Estúpido es una palabra que tiene la misma raíz que estupefaciente, ese producto que pone a las personas en estado de no reacción, tontas y faltas de inteligencia. Así como sucede con la vaca que estando en las vías del tren y escuchando la piteada de este no reacciona, mira sin ver y escucha sin oír.
Esto mismo ocurre con las drogas, contra las cuales tanto se lucha, porque envenenan y matan a nuestra juventud, se les llama estupefacientes, es decir que el consumo de estas pone a la persona estúpida, no se reacciona y los sentidos quedan alterados no respondiendo como debieran a los impulsos externos. Es decir que se está en un estado de idiotez.
Así tratan a los consumidores distintos comercios, comerciantes, empresas de ventas y súpers de todo tipo… sucede cuando enganchan al vecino común con ofertas que solo existen en las distintas cartelerías. De estas se volvió popular la venta de pollos a precios de 13,99 o 14,99 y hasta de 15,99 siendo cotizaciones aceptables para la mente del pobre y creído incrédulo consumidor.
La sacan cadenas de supermercados que contratan su licencia para vender todos los Días, siempre escasean estos productos y hasta suele suceder que la heladera donde están los pollos de oferta esté hediendo a podredumbre como en un mercachifle de Ciudad del Milagro.
En otros casos las góndolas vacías producen un efecto rebote en los compradores que se acercan en busca de aprovechar la oferta que se ofrece tan generosamente pero tan mentirosamente y hablan de Más economía. Similar es la situación de tantos otros a los cuales hay que pedirle la reposición de la merca que se ofrece a buen precio y esperar justamente como estúpidos a ver si se consigue algo entre tantos que también desean aprovisionarse de esta.
…más careta de tonto le ven al pobre y ajetreado consumidor con las ofertas de celulares y sus planes, pero lo peor de todo es la bajísima calidad de los servicios, como por estos días sucede con prácticamente todas las empresas de telefonía. Esto por citar un par de ejemplos escandalosos. Se podría hablar también de los servicios que presta el Estado, como el agua, la luz y el gas que para esto hay mucho hilo en el carretel. Uf! Ni qué decir de los arrebatos impositivos por parte del gobierno de la ciudad, el provincial y el nacional. Todos succionan el bolsillo del ciudadano que gran parte de su renta venida del trabajo pasa a engordar las arcas de los fiscos.
Entonces parece ser que no se trabaja para vivir sino que viven del trabajo de las personas. Picardía o mejor ¡pijoteada argentina!. Pero, ¿cómo se supera esta situación de tomada de pelo a los ciudadanos? O mejor ¿acaso no puede crecer la cultura del consumidor para que no le metan tanto los dedos en los ojos y la mano en los bolsillos? ¿De por sí las personas del extracto común de la sociedad están destinadas a ser una paria consumidora y a nadie le interesa su crecimiento mercantil porque cierran los números de este sistema social venido del capitalismo?
Aquí justamente existe una gran responsabilidad del Estado en todos sus niveles y de seguro por correspondencia a la clase política, esta que muchas veces cree administrar temas esenciales a los vecinos y sin embargo algo tan básico como lo es el consumo se encuentra en estado de enajenación, chatura, articulado por el engaño, la estafa, la ordinariedad y de hecho conlleva la denigración de las personas. Mientras los viborones del mercado chupan los billetes de las gentes, parecería que al Estado le cierran los números de alguna manera, ya sea por la recaudación impositiva, ya sea por el aprovisionamiento de chucherías dejando a las personas medianamente contentas pero en una situación de indefensión económica y de bajísima dignidad…Y por supuesto, esto obedece a una falta de legislación que convenga a la cultura de la mayoría.
Elevar al tonto no es tarea que reditúe…o que convenga.
– Por Hugo Luis Daher