Tuvimos un diálogo breve de pasillo con Leyrado, Grandinetti y Marrale luego de la función, mientras el público se tomaba fotos con los cuatro actores de la obra y les pedían autógrafos. Estos tres actores junto a Arana, protagonizan una obra de alto vuelo artístico y sus talentos no dejan lugar a dudas.
Con Baraka (de María Goos) te reís, te sorprendés, disfrutás, aplaudís (en medio de la obra) y llorás. No hay escapatoria. Hicieron temporada durante un año y medio en el Teatro Metropolitan de Buenos Aires, por lo que suman ya 200.000 espectadores. Durante el verano, en Mar del Plata, la obra recibió los premios Estrella de Mar a la mejor comedia dramática, mejor actor Jorge Marrale, mejor director Javier Daulte y Revelación Paula Kohan. Merecidísimo.
La obra nos instala en una contradicción pues baraka significa alguien que ha salido favorablemente de una situación muy peligrosa. Cuatro amigos corren distinta suerte frente a ello porque no todo, como en la vida misma, sale según lo que se espera.
La primera escena descubre a un personaje conflictuado, Pedro (Darío Grandinetti), que vive en un confortable departamento y luego de haber pasado 22 años como empleado público de la municipalidad oficiando de “guardián” de una colección de pinturas olvidadas, aparece una inesperada valoración por estas obras de arte tras la muerte del artista, que ahora el municipio le reclama. La escena es invadida por Julián (Juan Leyrado), un político acomodaticio y ambicioso que aspira al cargo de Ministro de Relaciones Exteriores, que trae consigo un problema conyugal y se instala en el hogar de Pedro, un homosexual equilibrado, ordenado, serio. Deciden avisar a Tomás (Jorge Marrale), un abogado que acaba de salir del psiquiátrico, para que tome el caso. Se suma el cuarto amigo, Martín (Hugo Arana), director de teatro, quien anuncia el próximo estreno de su obra.
Todos simpatizan entre sí, recuerdan viejas ilusiones y comienzan a develarse sus verdaderas opiniones sobre el otro. Terminan por aceptar que no han cumplido con sus verdaderos deseos, salvo Martín que ha hecho lo que quiso pero a costas de “actos” que terminarán por poner en dudas su moral. Julián tuvo que codearse con la izquierda siendo conservador, Pedro está solo y se quedó como empleado mediocre, Tomasito enloqueció después de las drogas. El deseo por salvar a Pedro acaba por ser la última aventura de los cuatro amigos en un sorpresivo final. En el transcurso, vamos conociendo más a los personajes y nos enteramos que Pedro ya no tiene las pinturas, vendió parte de ellas y su valor asciende ahora a 3 millones. El político pudo haber hecho algo por él pero nombrado Ministro de Cultura (sin ser apto para el cargo), da un paso al costado a favor de sus intereses. No sabe nada de Cultura como muchos de los que hoy están en este cargo, ni siquiera sabe sobre su familia, no ayudó a Tomasito con su enfermedad y su máscara se cae: es un trepador, un egoísta, un oportunista. Tomasito arma un ficticio discurso ante la jueza pero su estado de salud no le permite llevarlo adelante.
Entre tanto, Julián cumple años. Esta escena fue aplaudida por el público cuando los cuatro actores bailan juntos un esquetch que recuerda épocas de felicidad en medio de esta celebración. Por idea de los amigos contratan una estreeper y aquí viene la participación de la actriz revelación. Julián no quiere acostarse con ella y le cuenta el momento del nacimiento de su primera hija. Todo explota en risas cuando ella habla en ruso y nos enteramos que no ha entendido el relato. Entran los amigos y Martín, enojado, quiere llevársela a la cama porque no quiere que los 900 pesos se tiren, y se revela su impotencia frente a esta chica. Es una escena fuerte, donde los amigos discuten y piensan que la contratada debe irse, por lo que vemos la primera parte perversa de Martín.
El director va a fondo y no retacea ni evade los conflictos de los personajes en ningún momento, no se hace “como si”, la violencia física y verbal, lo sexual, el erotismo, las virtudes y los defectos, la locura, la ambición, la perversión, la amistad, el olvido, la desnudez, la muerte, se ponen de manifiesto. Esto es muy acertado. Nos permite emocionarnos y creer en lo que vemos.
La obra toca situaciones cotidianas de complejas problemáticas. Grandinetti se luce en su papel, Leyrado nos conquista con su temple, Arana transmite la madurez de un gran actor y Marrale nos encanta, nos enternece, nos enamora, nos hace amar a Tomasito. Los cuatro talentos en escena, unidos en Baraka , conforman un cuartetazo de lujo, lo mejor que vi en Salta en lo que va del año, a la par de “Rose” con la brillante actuación de Beatriz Spelzini.
El quiebre de la amistad está dado por los intereses de cada uno, insalvables. La imagen final es tan impactante, que luego de haber disfrutados de humoradas junto a ellos en una risa reflexiva y nerviosa, la amargura nos conmueve hasta la garganta. Un ser sin vida yace en el departamento lujoso, acaso la mejor imagen de una vida extinguida en el fracaso de los sueños, en la conflictividad de la madurez, en la añoranza de una amistad que naufraga. No hay metáforas, hay hechos y sin embargo, la imagen es tan poética que vivimos ese desconsuelo que nos permite pensar hoy, cómo estamos viviendo y hacia dónde vamos.
Excelente. Una obra magistral, actual, sin baches, un espectáculo completo, con exquista música y gran escenografía. La única vedette de la noche fue el talento de estos actores. Genial.
Touch and talk
Juan Leyrado con Salta 21
Te vi en 6 7 8… Te toca justo un personaje totalmente ligado a la política. Creés que repercutió o va a repercutir en forma crítica en los ámbitos culturales de Buenos Aires? El Ministro de Cultura se acerca totalmente a la realidad…
– Es relativo. Se acerca a los Ministros que son así. No son todos los ministros así. No son todos los médicos así… este ministro es así. El que está ligado al poder siempre está cerca de este tipo de problemáticas.
¿Fuiste a la reapertura del Colón?
– No, de ninguna manera. El Colón es del pueblo. Donde está Macri, yo no voy a ningún lado … Fue Fort y toda esa gente…
Darío Grandinetti con Salta 21
Hiciste otra vez un desnudo, ¿cómo te sentís con esto?
– Muy bien.
¿Te gusta?
– Qué cosa…
Hacer un desnudo…
– No me parece lo más importante de la obra. La verdad…
No, no es lo más importante.
– No. Ni siquiera mencionarlo. Hay muchísimas cosas en la obra para ver… Y si vos viste eso…
Pero te hizo fama… o no…
– La obra tiene otras cosas…
Jorge Marrale con Salta 21
¿Cómo sentiste la ovación del público esta noche?
– Muy bien. La verdad que estoy muy contento, siempre que venimos a Salta nos pasa lo mismo, es un público muy receptivo, con muchas ganas, estoy muy feliz.
Después de verte en Vidas robadas, me atrapaste con tu ternura en esta obra…
– Bueno, eso es lo mejor de hacer cosas distintas…
Se vio realmente a un actor, en otro personaje.
– Absolutamente, esto es lo bueno de poder hacer teatro y la posibilidad de mostrar caracteres distintos…
El loco termina siendo el más cuerdo…
– El tipo tiene un agujero en el corazón.
Componer este tipo de personaje, ¿es liberador o traumático?
– Nosotros hacemos papeles durísimos, difíciles, muy bien recibidos por la gente. Hay mucha identificación con lo que pasa… Uno ve que la gente se identifica, que conoce ese costado del personaje.
Hay mucho respeto por el público del interior, no siempre las obras que vienen de Buenos Aires se presentan como allá…
– Nosotros somos respetuosos del público. Como la hacemos en Buenos Aires la hacemos acá…
Fotos de Salta 21 (Miguel Brizuela). En portada, Pedro, Martín y Tomasito en el bar de la casa de Pedro. Foto 2, Juan Leyrado en el hall del Teatro del Huerto. Foto 3, la escena del festejo del cumpleaños de Julián. Foto 4, la autora de la nota dialogando con Darío Grandinetti. Foto 5, Marrale.
– Notas relacionadas:
Baraka, un elenco potente de gira por el norte
http://www.salta21.com/Baraka-un-elenco-potente-de-gira.html
Rose, una judía; Beatriz Spelzini, una gran actriz. El cielo y el infierno en una fusión perfecta
http://salta21.com/Rose-una-judia-Beatriz-Spelzini.html