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domingo, noviembre 24, 2024

La posibilidad de una crisis cíclica y el optimismo kirchnerista

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Como se sabe, desde hace unos meses atrás, se sacudieron las economías de la vieja e imperialista Europa, con su semiperiferia: Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, Grecia, Irlanda.

Lo que planteamos respecto a lo que sucede es que la debacle actual es una crisis cíclica del capitalismo, perfectamente anticipable de acuerdo a los análisis plenamente vigentes de Marx, que es por añadidura, una continuación de la debacle que arrancó en 2007, con el estallido de la “burbuja” inmobiliaria en los Estados Unidos de Norteamérica. Y en la escala en que el capitalismo actual está adelantado en su globalización, es dable aguardar que en algún instante cercano la crisis golpee a la región e incluso, a la Argentina.

Lo que acabamos de proferir de manera “temeraria”, no se debe a que, como se podría imaginar desde el programa 6 7 8, somos unos “agoreros” anti cristinistas y unos amargos que no disfrutan de los lindos momentos en interesantes posturas de goce, como enuncia irónicamente, Terry Eagleton. Por el contrario, es bastante más peligroso el optimismo oficialista que alucina que el capitalismo de la Argentina, que es un capitalismo de periferia y por ende, muchísimo más débil que el de Irlanda, pueda conservarse “intocable” por semejante debacle sistémica…

Una fisura recurrente en el capitalismo se produce por la lógica del capital, la que lo empuja a incrementarse cada tanto, de forma “poco realista”, haciendo inversiones a tontas y a locas, que es lo que aconteció entre 2007 y 2008 en yankeelandia (por supuesto, la explicación no es demasiado “ortodoxa” y embrutece el marxismo “de” Marx, pero los exigentes sabrán entender que escribo en calidad de periodista y no de especialista académico…).

Ante la dinámica escasamente realista de abultamiento del capital a como dé lugar, sin importar los riesgos a futuro, NO EXISTE política de Estado que por más inteligente, cauta, prevenida, astuta, optimista, etc. que fuere, pueda contrarrestar la posibilidad de una crisis de la magnitud de la que se está viviendo y que es factible que continúe hasta 2014 –me es imposible adelantar los argumentos por los que esgrimo lo que acabo de sentenciar. Sin contar con las condiciones estructurales del capitalismo de Argentina y de la zona más cercana, el impacto de la debacle que está padeciendo el resto del mundo no tardará en llegar. Y llegará, como que cada 31 de diciembre comienza lo que se nombra “Año Nuevo”… Es más; acorde a lo que las teorías de Marx y Engels prevén, el capitalismo en su conjunto y cada sociedad capitalista en particular, sufren fisuras cíclicas de reproducción como sistema, en períodos de 10 años: nuestra última debacle fue entre 2000 y 2001, por lo que es altamente probable que una próxima crisis esté en gestación. De hecho, lo que parece estar sucediendo es que la tal ruptura se encuentra nada más que desfasada, algo atrasada, pero acabará por mostrar sus 13 cuernos de Bestia apocalíptica (uso un lenguaje bíblico porque no se me ocurre otra manera de sacudir a los optimistas que creen que Argentina zafará de la crisis mundial, como si se tratara de un país que vive en otro planeta, ¡orbe en el que no habría un capitalismo integrado en un mercado mundial! –sé por el bueno de Freud que los vaticinios de desastres son delirios paranoicos del “fin del mundo”, pero no es eso lo que me impulsa a tipear la nota, sino la voluntad crítica que llama a la alerta o cuando menos, a la parsimonia…).

Tal vez lo más grave no sea la debacle próxima –¿acaso 1 ó 2 años más de oxígeno?–, sino el entrecruce entre esa crisis, y el cóctel de proyectos de desestabilización de la derecha fascista, aunado al clima electoral, que no esparce la bruma que permita avanzar, sino que obliga a desensillar y a acumular fuerzas políticas contestatarias para cuando sobrevenga la tormenta.

Los dioses me perdonen por ser un zonzo aguafiestas de la alegría nacional y popular, mas, en cuanto marxista no leninista siento que el optimismo nos está haciendo extraviar con gran riesgo, el “principio de realidad”, lo que nos puede conducir a espantosas pesadillas, terrores por los que ya pasamos (una inevitable cercana fisura en la continuidad del capitalismo argentino, mostrará las limitaciones del PJ, de la UCR y del kirchnerismo para elaborar una sociedad que ya no sea víctima de los males de la propiedad privada, del capital, del Estado, del dinero, de la ganancia, del salario y del mercado).

1 COMENTARIO

  1. No hay nada más revolucionario que el optimismo…
    Usted perdone Dr. López, pero a pesar de su razonamiento tan impecable (sabemos de su saber en la materia) hay algo que no se puede manejar y es el acaso, el azar, aquello inesperado que puede suceder y, a veces, mágicamente sucede contra toda lógica. También en política. Y yo creo que el optimismo, en este momento clave de la historia de Argentina, es un condimento que nos hace reir esperanzados al pensar en que todo puede ser posible. Y usted sabe que la risa y la alegría son revulsivos (¿remember la novela de Umberto Eco?) y altamente deseables en situaciones como la presente. En fin, que no hay nada más revolucionario que el optimismo porque lo sustenta la fe de creer que los deseos pueden materializarse. Que así sea.

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