El sábado en el Festival El País en el País se vio una obra bellísima interpretada por un trío de Buenos Aires: los muchachos de Trika Fopte y la metáfora del exterminio. Más tarde, subía la temperatura con una siniestra obra de Santa Fe: “no se se derrama semen en vano”.
Trika Fopte
10 de setiembre – 20 hs. – Sala Juan Carlos Dávalos
¿Qué significa el título? Debemos aclarar que forma parte del universo lingüístico inventado en la obra, es decir, un lenguaje inexistente que hablan los protagonistas. Puede significar “Tres tubos de aire”, que es lo que necesitaban tres hombres cada X cantidad de tiempo para no morir.
Carlos Uncal, René Mantiñán, Esteban Gómez son Kamta, Nattare y Rimsky, tres personas sometidas a un sistema perverso que les cobra para respirar y que viven como ratas en pequeños habitáculos donde apenas caben y guardan allí sus escasas pertenencias. Se trata de sobrevivir en un mundo que busca aniquilarlos, siempre y cuando, no terminen ellos por matarse entre sí, como pobres contra pobres, para robarse lo poco que el otro tiene en una maleta. El primer conflicto es originado por la tenencia de un sombrero. Los actores se deshacen en gestos y acciones que hacen comprensible la “traducción” del lenguaje, por el que el espectador se convierte en semiotista sin necesidad de forzar el sentido. Logran transmitir con humor situaciones de protesta en una convivencia complicada por la escasez de recursos. Entre el vocabulario utilizado aparecen palabras que se repiten como “glu glu” (bebida), “Bla bla” (conversar), “pupu” (pagar), “Cusa va” (cómo te va), “nastrovie” (salud en el brindis), “uka” (una) y “duka” (dos). El segundo conflicto es por un canje de “glu glu” que Kamta posee por “tubos de aire” que deben entregar a cambio Nattare y Rimsky. La cosa no termina bien porque la vida está en juego y las monedas para comprar aire se van agotando. El tercer conflicto es cuando Nattare le quita todo a Kamta convenciendo a Rimsky para que sea cómplice. Así, Kamta intenta huir y descubre más allá, a muertos por asfixia de quienes trae posesiones y monedas para el aire.
Los tres se unen para huir comprando con todo su dinero esos tubos, pero la trampa del sistema es que en realidad, el aire se agota y comienza el exterminio. Vemos las imágenes de la desolación y de la muerte. Los pobres son exterminados porque el aire no se puede pagar y porque desde “arriba” se decide no dárselos más. Esta 
historia tiene un paralelo absoluto con un cuento titulado “El día que privatizaron el aire” de Alejandro Gravanago, médico nacido en Buenos Aires y que reside en Salta, publicado en “Justo 31” (1995). En este cuento, se ve cómo los habitantes de la provincia “Porvenir” del país “Esperanza”, determinan cerrar sus oxigenómetros y morir, como señal de rebelión. La privatización del aire es lo que se muestra en “Trika Fopte” pero además, evidencia cómo ya no es posible pensar en el amor ni en las celebraciones ni en la amistad sino en la sola subsistencia del pobre.
De la risa pasamos al llanto en un mundo decadente. Un “matadero” echeverriano posmoderno en donde los hombres van camino a la muerte. El régimen triunfa y ejerce el control sobre la vida, una metáfora sobre el exterminio. Maravillosa obra de teatro escrita por Carlos Martín Ayala, con excelentes actuaciones.
La temperatura
10 de setiembre – 22 hs. – Sala Mecano
Una obra difícil de digerir. Si no era suficiente con la mujer barbuda, La Señora; el eunuco de Marcial (a quien se «las» cortaron para comérselas), sirviente de La Señora; un Fierro para chaleco de fuerzas y un Coronel pusilánime; la antropofagia vino a ser el plato principal y la zoofilia el postre. Leí que el dramaturgo y director Gustavo Guirado, interesado por abordar el tema histórico y la tragedia argentina en “La temperatura”, leyó «Radiografía de la Pampa» de Martínez Estrada, el «Martín Fierro» de José Hernández, «Facundo» de Sarmiento y «Una excursión a los indios ranqueles» de Lucio V. Mansilla. Hay que entender que de todo esto, fue sacando sus propias ideas para mostrar cuestiones ligadas a lo 
mitológico y a la historia de la pampa argentina. Rasgos que se vuelven siniestros en su puesta. Una visión particular sobre la Argentina más bien vistos en un espejo desformante, con ganas de provocar repulsión en una atmósfera casi monstruosa. No se le puede negar la originalidad en el tratamiento. Pero, lejos de interpelar a la reflexión o a la construcción, apela al rechazo. Notable actuación de Claudia Schujman, la mujer barbuda entre un grupo de sobrevivientes de un circo criollo. Cortando la maleza, digamos, uno encuentra alusiones a que lo que se va no vuelve (como el circo), al innecesario exhibicionismo de lo raro, a la mezcla de sangres que engendra al criollo, a la necesidad de “poblar” el desierto a cualquier precio (como cogerse a la mujer barbuda cuando esté a punto con la temperatura, representante de la hembra argentina), la sangre del gaucho como sinónimo del macho fuerte, etc. “Mulita que se duerme amanece charango”– dice el Coronel- frase que encierra la idea de la miseria absoluta. Pero qué morbo para mostrar la historia argentina, qué animada la actriz con su personaje y qué imaginación tan macabra.
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