Demasiado torcido el tema del hombre.
– Heee!!! Qué expresión don!
– Pero si no es para menos. ¿Acaso no se dio cuenta lo que está pasando, estos tiempos de desconcierto que vivimos? Que el matrimonio igualitario, que el derecho a la identidad, que el tema de la muerte digna…buéhi se quiere matar los chicos en gestación por qué no a los viejos y enfermos.
– ¡Epa, epa doncito! Me parece que no se está ubicando en el tema de los derechos. Cada uno es dueño de su vida y de su identidad, como así también de su cuerpo para hacer lo que quiera y amar con quien lo sienta.
– ¿Dueños? En mis tiempos y en mis pagos se respetaba la vida y el cuerpo. Como así también las sanas costumbres que hoy no se sabe cuáles son o al menos se las han dejado de lado por esto que ud. llama derechos y que a mí me suenan a recontra doblados…se confunde fácilmente lo que debe ser con lo que quiero hacer y en esta mezcla de moral y capricho se deja de lado la dignidad de las personas. Dignidad que ya no suena a belleza, a lo que es correcto, a lo sublime, a lo perfecto y puro. Suena a desnaturalización, a error, a impureza, a horror y a muerte. Demasiado torcido el tema del hombre. “La vida te han prestao y tienes que devolverla” te sepas creado o no sé qué y por esto mismo más que dueños de nosotros somos como administradores de nuestra existencia que por otro lado siempre la tenemos que considerar en relación a los otros sino ya lo ves…el ser humano si no es asistido desde la gestación y nacimiento se muere, no sobrevive. Si está enfermo necesita ayuda, si ama necesita del otro, si trabaja también y así en todo. Si está solo y hace cosas para sí mismo es una pobre desgracia y seguramente precipitará su muerte hasta de una forma violenta porque la soledad es una especie de infierno, de condena, de enfermedad terminal, de decadencia total, la antítesis de la felicidad…bueno, ud sabe lo que se siente cuando está solo, a la distancia, sin afectos, sin esperanza, sin poder ser considerado por alguien más…frustrado totalmente.
– Bueno, bueno, no dramatice que no siempre es malo estar con uno mismo.
– No mientras sea un prepararse para el encuentro con el otro, para seguir descubriendo la majestuosidad de estar vivos, para sencillamente sentirnos amos de todo el universo.
– ¡Ta bien, ta bien, no es pa’ tanto hombre!
– Y si la dignidad del ser humano no está en las grandes cosas ¿dónde está, en ser miserables? Al menos yo me siento para más, mucho más y veo personas que están en alta calidad existencial y este camino tiene que facilitarse para todos, ¡no el de ser miserables, el de conformarse con poca cosa!
– ¡Carajo, no se excite! Y ¿Quiénes son los “malditos traidores”, los políticos, el poder, las ideologías, quienes?
– No, esto son medios, trajes de las personas…me refiero a aquellos que llevan una marca que nunca se borrará y que la han adquirido desde muy pequeños. Podrán renegar, podrán quererla evitar con indiferencia, podrán auto engañarse diciendo que son fieles a su tiempo, hasta algunos intentan una movida para ser borrados de los libros de bautismos como si esto cambiaría en algo la esencia de lo que es indeleble. Podrán justificarse creyendo que hacen el bien implementando lo que es justo para todos y cuántos artilugios más. Pero nunca podrán poner de garante al mismo Dios con todos estos temas que contradicen su voluntad, la cual tiene que ver absolutamente con la vida y no solo con esta vida…con la dignidad de sentirse hijos de Él, con el respeto del orden natural, con la solidaridad, con la pureza y con tantas cosas que para nada son malas. Los traidores malditos son todos aquellos que se dicen creyentes y que han actuado en contra del mismo Dios.
– ¡Mierda, ud. sí que es un fundamentalista, dogmático, retrógrado oscurantista venido de la edad media, hijo de la más reprochable inquisición!
– Llámame como quieras. Averigua, escudriña las enseñanzas y veremos si puedes mantener tu prejuicio. Mientras tanto son unos malditos traidores, de esto estoy seguro…
