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domingo, noviembre 24, 2024

Las Torturadoras

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A pesar de la tremenda y justificada prensa que tiene actualmente el femicidio, poco se habla de la característica, esencialmente, violenta de la mujer de esta época.

Los muchachos del bar constituyeron oficialmente El grupo de las Torturadoras para dar testimonio del maltrato sostenido a que los someten, periódicamente, sus respectivas cónyuges en el espacio hogareño con las excepciones honrosas de escasos socios, pero es indudable que originariamente el Club no es sólo un refugio masculino sino el momento del raje de la furia cotidiana conyugal. ¿Se entiende?

Prácticamente este espacio invita a una filosofía de la huída y adentrarse en las razones de un club netamente varonil, porque si el hombre evita su casa es que no lo hacen sentir enteramente cómodo y vive un permanente hostigamiento. A pesar de la tremenda y justificada prensa que tiene actualmente el femicidio, poco se habla de la característica, esencialmente, violenta de la mujer de esta época. Los medios no reparan en esta condición agresiva e intolerante de la mujer de fin de siglo, nada que ver con el romanticismo secular.

El tema daba para los técnicos (que sobran en este recinto). Carlitos de “Montreal” se estuvo conteniendo porque las palabras tienen un precio y, cuando se las enuncia, preferible que digan verdades (y no humedades de café). Lo cierto es que el tema era muy grosso y nadie aflojaba con el pitillo; incluso los que nunca fumaron, se animaron esta vuelta. “Lo que ocurre -dijo con ese tono tan pausado- es que en el matrimonio, inevitablemente, se juega una relación de poder, se van a enfrentar el ‘yo te puedo’ y el ‘vos no me podés’. ¿Quién es el mandamás? ¿Quién manda y quién obedece?” Y, a ninguno de los presentes nos quedaba duda, de que en el caso de las Torturadoras las que tenían el mando son Ellas.

El grupo asintió que alguno de los dos tiene que llevar las riendas de la casa (con los hijos y su educación, que no es poco), pero de ahí, a bancarse los excesos de poder, ya entramos en el terreno del ABUSO. Como dijo John Emerich Edward Dalkeberg Acton, apuntó Victorio que no quería ser menos, (a) Lord Acton: “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Lo que no dijo, que él era palabra autorizada por sus múltiples separaciones y divorcios reiterados; o sea que su opinión estaba refrendada en los hechos. No conforme con el impacto de su dominio del inglés británico, prosiguió acotando, que el hombre se merece esta revancha “mujeril” por haber ejercido terrenalmente el predominio económico como una mística de la violencia masculina y el sometimiento de la mujer doméstica.

Ni lerdo ni perezoso, el “loro” medió en el entredicho: “Claro, pero eso provocó que nos hiciéramos ‘paganetis’ en nuestra propia casa, y nos pasaran factura de tutti. Yo le pago a mi mujer hasta el sexo que tenemos…si es que tenemos, porque si no me pongo ‘religiosamente’, no hay cama”. Todos asintieron con leve movimiento de cabeza, como si fuera moneda corriente y no los asustara tamaña declaración. Carlitos de “Montreal” asintió que eso él se cansa de escucharlo en las sesiones de terapia, y que son la causa más frecuente de las separaciones. Agregó: “Jurídicamente, cuando una mujer se niega a tener relaciones sexuales, se habla de débito conyugal, y de la necesidad de cumplir con esa deuda que la esposa ha contraído con su cónyuge”. Sentenciando que nadie está “obligado” como mandamiento ni exhortación a exigir que lo amen. Estaba aludiendo a las facetas de la moderna violencia femenina de estos tiempos.

Yo no me podía quedar excluido de los opinadores, por lo que hice mi aporte: “Lo que el antiguo psicoanálisis freudiano llamó ‘mujer castradora’ fue la mujer que presentaba una personalidad dominante que solía anular a las figuras masculinas de su entorno, por eso lo de ‘castradora’. Se trata de mujeres con carácter viril, dominante, que maltrata a los varones de su derredor”. No obstante me gustó el aporte de la Economía (robado por los abogados) para este tema tan recurrente. Creo, que con esto ya se había tocado fondo, dando a entender que la violencia familiar tiene múltiples fuentes, causal para que la mujer se ponga Torturadora. La conversación se disparaba hacia lamentos personales y la furia de cada caso iba a hacer estallar el volcán, por lo que era conveniente poner paños fríos y qué mejor que invitar a los muchachos a un “drink coffe”.-

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