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lunes, noviembre 25, 2024

Dady Brieva en Salta: Dadyman… La historia de Los Brieva

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Dady es el tipo de barrio simplón que hizo maravillas en la vida para ser lo que es. Con «Dadyman, recuerdos de barrio» se da el gusto de contar su historia que pega en el palo del dramatismo pero vuelto humor desde la postura dadiesca. “Un caso de escopeta”- diría mi abuela.

Recrea imágenes de semblanzas casi grotescas para contar su historia, su libreto es tan bueno que parece una película de muchos actores, una comedia de humor al estilo de “Mi gran casamiento griego” en cine, o “Los Argento” en tevé, creo que bien podría ser el Hugh Grant argentino de “Cuatro bodas y un funeral”. La cosa es que Brieva se dispone a hacer humor y lo logra. Sin escenografía, sin recursos de ningún tipo salvo por la amplificación que se juega con el micrófono y uno que otro tema que acompaña escenas, en la que se destaca el recuerdo a Emilio, su padre.

Su espectáculo 100 % Brieva, es un gran homenaje a su familia, al recuerdo de su abuelita Josefa con la que iba a buscar “cocó” (gallinas), de mamá, de papá, de su hermana, de sus tías, de sus tíos, pero además, es la añoranza de una época feliz en la cual había tiempo para disfrutar la vida. Hay como una satirización a la crianza “nueva” de los hijos por la que ya no se le pone límites y si el chico se mete el dedo en la nariz “está buscando algo en su interior” según la psicóloga, cuando antes iba un chirlo por “malos hábitos”. Y nadie iba al psicólogo, ni al INADI. Ironiza que papá le daba tres palizas al día y si la tercera no llegaba pensaba que ya no lo quería… Su humor exagerado, hace que veamos el lado opuesto de las cosas y que reflexionemos sobre ellas.

Recorre la infancia, los aburridos domingos santafesinos de gente de barrio como él y su familia; hace un paneo por la llegada del televisor a casa y las peripecias que había que hacer con la antena, o cómo se bañaban con un chorro que salía de un calefón eléctrico que para conectarse, papá se despedía antes por si ya no los volvía a ver, ante el riesgo que significaba enchufarlo. Sus descripciones casi surrealistas y su narración casi fantástica, nos sumergen en una literatura ligera por la que nos es imposible no llorar de risa. Pero además, vemos a Tinguitela, a Chaplin o al Chavo a través de él, en una especie de gran personaje síntesis, una sumatoria de personajes de colección con una marca particular, original, en la que Dadyman bien puede ser el Súper Chico de Barrio, el héroe cotidiano, un nuevo héroe postmoderno que brota de las situaciones absurdas y que supera sus limitaciones. Así tipificado en este personaje protagonista, se convierte en el pícaro travieso contemporáneo, cuya heroicidad no es haber conseguido el éxito como artista sino haber superado las pruebas de la vida.

Me encantó la historia de “cocó” con su abuela, las tardes de domingo viendo pasar camalotes en la costanera, las siestas de papá, el mate de mamá, y la exaltación de sus hormonas en la pubertad.

Los Brieva desde Dady son esos argentinos que la remaron, son esos argentinos que la siguen remando. Ese es el espíritu de su show. Por eso, Dady se lleva puesto el escenario. Más allá de los premios y los éxitos, más allá del talento, es una persona increíble.

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