En la historia de la música occidental, han habido infrecuentemente, óperas que se convirtieron en ballet o viceversa. No es tarea sencilla. El oyente operístico va escuchar lo que le agrada y dadas las condiciones de un ballet es como que se queda a mitad de camino.
Salta, jueves 19 de 2009. Teatro Provincial de Salta. La Traviata (Giuseppe Verdi). Versión de ballet con coreografía de Iñaki de Urlezaga y adapación sinfónica de Luis Gorelik. Iñaki Urlezaga (Alfredo Germont). Eliana Figueroa (Violeta Valery) y Franco Cadelago (Torero principal). Ballet “Concierto” dirigido por Lilian Giovine. Vestuario Rodolfo Sorbi. Escenografía diseñada por Daniel Feijoo. Orquesta Sinfónica de Salta. Bajo aforo vendido. Dirección Musical: Luis Gorelik.
El público no sale totalmente conforme porque por lo general no va preparado para ver lo que este tipo de adaptación puede mostrar. Ni hablemos de oír.
Esto pasó el jueves en la primera presentación mundial de La Traviata convertida en ballet. Reconozco que el trabajo tiene, desde lo musical, un planteo inteligente. El arreglador usó los aspectos musicales más conocidos de la ópera, como por ejemplo: su bello preludio, el brindis, un día feliz, siempre libre, de mi ardiente espíritu, dicho a la jóven, de Provenza al mar, el preludio final, adiós al pasado. Sobre esa base Urlezaga diseñó una coreografía adecuada aunque si no se conoce la ópera, tal vez quedaron aspectos a resolver en lo referente a claridad del mensaje.
La historia, real por otra parte, comienza cuando Alphonsine Duplessis llega como ayudante de costurera a París. Era bellísima en sus poco más de quince años. A los dieciséis ya se llama Marie Duplessis y se ha convertido en la cortesana mas requerida de la nobleza parisina. Entre sus amores participa también por poco tiempo el escritor Alejandro Dumas (h). En los salones de ella se vive una vida casi licenciosa y muere a los veintitrés años de la plaga blanca que azotaba gran parte de Francia. Está enterrada en el cementerio de Montmartre. El escritor la recuerda tiempo después con su famoso libro “La Dama de las Camelias” por ser éstas las flores que siempre había en su casa y teje una historia que la deja digna para recordar. En esa historia se llama Margarita Gauthier y él Armando Duval. Ella se enamora de él y deja su azarosa vida por el amor que siente por él. Giuseppe Verdi, ve la obra de teatro y decide componer su famosa La Traviata donde ella se llama Violeta Valery y él Alfredo Germont y en la cual queda claro que la cortesana reivindica su vida por un amor verdadero. No sigo, con el argumento pues vale la pena verla en futuras reposiciones.
Hay momentos magníficos en el ballet. El “pas de deux” en el primer cuadro del Acto I. El solo de Urlezaga en el segundo cuadro. El pedido de Germont (padre) a Violeta para que deje a su hijo en el mismo cuadro. El desfile de disfraces en el carnaval de París con Violeta ya muy enferma, con su notable Torero principal a la cabeza, una lujosa escenografía y un vestuario propio de las grandes producciones. Es oportuno reconocer la estupenda labor de Eliana Figueroa como Violeta. Fue el brillo de la noche. De buena actuación la orquesta salteña. Dejó bastante que desear el ballet “Concierto” que mostró notorios altibajos donde los bailarines estuvieron mejor que las bailarinas. Estas últimas casi nunca acertaron uniformidad, por ejemplo, en el golpe de la pandereta con el paso dado. Y sobre el final la muestra de desesperación de Alfredo ante el cuerpo inanimado de Violeta. Allí se vio, tal vez, una torpe violencia y no angustia ni dolor y estimo que esa escena final solo puede expresar no solo un espíritu atribulado, sino la infinita pena de Alfredo que asume la partida definitiva de la mujer que ama. Seguramente estas funciones de Salta, servirán para corregir estos aspectos antes de darse la obra en Buenos Aires.
– NdR: Las fotos corresponden a la noche del 20 de noviembre de La Traviata.
Y la Opera fue Ballet
Califico la puesta simplemente como » buena», no lo muy bueno que se esperaba de la compaía de Iñaki . A excepcion de Eliana Figueroa,- siempre excelente y muy profesional – quien además de ser la única que «bailó » , además de lo drámatico del rol, lo demás bastante mediocre. Escenografía y vestuario fue lo mejorcito de la puesta y eso que contaban con la ventaja de la Mùsica de Verdi,que, quien no conoce y ama a «la Traviata» ? Arreglos musicales buenos, pero no agradaron los cortes o la manera como «achicaron» la partitura para la coregrafìa. De paso, la coreografìa confusa y despareja en muchas partes para el cuerpo de baile,multiplicidad de movimientos que no podìa uno capturar visualmente. Y coincido con lo de la coreografia de Germont ( padre) que nada que ver con el estilo de las otras, además una interpretación de baja calidad.
El Ballet Concierto, bastante mal nivel- aunque zafaban por las luces, la musica alegre, los colores y una escenografìa bastante interesante.
Resaltaron los pas de deux de Iñaki-Eliana y los solos de ambos. El final, más que tragico , fue tragi-comico . Notorio el saludo , donde la caracteristica y exagerada arrogancia de Urlezaga aparecio nuevamente. En general, un espectáculo que pudo haber contentado a los «neofitos» de la danza y mùsica, pero no a los que algo conocemos.
Y la Opera fue Ballet
Algunas cosas más para agregar sobre la función y por qué no se puede estar del todo conforme.
Tanto en el primer cuadro como en el tercero (las «fiestas mundanas»), me pasó algo con el ballet: o había demasiadas personas en escena, o bien los figurantes no supieron hacer su parte. Era tanto el movimiento de personajes que no se sabía quiénes bailaban y quiénes no. Era como si en la ópera los coreutas se cruzaran por delante de los solistas sin que les toque cantar siquiera.
Concuerdo con la escena final. La desesperación de Alfredo por la muerte de Violeta rayó en lo grotesco, en especial la manera en que toma el cuerpo de su amada en brazos y lo sacude con tal violencia que no se sabe si la amaba o quería deshacerse de ella. Una exageración que hasta podría haberse tomado por cómica (a mí al menos me recordó en algo a Les Ballets Trockadero). Otro tanto- aunque disienta con el sr Carrer- me pasó con el señor Germont y sus pasos de danza contemporánea. Un poco fuera de lugar en comparación con la fina interpretación de Violeta. En suma, creo que las actuaciones de la pareja protagónica estuvieron muy por encima del cuerpo de baile, aunque debiera ser todo un trabajo en conjunto donde tales diferencias no se notaran. Nureyev solía destacar la importancia del cuerpo de baile para el éxito de un ballet.
En cuanto a la orquesta, coincido en que estuvo bien, a pesar de algunas pequeñas irregularidades que se escucharon en las cuerdas y en los metales. Pero no fue ese el detalle, sino lo que se escuchaba en los silencios. Si en una ópera un coreuta o un solista aprovechara un silencio para ponerse a silbar o cantar cualquier otra cosa quedaría muy mal, tanto como el músico que toca notas de más en los silencios. Si no, ¿por qué se escriben los silencios o las pausas en las partituras? Y ni qué hablar del intervalo. Por allí se escuchó algo muy parecido a la introducción al Malambo final de Ginastera ¡Tranquilos, chicos, algún día lo tocarán con Dudamel!