Finalmente la tucumana más universal se despidió de este mundo. Su voz ya es parte de la cultura más auténticamente indoamericana. Una vida en la que el talento y la personalidad de una artista única se unió a la lucha social en favor de los pobres.
En los últimos días se salud se deterioró y estaba grave. Finalmente murió esta madrugada y sus restos son velados en el Congreso Nacional.
La televisión muestra el desfile incesante de personalidades, cantantes, artistas, ciudadanos que se acercan a darle el último adiós a la «Negra», que falleció a los 74 años.
También se reeditan imágenes, fotos, entrevistas, conciertos. Allí aparece una Mercedes jovencita, con cintura de avispa. Su biógrafo Rodolfo Braceli recuerda anécdotas y cuenta su paso por Mendoza, en el inicio de su carrera.
En la capital de la provincia cuyana se nutrió del proyecto de un grupo de folcloristas, poetas e intelectuales que buscaban renovar la expresión del canto popular argentino y latinoamericano ahondando en lo más auténtico del arte popular y buscando nuevos caminos de difusión y encuentro con el público.
Luego vino su triunfo en Cosquín, su radicación en Buenos Aires, el exilio, su proyección internacional. «Ella admiraba a Atahualpa Yupanqui» dice Braceli. Y Alejandro Lerner señala que no sólo tenía una voz única, sino una personalidad extraordinaria y un gran corazón. Los cantantes la llaman «madraza» por el generoso apoyo que dió -ya consagrada- a los creadores e intérpretes, y le agradecen la difusión que dió a las obras de la nueva generación de compositores, abriendo un amplio panorama más allá el repertorio tradicional que con ella alcanzó nuevo brillo y vuelo poderoso.
Mercedes Sosa cantó con Luciano Pavarotti, con Charly García, con Milton Nascimento. Ofreció recitales en Europa y en toda Latinoamérica y su canto llegó a rincones insólitos del mundo.
Del Cuchi Leguizamón a Charly García
Su generosidad, su visión abierta en la que sólo primaba la calidad estética y el amor a lo propio -dentro de un mundo cultural que tiende a sobrevalorar lo ajeno- la llevó a cantar los temas del rock nacional y de la música popular argentina de la segunda mitad del siglo XX. Quizá fue la figura que con más potencia y eficacia transmitió las grandes creaciones del nuevo folclore argentino y del tradicional al tiempo que supo captar la sensibilidad de la música ciudadana de nuestro país de las últimas décadas. Del carnavalito de la Quebrada a «Yo vengo a Ofrecer mi Corazón» de Fito Páez, de la zamba de Lozano de Castilla y Leguizamón a «Cuando ya me empiece a quedar solo» de Charly García, navegaba sin tropiezos en una continuidad que anula las falsas dicotomías de lo nuevo y lo viejo, lo campestre y lo urbano.
«Yo empecé imitando a Lolita Torres, me gustaba cantar esas hermosas canciones españolas», explicó en un reportaje. Desde muy chica todos aceptaban naturalmente en su familia que ella cantaba y que iba a ser artista.
Se ha señalado su origen tucumano, sus ancestros santiagueños, su despegue desde Mendoza, su consagración en Córdoba y su éxito pleno en Buenos Aires, así como su exilio en Madrid.
Cabría también destacar su relación íntima con Salta, su amistad con nuestros más grandes creadores como Manuel J. Castilla y Gustavo Leguizamón, el lugar que en su tremendo amor por el folclore ocupó el arte cancionero y folclórico salteño como algo natural, y de tan natural casi invisible.
Latinoamérica la acunó como una madraza protectora, como una pachamama india fuerte y amorosa. Y ella se conectó con la trova cubana, con la música brasileña, ya desatada, volando cada vez más alto al tiempo que su cuerpo ya empezaba a declinar.
En su recital en Buenos Aires el mes pasado la bahiana Daniela Mércury recordó en el Luna Park cómo surgió, naturalmente, su participación en el último disco de Mercedes Sosa «Cantora». Dijo la cantante brasileña que Mercedes estaba en Brasil en un encuentro social, se vieron y la invitó. «Tenemos que hacer algo juntas». Y luego la llamó para grabar.
Pero todo eso ya es anecdótico. Ahora la Negra es cósmica. Se fue para siempre, pero se queda en el corazón del pueblo, en el latido de su arte sin par, en su personalidad fuerte y sensible que tuvo que soportar agravios en los últimos tiempos de quienes la quisieron destruir sólo porque le dió su apoyo al gobierno de Cristina Kirchner sin recordar el coraje cívico con el que ella enfrentó a la dictadura de Videla.
Ahora que acaba de morir ya la comparan con Carlos Gardel. El tiempo le dará el lugar exacto a su figura dentro del canto argentino y latinoamericano, donde sin duda ya tiene su estrella en un universo musical riquísimo que ella, como pocos, supo valorar y hacer brillar de modo extraordinario con pasión, estilo, sentimiento y gozo.
Adiós a Mercedes Sosa, la voz de Latinoamérica
Realmente una pérdida grande para Argentina y para el mundo musical latinoamericano. El mensaje de «La Negra» nos llegó a muchos y nos hizo comprender y apreciar a los compositores de su continente. Inolvidables versiones hizo de «Gracias a la Vida», «Balderrama», «Alfonsina y el Mar», «Arana» y tantos otros títulos. Esa voz naturalmente impostada, su tono dulce, su enunciación tan expresiva, su manera de transmitir el mensaje de esas canciones, realmente no lo podremos olvidar nunca.
En el año 2003 tuve el privilegio de presenciar en vivo, en el Teatro Colón, a dos damas gigantes d las artes musicales de Argentina y del mundo, Mercedes Sosa acompañada por Martha Argerich y una orquesta de cuerdas. Hubo gente que dijo que ambas estaban un poco incómodas por ser de mundos diferentes. Yo simplemente estaba tan emocionado de poder vivir ese momento que no noté nada malo.
¡Gracias, Negra, no te olvidaremos nunca!
Felipe Izcaray, desde Venezuela
P.D: La cobertura de la noticia del fallecimiento de Mercedes Sosa en los medios venezolanos ha sido total. El domingo por la mañana se le dedicó un especial de 2 horas en el canal Globovisión, y se han estado transmitiendo las imágenes del funeral, y del interminable desfile de gente diciendole el último adiós a «La Negra».
Adiós a Mercedes Sosa, la voz de Latinoamérica
En la conjunción de vida / de militancia y de cristalizar un sueño / encontras la justificación de existir./ Ves tu trabajo tu intención tu sangre/ cantado x ELLA /coronando el cuadro estético de mostrarnos /el aire, el fuego /el agua la tierra.