El paraíso de los amargados: «si nosotros podemos, ustedes también»

Ellos lo hicieron. Un grupo de alumnos del elenco de Teatro “El Paraíso de los amargados” dirigidos por el profesor José Sivila, del Sector Terapia Ocupacional del hospital Dr. Miguel Ragone, presentó el sábado 7 de agosto a las 21 hs. en La Fundación, “20 años no es nada”.

El arte es un camino que les permite la libertad de expresión, de creación, de movimiento. Todos estos artistas han depositado en el escenario su deseo, el de actuar, cantar, escribir, leer, vivir. Muy dignificante y significativo, además, sumamente importante para la sociedad el hecho de que podamos verlos en el escenario, dándonos lo mejor de sí.

El Paraíso de los amargados celebró el 60º Aniversario de la creación del Hospital Dr. Miguel Ragone y sus 22 años en escena; finalmente exclamaron: «por 20 años más». Entre el público, había personal del Hospital psiquiátrico que se emocionaron por el trabajo presentado por sus pacientes, alumnos del director.

Juan Carlos Aguirre al inicio, nos regaló danza y expresión corporal. Usó una silla para componer imágenes y vimos a un artista desplegar una teatralidad sugerente.

Jorge López usó su expresividad para leer un monólogo titulado «Bajo la cama» , semi dramatizado y con un grito final potente: «cara de guerra», especie de ensayo de esa cara que hay que poner y no sale, sobre todo cuando alguien defenddió su propio territorio y sintió temor por las bombas.

«Alas» , interpretado por Lucio Balderrama, abordó una historia humorística de un hombre que trata de escribir una historia, y antes lee algo de un escritor en el diario: «Historias verdades y sutilezas de la vida real». Pero este personaje también puede contar una historia cuyo tema es la libertad. Y lo logra.

A continuación, se proyecta el cortometraje «Los Nadies» basado en un cuento de César Alurralde, con edición de Alejandro Ahuerma y dirección de José Sivila, en el que se destaca el trabajo actoral de Lucía Mamaní. Cuenta la historia de un desalojo a la familia Quiquinte, exhibe el contraste entre los poderosos y los marginales y el sinsentido del maltrato social. El corto está dedicado a los del barrio «El cambio» (elocuente símbolo del olvido gubernamental por aquel rancherío).

Con júbilo, Don Liquín e Isidora Sánchez nos hicieron disfrutar de coplas y bagualas graciosas, cantadas con sentimiento y con una tonalidad particular. Los presentó el director de El paraíso de los amargados, José Sivila, quien luego tomó el micrófono y comentó que esa misma noche, en 14 ciudades, se daba en forma simultánea una actividad artística, hecho integral y programado por los Artistas del Borda. Contó que el elenco antes mencionado, se formó hace 22 años, que participaron en 5 festivales internacionales por lo que en noviembre del 2009 fueron a Mar del Plata con este espectáculo. Hace 20 años habían participado por primera vez de un festival internacional, ocasión en la que viajaron en tren. «Fue una experiencia maravillosa»– sostuvo.

Comentó que el taller de teatro en el Hospital Miguel Ragone, «es un espacio de apertura para los que tengan inquietudes de los alumnos donde se les pemite expresarse libremente». Y nos entregó una anécdota, que por tantas, eligió la de un poeta muy alto que andaba descalzo por el Hospital porque sentía que los otros tenían que poder usar sus zapatillas, las que se dejaba robar… ya que él había usado unos buenos zapatos toda su vida. Por recomendación médica, había vuelto a escribir en el taller del profesor. Sivila pudo ver una última parte de sus trabajos y luego viajó con el elenco a un festival. Al regresar, se anotició que el poeta había muerto al resbalar y darse un golpe.

Todos juntos, entonces, y en homenaje a aquel hombrecito de las letras, cantaron una de sus canciones: «A veces sigo a mi sombra» , como muestra la imagen de portada.

Cuando el artista Juan Pablo leyó su carta, al final del espectáculo, supimos que la había escrito desde su más profunda interioridad, aquella que le permite tomar conciencia de su propia situación, aquel dolor clavado dentro suyo, pero también esa esperanza de continuar aunque un mundo de sombras pueda irrumpir en su alma. Su corazón intacto se sumerge en la vida y clama desde su lugar: «si nosotros podemos, ustedes también». Juan Pablo, de alguna manera, nos liberó, y así, ganó su propia libertad. La barrera que nos pone a unos de un lado y a otros del otro lado, se borró pues el secreto está en «se puede». Y todos fuimos Juan Pablo, deseantes de un futuro.

El audiovisual “20 años no es nada” , nos hizo conocer por fotos, la gente que fue pasando por este grupo de teatro. El elenco que subió al escenario merece un excelente y el trabajo de José Sivila, un elogio.

Entramos al paraíso de los amargados para ser inmensamente felices. La paradoja más perfecta de la vida.