«Yo también soy una víctima», dice Javier Matus, condenado por estafa, al compararse con el albañil Pedro Salva que lo denunció. Afirma que Alanís -el otro condenado- fue «traído de España» y le «dieron letra» para perjudicarlo. Política y secreto.
Mientras espera que le entreguen un pedido frente a un local de comidas en el Centro Comercial de la Avenida Virrey Toledo, Matus habla por teléfono celular. Se lo ve distendido, tranquilo. Parece un turista que está de paseo junto a su mujer. Este es el breve diálogo que pudimos mantener con él, en el que participó también su señora.
¿Perdón, usted es Javier Matus?
– Sí.
Soy periodista. ¿Puedo hacerle una pregunta?
Su mujer interrumpe el diálogo. Pregunta mi nombre y el medio en el que trabajo. Le respondo. Vuelvo a dirigirme a Matus.
¿Cómo está el tema del juicio en el que fue condenado?¿Usted apeló?.
– Sí. Hemos apelado. Todo está en manos de mis abogados.
¿Qué piensa del albañil Pedro Salva que lo denunció por estafas con su DNI extraviado?
– Que yo también soy una víctima, como él.
¿Víctima?
“Claro -explica su mujer-; él tenía un empleado que cometió un delito y lo terminaron involucrando a él, que no tenía nada que ver”
¿Pero Alanís no reconoció su culpabilidad?
– Sí –contesta Matus-. Reconoció su culpa, se mostró arrepentido, pidió perdón. Pero también me acusó a mí. Dijo que yo había ideado todo. Que le había hecho los papeles. Y yo no tengo nada que ver.
¿Pero acaso las pericias grafológicas no demostraron que en los documentos fraguados para delinquir estaba su letra, tenían su firma?
– No. Al contrario. El resultado fue que no era mi letra ni mi firma.
¿Pero usted está bien? Los reportes del juicio señalaban que estaba muy afectado.
Silencio. Permanece un segundo serio y pensativo. Pero no hay preocupación ni dolor en la expresión sino calma. Luego dice:
– Mire… Esto ha sido algo político. Lo trajeron a Alanís de España y le dieron letra…
Su mujer acota: “Sí. Ha sido político. Porque él fue el único que…”
Javier Matus la hace callar mirándola fijamente y haciendo el sonido típico del que exige silencio: shhhhhhh!
Esto ocurre justo en el momento en que Matus llega con las bandejas hasta una mesa en el centro del Shopping y se dispone a sentarse junto a su señora para cenar. La charla llega a su fin. Me despido y les agradezco la entrevista.
Mientras me alejo pienso. ¿Cuál es el secreto por el cual Matus y su mujer consideran que la condena por estafa que cayó sobre el propietario de FM Cielo tiene que ver con la política? ¿Por qué la mujer estuvo a punto de hacerlo público y el empresario la obligó a callar?
Lo cierto es que dado el manto de impunidad que existe en Salta para todos los allegados al poder político y económico de Romero esta condena es rara.
¿Una vendetta política? ¿Por qué? ¿Lo usaron políticamente para mostrar que en Salta hay una justicia independiente y que también alguien ligado al poder puede ser condenado? ¿O Matus cree que su enjuiciamiento y posterior condena tuvieron relación con la política en el sentido de que a través de él trataron de enlodar al gobierno de Romero con el que siempre estuvo íntimamente vinculado y del que incluso fue funcionario?
Sigo pensando en la frase interrupta de su mujer: “Él fue el único que…”
¿El único que fue condenado de todos los acusados de corrupción en el entorno de Romero? Tal vez es eso: creen que fue usado como chivo expiatorio.
Juan Carlos Romero, Walter Wayar, Gilberto Oviedo, Alfredo Petrón, Víctor Manuel Brizuela, Gustavo Ferraris. Todos libres de culpa y cargo. Todos angelitos inocentes. Y Javier Matus, en cambio, condenado. El culpable que sirve para tapar las culpas de los otros…
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