiménez y para el último un casi adolescente Mercado que no sólo toca bien el bandoneón sino que entendió perfectamente el canto piazzollístico. La mayoría de los temas en arreglos de José Bragato, aunque hubo también de Juan Ramón Jiménez, fueron el vehículo para una noche infrecuente.
