La Colección Osteológica “Profesor Dr. Rómulo Lambre”, alojada en la Universidad Nacional de La Plata, es pionera en el país.
Allí los investigadores pueden indagar sobre la procedencia de los restos óseos hallados por organismos de seguridad y justicia, determinar el linaje de antiguos esqueletos de pobladores de comunidades indígenas e, incluso, identificar restos de posibles desaparecidos.
En múltiples oportunidades, los organismos de seguridad y justicia se chocan con restos óseos en los sitios menos pensados. ¿Qué hacen allí? ¿De quién es el cadáver? ¿Cuál habrá sido la causa de su muerte? Aunque cueste creerlo, estos interrogantes pueden ser develados por los mismos esqueletos que encuentran. Los huesos narran sus historias, sólo hay que saber escucharlos.
Para ayudar a las autoridades en esta difícil tarea, el grupo que compone las cátedras Métodos y Técnicas de la Investigación en Antropología Biológica de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo y Citología, Histología y Embriología “A” de la Facultad de Ciencias Médicas, ambas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) gestionan la Colección Osteológica “Profesor Doctor Rómulo Lambre”. Se trata de una colección documentada de restos óseos humanos donde se realizan investigaciones y actividades de transferencia.
Una de las “intérpretes” del “idioma” de los huesos es la Doctora en Ciencias Naturales (Orientación Antropología) e investigadora Principal del CONICET, Susana Salceda, quien en diálogo con la Agencia CTyS resaltó “el valor inestimable” de contar con una colección de estas características.
“Una colección osteológica documentada, donde se realizan constantes investigaciones, permite a los bioantropólogos inferir aspectos que tienen que ver con las características bioculturales de idividuos no documentados cuyos restos óseos se encuentran en el campo forense o arqueológico”, explica la antropóloga, miembro de la Asociación de Antropología Biológica Argentina (AABA).
Pero ¿Cómo llegan los restos humanos a la universidad? De acuerdo a las normas del Cementerio Municipal de La Plata, los cadáveres de las secciones de tierra son exhumados después de 5 años de inhumación. Vencido el plazo, el Departamento Ejecutivo notifica al titular que en el término de 30 días efectúe la reducción, cremación o remoción de los restos. En el año 2002 las autoridades municipales y de la necrópolis firmaron un convenio (Art. 18, 43 y 52 de la Ordenanza Municipal 7638/90) y entregaron a la Facultad de Ciencias Médicas (UNLP) los esqueletos de individuos no reclamados para ser utilizados en investigación y docencia.
Huesos que cuentan historias
Como en las promocionadas series de televisión al estilo CSI y La ley y el orden, donde científicos determinan la identidad de individuos y las causas de su muerte a partir del estudio de sus restos óseos, los organismos de seguridad y justicia llevan el material encontrado al laboratorio de la UNLP donde se realizan las investigaciones pertinentes.
“En un principio…llegaban al museo con los restos óseos a pedir asesoramiento. Hoy aconsejamos, si se sospecha de un hallazgo, intervenir nosotros en la extracción. Esta es una actividad compleja porque la escena de inhumación contiene información muy importante que acompaña a ese resto óseo y complementa su determinación”, cuenta la bioantropóloga.
El procedimiento se realiza de la siguiente manera: se notifica a los científicos sobre un hallazgo, entonces, ellos se dirigen al sitio y realizan las excavaciones. Una vez que obtienen el material óseo, los restos son trasladados al laboratorio. Allí se analizan rigurosamente los huesos, el material de contexto que los acompaña y la fauna cadavérica hallada.
Una vez que se determina que se trata de huesos humanos, comienzan las tareas específicas. “Para estimar la edad es muy importante, entre otros rasgos, hacer un estudio de la sínfisis púbica de la que se sabe que pasa por una serie de estadios morfológicos de cambio que tienen que ver con la edad. Otro indicio es la dentición, que en los seres humanos tiene una cronología de cambios conocida. Entonces, a partir del análisis de los dientes, también se puede estimar la edad”, detalla Salceda.
Además, los restos óseos también nos hablan del sexo del individuo, de su estatura (midiendo la longitud de huesos de los miembros), y hasta de condiciones de robustez. La bioantropóloga explica que “todos estos datos parten del análisis primero de colecciones osteológicas documentadas, que existen en varias partes del mundo, ya que también existen variaciones regionales demostrativas de la diversidad de las poblaciones humanas”.
Los investigadores también analizan los restos óseos de cementerios históricos de pueblos originarios ante conflictos por la propiedad de las tierras. “Trabajamos con el pueblo Wichí, donde hubo que excavar un antiguo cementerio, haciendo un trabajo de tipo arqueológico, para determinar el linaje entre los restos y los actuales habitantes de esa región. Finalmente, las tierras terminaron siéndoles otorgadas”, cuenta Salceda.
Por otro lado, esta colección favorece la estimación de identidad de restos de detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar. El Grupo Argentino de Antropología Forense se especializa en trabajos relacionados con genocidios usando las metodologías probadas en distintas colecciones documentadas.
¿Ustedes trabajan con restos de supuestos detenidos-desaparecidos?
Para nuestro grupo de trabajo es muy difícil, desde lo humano, encarar este tipo de investigaciones ya que, en mi caso particular muchos de ellos fueron compañeros míos. Entonces… es muy difícil trabajar con precisión sobre temas que te tocan tan de cerca.
Coleccionistas de huesos
La Colección Osteológica “Profesor Dr. Rómulo Lambre” cuenta en la actualidad con esqueletos de más de 450 individuos fallecidos entre 1936 y 2001. Casi un 35 por ciento de esos individuos son menores de 9 años, la mayoría de ellos, incluso, no llegaron al primer año de edad. El resto, está constituido por individuos adultos de más de 50 años en su mayoría.
Cuando se recibe el material óseo procedente del cementerio, comienzan las tareas de acondicionamiento. Los huesos son lavados con cepillos de cerdas finas, secados y mantenidos a temperatura ambiente. Una vez que el material está acondicionado, se rotula y se cataloga incluyendo todos los datos de filiación del individuo, ya que se cuenta con el resumen de su historia.
Finalmente, los restos son guardados en conjunto con el archivo de detalles en relación a condiciones de salud y causa de muerte. “Cada uno que va a trabajar en una investigación osteológica viene al laboratorio y busca lo que necesita, porque todo está catalogado”, concluye la investigadora.
Hoy, la colección continúa aumentando y, de esta manera, el complejo idioma de los huesos sigue siendo interpretado.
– Por Gaspar Grieco (Agencia CTyS)