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domingo, noviembre 24, 2024

La historia del encubrimiento

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El periodista Horacio Lutzky acaba de publicar un duro resumen de casi dos décadas de operaciones para ocultar la verdad sobre el atentado a la AMIA.

Un avión argentino que transportaba armas israelíes para Irán y se cayó en el camino, militares argentinos que entrenaban a contrarrevolucionarios de Centroamérica y empresarios de la comunidad judía metidos en el tráfico de armas en el escándalo Irán-contras. Alfredo Yabrán, el lavador de dinero Gaith Pharaon y el traficante de armas Monser al Kassar visitando Fabricaciones Militares. Los acuerdos de Carlos Menem con el presidente sirio Hafez al Assad para que le financie la campaña a cambio del misil Cóndor. Una planta nuclear prometida a Irán y, sobre todo, dirigentes de la DAIA brindando con Jorge “El Fino” Palacios y la plana mayor de la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal que desviaron la investigación del atentado contra la AMIA. Todos estos ingredientes son el corazón de Brindando sobre los Escombros (Editorial Sudamericana), una investigación del periodista Horacio Lutzky sobre las increíbles relaciones y negocios entre militares y gobernantes argentinos, funcionarios sirios e israelíes y dirigentes de la comunidad judía argentina como trasfondo de los atentados perpetrados en Buenos Aires, en especial el de la AMIA, del que se cumplirán 18 años este miércoles.

El subtítulo del libro lo dice todo: La dirigencia judía y los atentados, entre la denuncia y el encubrimiento. Los textos hilvanan casi una novela sobre los vínculos anteriores y posteriores al atentado.

Estos son algunos de los textos:

– Al perpetrarse los ataques, este autor formó parte de la dirección de noticias de la desaparecida señal de TV Alef Network, de la cual uno de sus accionistas se convirtió pronto en dueño excluyente, Rubén Beraja, titular del Banco Mayo y presidente de la DAIA. La férrea censura que impusieron Beraja y sus colaboradores resultó sorprendente. La línea era contraria al esclarecimiento. El pacto pudo haberse explicado por los negocios del Banco Mayo con el gobierno de Menem. Pero eso no alcanza. Y tampoco los negocios particulares del embajador de Israel, Yitzhak Avirán.

– Notablemente, mientras ya se conocen, hasta con día y hora, buena parte de los actos que borraron las pruebas que apuntaban a la posible intervención de agentes de ascendencia siria en las tareas de preparación de los atentados y en la trama de contrabando de armas del menemismo, sólo sigue siendo políticamente correcto acusar a uno de los socios, la República Islámica de Irán.

– La ortodoxia religiosa, identificada con Beraja y favorecida materialmente por el Banco Mayo, participa activamente de esta encarnizada lucha que se desarrolla por mantener en la penumbra los trágicos años noventa, tras lo cual la comunidad se transformó definitivamente.

– El 8 de julio de 2009 tres ex altos directivos de la DAIA concurrieron a la sede del Gobierno de la Ciudad no para oponerse, sino para opinar a favor del nombramiento de Palacios al frente de la Policía Metropolitana. El 11 de julio se publicó la designación en el Boletín Oficial.

– Uno de esos dirigentes, Roberto Zaidemberg, representaba en 1998 a la empresa Emprendimientos Turísticos Internacionales S.A. El 7 de abril de 1998, el Banco Mayo, en pleno proceso de iliquidez, le prestó a esa empresa 4.800.000 pesos para que comprara acciones de otra empresa de Beraja. El 11 de septiembre, otra empresa del grupo le pagó a Emprendimientos, de Zaidemberg, otros 5.100.000 pesos por la compra de las mismas acciones. O sea 10 millones de dólares sustraídos al banco antes del derrumbe final.

– Otro de los dirigentes, José Hercman, desde noviembre de 1991 hasta mediados de 1994 le alquiló un departamento de su propiedad a un alto funcionario iraní involucrado en exportaciones poco claras a Irán y luego sospechado de integrar la trama terrorista responsable de los atentados: Seyed Jamal Youssefi. El aval del alquiler fue dado por la Embajada de Irán. Como se ve, con los iraníes devenidos en demonios luego del 18 de julio de 1994 existían relaciones comerciales previas.

– Una de las sorpresas arrojadas por la investigación de las escuchas ilegales fue la revelación de que habían existido nada menos que 112 llamadas entre la abogada de la DAIA, Marta Nercellas, y El Fino Palacios, además de una gran cantidad de comunicaciones de Palacios con otros involucrados en la trama del encubrimiento. Palacios fue procesado por encubrimiento, pero Nercellas continuaba asesorando a la DAIA. Con anterioridad, mientras se instruía la causa AMIA, Nercellas defendió penalmente a las empresas Zapram, dominadas por Alfredo Yabrán, integradas por represores de la última dictadura militar, por imputaciones de evasión impositiva.

– Si bien Irán e Israel son hoy enemigos supremos, desde los años ’70 y hasta el atentado a la mutual judeo-argentina existió una red de tráfico de explosivos y armas israelíes, norteamericanas y argentinas hacia Irán o hacia intereses iraníes, que tuvo a Buenos Aires como una de sus bases principales. Al punto de que sobran indicios que señalan a esa misma red como fuente de la carga explosiva que demolió la AMIA.

– A lo largo de los años ’80 y principios de los ’90, Israel organizó diversos circuitos para las ventas clandestinas de armas a Irán, con la Argentina como uno de los vértices del tráfico, que incluyeron el pago de sobornos y comisiones a políticos, parlamentarios y contribuciones especiales para algunas organizaciones judías que operaban como lobby. Cita las confesiones del ex agente de inteligencia israelí Ari Ben Menasche.

– Agentes iraníes como John Pashai hicieron sigilosas compras de armas y explosivos a Fabricaciones Militares, mientras Irán presionaba al gobierno argentino para que cumpliera con la entrega de material y tecnología para el desarrollo nuclear, compromiso obligado por un millonario contrato. La pulseada fue perdida por Irán, que en diciembre de 1991 vio cómo el embarque de material nuclear que le estaba destinado, ya cargado en el puerto de Campana, fue abruptamente suspendido. Funcionarios argentinos, para apaciguar la indignación iraní, se comprometieron a suministrar armas y explosivos para los combatientes islámicos en Bosnia.

– El 18 de julio de 1981 fue derribado un avión de carga de Transporte Aéreo Rioplatense, cerca de Erevan (Armenia). La nave había despegado de Irán. Ari Ben Menasche declaró que hasta 1991 hubo 40 vuelos de carga argentinos que salieron de Tel Aviv con destino a Teherán.

– Siria se estaba quedando sin la posibilidad de contar con la tecnología nuclear prometida y cobrada por adelantado por Menem en forma de aportes para su campaña. Irán sufrió la súbita cancelación de un contrato de provisión nuclear. Todo sucedió en el marco de un alineamiento argentino con Occidente, acorde con las presiones norteamericanas e israelíes.

– Al Kassar, en compañía de Yabrán, visitó las instalaciones de Falda del Carmen donde se construía el misil Cóndor. Está probado que Irak participó del nacimiento y desarrollo del Cóndor y partes incompletas llegaron a Irak antes de su paralización.

– Mientras tanto el embajador de Israel en la Argentina, Yitzhak Avirán, no cesaba de bajar línea a favor del gobierno de Menem. Las nubes a las que eufemísticamente se refería fueron en realidad los hongos de las explosiones que volaron la Embajada y la AMIA. Tras revelarse algunos negocios que contaron con su participación, quedó en claro que tan estrechas fueron sus relaciones que luego de pasarse años instando a los judíos argentinos a radicarse en Israel, él mismo se quedó a vivir en la Argentina.

– En realidad, nadie en su sano juicio acusa a la dirigencia judía por el atentado, sino por aceptar el desvío de las investigaciones, orquestado para dejar fuera de la pesquisa a sospechosos del entorno sirio de Menem, así como la connivencia previa con la red iraní de tráfico de armas y explosivos. No son responsables del atentado. Sí son cómplices de la impunidad subsiguiente.

– Los cables de Wikileaks, publicados por Página/12, demostraron cómo un hombre de Beraja, Alfredo Neuburger, mantenía reuniones con la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires y de allí salía la “sugerencia” al fiscal Alberto Nisman para que no se investigara el desvío de la causa AMIA.

– Supongamos, hagamos de cuenta, que la consigna de la investigación hubiera sido a nivel local no salpicar a la Policía Federal, a la SIDE ni a miembros de la mafia menemista y –menos aún– a los gestores del tráfico de armas a los Balcanes. Y que a nivel internacional se hubiera sugerido evitar tocar cualquier pista que implicara jerarcas sirios, inconveniente no sólo por los vínculos con la familia presidencial, sino también por la coyuntura de Medio Oriente.

Brindando sobre los Escombros, La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento. Editorial Sudamericana, julio de 2012.

– Raúl Kollmann – Página/12

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