Con tristeza y cierto dejo de preocupación, vi como algunos de mis colegas docentes festejaban junto a sus alumnos, en algunos colegios. el famoso Halloween, que nada tiene que ver con nuestra cultura y nuestras raíces.
El niño en crecimiento, es una esponja que absorbe todo lo que vive, y llevará esos aprendizajes inculcados por el resto de su vida. El educando a edad temprana es un material dúctil, que acumula y luego lo practica, es por ello que siempre bregué por la enseñanza temprana sobre el cuidado y amor por nuestra Madre Tierra.
Analicemos un poco este festejo implementado desde hace unos atrás a la fecha, hasta no hace mucho sólo lo veíamos por la televisión. En algunas escuelas, no en todas, los niños son incentivados a adquirir culturas foráneas, que nada tienen que ver con nuestras raíces, dejando de lado lo nuestro, y la pregunta surge de inmediato: por qué? para qué? será porque forma parte de una currícula, o es ponerse a la moda, tal vez tratar de imitar los orígenes ingleses, franceses, celtas, dan más status, es más fashiòn?…
Nos vamos acostumbrando a los festejos ajenos, a que nuestros niños sean disfrazados de monstruos o brujas, hasta la maestra se viste de engendro; digo, dónde se educó esa docente, en otro país? Y piden lleven calabazas, cuando en realidad lo que nos sobra son zapallos, olvidando por completo lo que nos pertenece, lo que nos hizo una nación, nuestras costumbres las despreciamos nosotros mismos.
Tan es así, por ejemplo que una vez leyendo un periódico veía que a un caballo de carrera le habían puesto el nombre de Sir Harrier, por ser tan veloz, eso sin dudas fue insensato, ya que si hacemos memoria, estos aviones Harrier, ingleses fueron los encargados de la matanza de muchos jóvenes argentinos en las Islas Malvinas, en tal caso, porque no le pusieron al equino el nombre de “Pucarà”, que en lengua Quechua significa fortaleza, avión rápido, de diseño y construcción total en nuestra Patria.
Por qué como argentinos se nos dio la costumbre de festejar o poner nombres extranjeros, cosas ajenas, de otros lugares, en tal caso propongo que nosotros también exportemos algún festejo nuestro; por ejemplo el Día del Tango, la Fiesta de La Empanada, El día de la Yerba Mate, La fiesta de la Pachamama,. Uds se imaginan que en los Estados Unidos o Inglaterra lo festejen al Supay, bailen chacareras, jueguen a la taba o coman tamales, humitas u empanadas.
Ya se metió por las chimeneas hace mucho tiempo atrás en nuestras vidas Papá Noel, un gordito importado que se viste de rojo y ropa de invierno en pleno verano nuestro. Mi temor, es que mañana festejemos, “El día de acción de gracias” mientras comemos pavo, o festejar una fecha ajena como por ejemplo el 4 de Julio, algunos no saben qué festejamos el 9 de Julio, nosotros los argentinos. Podemos ensayar muchas respuestas, pero lo que es innegable es que muchas personas no tienen ni idea de lo que festejan, celebran festividades con subtítulos y brindan por hechos que no se asocian a nuestra realidad.
Yo por mi parte, “Juro defenderla hasta morir antes de verla humillada”, sirva esta frase tan argentina, para nuestra Bandera y nuestra Cultura.
– Prof. Pedro Martìnez
Conciencia Ambiental Tucumàn
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Halloween y la penetración cultural.
Podríamos hacer una larga lista de conductas que fuimos asumiendo sin darnos cuenta, o tal vez dándonos cuenta pero sin que reflexionáramos demasiado al respecto, porque precisamente la penetración cultural o el colonialismo cultural es eso, algo que de a poco se instala en el inconsciente colectivo y se queda allí para siempre o hasta que la conciencia se da cuenta de lo que está sucediendo y comienza a rechazarlo. Por ejemplo: Papá Noel y el pino nevado con 45 grados a la sombra, Mac Donalds y sus papafritas pedorras, San Valentín, Saint Patrick’s Day, el empecinamiento de la clase media por visitar Disneylandia por lo menos una vez en su vida, Barbie y los problemas que acarrea en la salud de muchos adolescentes, Oktoberfest, Halloween por supuesto, y unas cuantas más que no recuerdo ahora.
Qué tiempos cuando en los primeros días de Noviembre nuestros chicos esperaban con ansias la llegada del día de la Tradición, con las botas malamberas lustradas y las bombachas y la faja o la rastra de gaucho en el ropero; cuando Los Hermanos Abalos y Los Chalchaleros nos invitaban a bailar pañuelo en mano o sacarle tierra al piso en cada zapateo. Y pensar que en estos treinta años tuvimos siempre dirigentes «populares», peronistas o radicales, conduciendo el país y conduciéndonos a nosotros. ¡Miren si en lugar de ellos hubieran ganado la UCEDE o la familia Martínez de Hoz! ¿Adonde estaríamos, no?