La obra reunida de Silvia Katz 1991/2010 en el MAC, muestra distintas etapas de la artista plástica. Hasta los bocetos sueltos y material encontrado en esa cajita donde se guardan las cosas que no están colgadas, transmiten su poética. Encantadoras, estas diosas vivaces tipifican en algún punto, algo de cada mujer.
La muestra está articulada sobre tres períodos cronológicos que tienen que ver tanto con la temática como con búsquedas plásticas: Ángeles, vuelos y revuelos (dibujos 1991-1998), Variaciones sobre el amor (acuarelas, 2003-2007) y Encuentros y desencuentros (monocopias, 2007-2010).
Diosas
La obra es seductoramente femenina. A partir del marrón y el turquesa, Katz encontró el lugar de las diosas a través de la búsqueda. Su obra se expresa desde lo musical interno y desde la poesía oculta en ella, quizás el encantamiento que ejerce una artista pasa por su visión de mundo, en este caso, la serie “Las diosas de cada mujer” sintetiza aspectos que convergen desde lo mitológico, lo psicológico y lo sensible. Las diosas de la mujer surgen de esa mirada particular sobre un mundo concebido a través de lo artístico.
Mi favorita es “Afrodita” , fascinante. Se encuentra en la Sala 3 y forma parte de Encuentros y desencuentros (monocopias 2007-2010). Elijo este retazo de la muestra que está habilitada durante todo agosto y que se extendió hasta el 2 de setiembre en Zuviría 70, para hablar de ella a través de «Las diosas de cada mujer», serie con 22 obras. En la sala 2, e incluida también en Encuentros y desencuentros”, está la serie “Reversibles”, con 17 monocopias que recomendamos mirar con mucha atención.
Silvia Katz se inspiró en el libro de Jean Shinoda Bolen para armar su serie de diosas. Su matiz contemporáneo, en mi opinión, tiene que ver con la idea que logra transmitir sobre aspectos sensibles y de vigente representación.
– Artemisa: con su carcaj y flechas de plata, vagaba por los bosques. Tiene la cualidad de la visión a la luz de la Luna. Diosa de la Caza, representa el aspecto independiente de la mujer que apunta a un blanco y hace lo que desea.
– Atenea: la bella diosa guerrera protege a sus héroes elegidos. Diosa de la Sabiduría, es la inteligencia que domina al mundo emocional o a la fuerza bruta. Como diosa de la Artesanía, conecta con la práctica de las artes domésticas.
– Hestia: diosa virgen, al igual que Atenea y Artemisa, conecta a la mujer con su espiritualidad. Es el arquetipo de la mujer sabia; sin su fuego sagrado, no hay hogar, y su presencia confiere a ese ámbito el lugar de espacio sagrado.
– Hera: diosa del Matrimonio, artífice del compromiso y esposa. Venerada y temida, es heredera de la gran deidad femenina que reinaba antes que dioses y diosas gobernaran la Tierra. Es una fuerza poderosa de alegría y dolor en la personalidad de una mujer.
– Deméter: expresa una poderosa fuerza arquetípica que representa el instinto maternal, que se expresa en el embarazo y la maternidad. Es la madre que nutre, física, emocional y espiritualmente.
– Perséfone: como Koré, la doncella, representa la fertilidad en ciernes. Reina del Submundo, representa la posibilidad de la mujer de visitar su propio mundo inconsciente y relacionarlo con el mundo de arriba, el de la conciencia.
– Afrodita: mujer creativa y amante. Atrae, une, fertiliza, incuba y trae una nueva vida. Es una poderosa fuerza de cambio. La fuerza creativa que confiere Afrodita puede expresarse en las artes, un invento, o la unión de ideas.
Amor y ángeles
Completan la muestra Ángeles, vuelos y revuelos (dibujos 1991-1998) en la Sala 1, con texto de presentación de Leopoldo Teuco Castilla (28 dibujos) y Variaciones sobre el amor (acuarelas 2003-2007), con texto de presentación de de Teresa Leonardo (23 acuarelas).
Dijo Leopoldo (Teuco) Castilla
Presentación del catálogo de la muestra “Una ángel pasa”, Centro Cultural Recoleta, julio de 1994.
En la fauna de este mundo existe una bestia delicada, transparente y por bella, perversa. Es posiblemente la única que salió de la imaginación humana y se acercó casi a las lindes de la vida, y es también, hijastra de la poesía y del miedo, de la pintura y el rito. Ese animal cuya materia es su propia ausencia es el ángel.
Silvia Katz hace tiempo que anda a la caza de esa bandada metafísica cuyos nidos se encuentran en los colapsos vacíos de los espejos, en los pianos que suenan solos, en las ancianas desmemoriadas que vuelven a la infancia de su mano.
Es difícil conocer sus hábitos: son sonámbulos lúcidos, se entretienen en despegar sombras o en incluir música desconocida en las cabezas de los distraídos. Hechos de luz -inventaron en su viaje primero la velocidad de la luz- están condenados a un eterno nacimiento.
Los hay trágicos, ociosos, melancólicos, alegres y malditos. Nunca son serios, aunque en los retablos intentemos solemnizarlos, siempre, indefectiblemente, tienen una fuga colérica o una inocencia erótica en el rostro. Los inventó la pintura, son pues, amamantados por los colores.
Esta artista atrapó algunos. Están en estos cuadros, casi todos acechando una inminencia, una salida para huir, por esa puerta a ese otro exterior que es el cerebro del observador.
Son inquietantes, resueltos magníficamente, en un plano plástico también inasibole. Están dibujados en su propio vacío. Este hermoso conjunto de obras muestra cómo ese espacio mental que es el de la pintura puede, también, descubrir otro interior, similar, dentro nuestro.
Un día, en un pueblo de Castilla, en España, le pregunté a un niño cómo se siente alguien que es invisible: me respondió: “Solo y temblando”.
Así queda el espectador después de ver estos cuadros. Y es que no sabe que realmente ha visto un ángel.
Silvia Katz le ofrece esa contemplación para siempre.
Ha hecho de su bandada angélica un museo del aire.
Dijo Teresa Leonardi
Sobre la muestra «Variaciones sobre el amor», Museo de Bellas Artes, Salta 2005
Las acuarelas de Silvia Katz son la contraseña para ingresar a un espacio donde líneas, colores, formas, climas, nos entregan esa promesa de felicidad que es el don de todo arte. Frente a la opacidad del mundo desencantado, Katz opone estas texturas que obturan el estrecho horizonte de lo banal y nos ubica en las soñantes cartografías pobladas de “luxe, calme et volupté”. En estos trabajos triunfa la voluntad de lo abierto, la pasión por lo indefinido, el juego de la multiplicidad y equivocidad, el nomadismo de las manchas rorschachnianas que provocan a la imaginación y vuelven a cada figura un palimpsesto lúdico. Pero los cambiantes y oníricos tropismos de estas acuarelas no implican una fuga de lo real. La pintura de Katz es solidaria de los destinos terrestres. (…)
Estas acuarelas, en plena dehiscencia, nos regalan aquello que nos torna ingrávidos y videntes como niños: la luz y la belleza. Si algo las define es “su manar tregua y fiesta” como diría la poeta Biagioni. Que estas coéforas de lo invisible encuentren los ojos y las mentes dignos de los frutos que ellas portan.
La muestra está articulada sobre tres períodos cronológicos que tienen que ver tanto con la temática como con búsquedas plásticas: Ángeles, vuelos y revuelos (dibujos 1991-1998), Variaciones sobre el amor (acuarelas, 2003-2007) y Encuentros y desencuentros (monocopias, 2007-2010).
– En portada: Nunca está oscuro adonde juegas (1). Acuarela
– Afrodita (2) y Artemisa (3). Monocopia
– Desnudo vino, el ángel (4). Lápiz y vino tinto
– Alma (5). Acuarela