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jueves, diciembre 26, 2024

El arte lo merecemos, la incultura la toleramos

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Aquel menudo y tímido niño prodigio que traía a Salta el Mozartem es hoy este adolescente magistral que brilla en los mayores escenarios musicales del mundo. Con la Sinfónica de Salta Horacio Lavandera interpretó con maestría una obra fresca y cautivante de Alonso Crespo. Bajo la batuta de Gorelik la orquesta sale de su crisis y busca su mejor nivel. Lamentablemente, también crece la incultura de ciertas empleadas y funcionarias.

Una feliz conjunción la que se dió anoche en la Casa de la Cultura: LavanderaSchubertGorelikAlonso CrespoBeethoven – la Sinfónica de Salta.

La velada musical comenzó con la obertura de la ópera Rosamunda de Franz Schubert, en una acertada navegación ente la brillantez sinfónica y el refinamiento romántico con una orquesa suelta y segura de la mano de Luis Gorelik.

Luego Horacio Lavandera brilló al piano en lograda conjunción con la orquesta en una presentación de gran nivel para una creación del compositor residente y director invitado de la Sinfónica de Salta. El concierto para piano Nº 3 de Eduardo Alonso Crespo es una obra vivaz, fresca y agradable. Lavandera puso energía y entusiasmo en el primer movimiento (allegro molto), expresó con talento la sugestiva y misteriosa ensoñación en el Andante (Nocturno) e interpretó con soltura y naturalidad argentina los aires ginasterianos del tercer movimiento (allegro). Para el deleite, un espléndido fragmento de sonata en el bis, en agradecimiento a la merecida ovación que recibió del público salteño el gran pianista argentino reconocido y valorado en el mundo a los 22 años.

Que la orquesta volviera a tocar la 5ª de Beethoven que ya interpretó con Gorelik en una presentación anterior -esta vez con mayor profundidad, justeza y expresión- es un acierto que marca que se está buscando más la calidad que una demagógica sucesión de novedades.

El estilo Gorelik

El trabajo serio y la dedicación profesional intensa que el nuevo director titular de la Sinfónica de Salta le imprimió a la orquesta se dejar apreciar en los conciertos. La Sinfónica sigue siendo una interesante reunión de talentos, un seleccionado de maestros con una impronta juvenil cuya perfomance depende de una buena armonización grupal, de un ambiente de trabajo en el que prime el respeto a los artistas y una dirección acorde al nivel del grupo.

Esto es lo que parece estar logrando Luis Gorelik para sacar a la orquesta de la situación de crisis, incertidumbre y malestar que la estuvo afectando en los últimos tiempos, con intrigas, enfrentamientos, presiones y condicionamientos políticos y comerciales que ahogaban el vuelo artístico. Los músicos se sentían maltratados, muchos ansiaban irse y de hecho se dió una cierta dispersión.

El cambio de dirección, hasta ahora, aparece como una instancia positiva. La atmósfera de trabajo ha mejorado y el nivel musical ha subido. La orquesta no toca siempre todas las semanas. El próximo concierto será recién el 14 de junio con dos obras de Rachmaninoff bajo la dirección de Eduardo Alonso Crespo.

Los músicos ensayan mañana y tarde, el director asistente Jorge Lehz se ha reintegrado con mayor asiduidad a su tarea en desmedro de otras ocupaciones que quizá lo distraían un tanto de sus obligaciones para con la orquesta.

Más dedicación y menos cantidad de conciertos parecen una decisión acertada y marcan todo un estilo, que es el que necesita la orquesta en esta nueva etapa.

Erratas y mala onda

¿Entonces todo bien?. No. Hay fallas que señalar: el programa de mano no dice nada de la obra de Alonso Crespo -de la que se debió brindar información- y se limita a reseñas de la obertura de Schubert y la muy conocida 5º Sinfonía de Beethoven. En el anuncio del programa se lee que para Beethoven el segundo movimiento de su Sinfonía era un andante con moto (sic). Y a la obertura Rosamunda se la adjudican aquí a Schumann en lugar de Schubert.

Y no hablemos de algunas funcionarias que ponen obstáculos a la prensa independiente mientras prodigan favores a compinches y amigos de la prensa oficialista y fomentan los malos tratos de ciertas acomodadoras en la puerta. Parece que Salta 21 les molesta. La asesora musical Clara Adela Altobelli no comparte ese criterio. Dice que no existe ánimo discriminatorio hacia ningún medio.

A los artistas como Lavandera, Gorelik o Beethoven los merecemos, como ciudadanos de una democracia imperfecta pero ávida de cultura. Las funcionarias mediocres y las porteras mal educadas -a quienes pagamos el sueldo con los fondos del estado- son parte de nuestra incultura.

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