Si del cuarto poder hablamos deberíamos sumar al centralismo porteño la irradiación de sus medios de comunicación por todo el país. Realmente culpar a los empresarios de esta invasión es como señalar a alguien con el dedo doblado.
El estado nacional, si verdaderamente es nacional, debe implementar medidas políticas para que la comunicación sea objetiva, local y nacional; pero andamos como pisándonos el poncho entre los que nos decimos argentinos.
Es evidente que el monopolio es la ley del más fuerte y así se ve cómo nuestras industrias fueron quedando en el tiempo como una nostalgia de la gloria del genio argento, primero en manos privadas y ahora tomadas por transnacionales o grupos capitalistas del todo extraños. Así vemos cómo nuestra tierra y su producción van paulatinamente pasando a la administración y explotación foránea. De los yacimientos de minerales y petrolíferos ni hablar: el estado nacional los concedió para lograr … ¿una mayor renta?
Es decir, que las riquezas y el poder se van transfiriendo o esas riquezas van siendo absorbidas por poderes que nada tienen que ver con la patria… Y si hablamos de poder, los medios de comunicación son un poder elementalmente necesario y básico para cualquier sociedad.
Visible es la invasión cultural que resultó la producción cinematográfica de los EEUU. y en cuanto viró nuestra identidad (y no sólo la nuestra) influenciada por sus películas desde hace cinco décadas por lo menos. Por ejemplo, resulta que esta situación creó en el subconsciente colectivo (que frecuentemente se hace consciente) la idea y la imagen de que su trapo es triunfador y exitoso mientras nuestra bandera flamea cargada por las manchas y el peso de la frustración, el desencuentro, la desesperanza y la falta de cohesión en la identidad.
Hoy en Salta, y en las mayorías de las provincias del país, se asiste a una invasión inescrupulosa de los medios de comunicación centrales, los cuales favorecen la alienación y la despersonalización de las gentes provinciales (con sus típicos programas amarrillos totalmente extraños a nuestra forma de vivir, de los reality ni hablar; sus noticieros que dejan la información provincial en el perímetro de sus emisiones y frecuentemente recalcan la que desprestigia; sus informes de subtes, autopistas y pronóstico del clima que nada tiene que ver con nuestro movimiento ciudadano y con nuestra geografía; etc.etc.etc.). Y esto también es invasión cultural. Es increíble que no se tenga un canal de TV Salteño que se interne en nuestra realidad para fomentar el crecimiento de nuestra idiosincrasia. La programación local es escasa y profundamente limitada sobre todo en recursos materiales.
Estas situaciones de “megalomanía porteña con fachada de estado nacional”, hoy en pleno siglo XXI, dejan en claro que en su vago intento de subestimar las culturas provinciales, estas se fortalecen en sí mismas y en algún momento se exigirá una reparación histórica del avasallamiento de las identidades locales. Por lo menos los salteños tenemos la grata tendencia a ser nosotros mismos. Quizás otras provincias tengan algo de pudor en mostrar su forma de ser, quizás otras estén algo dormidas, quizás otras son muy jóvenes y no tienen capacidad de “autonomía”, otras quedaron sumidas en la miseria y no les queda otro recurso que arrodillarse ante la dádiva central. Poca dignidad, poca autoestima, poca fe en uno mismo.
La integración de los pueblos de la Nación se hace desde los perfiles bien definidos y no desde la destrucción paulatina de las características culturales propias en el intento diario de masificar la riqueza de la diversidad en una pseudo-identidad nacional, intento que lleva ya casi doscientos años.
Ojalá que la iniciativa del los empresarios, periodistas y del estado provincial logren una autonomía transparente, efectiva y sana en las comunicaciones locales para contribuir al bien de la sociedad salteña y desde esta situación favorable al bien nacional y porqué no mundial.
