La ley antiterrorista produjo el quiebre de la tranquilidad y de la paz social; ha sido aplicada indebidamente, injusta e ilegalmente, por el fiscal Julio Landivar, en el territorio nacional de competencia federal de la Ruta Nacional 40.
Les escribimos por razones múltiples.
La primera razón es que creemos en la exhortación del lenguaje y junto a Heiddeger creemos como él que el lenguaje es el amo del hombre y no al revés, como livianamente muchas veces se sostiene.
Otra razón o motivación motora de esta carta, además del derecho constitucional que nos asiste al hacerlo es porque siempre tenemos como bandera presente la sangre derramada por los 30 000 compañeros y mientras tengamos aliento, recordaremos y repetiremos que no será negociada ni traicionada. Es un deber ético que tenemos todos, especialmente ustedes que hoy pueden gozar no sólo de este ejercicio democrático del voto, sino también acceder al ejercicio de representación política de nada menos que del Pueblo argentino, en su caso por sus provincias respectivas.
En lo concreto y particular, no diríamos tan contigente solamente, queremos hablarles de la colonización del territorio argentino que se está ejecutando en nuestra amada Patria.
Por esta Patria dieron la vida desde Monteagudo en adelante, decenas de miles de luchadores que se resistieron y se opusieron
al saqueo, la invasión y la expoliación que siempre avizoró por estas tierras cual halcón hambriento.
Fue en San Lorenzo, fue Dorrego, fue San Martin, fue en Salta, en Tucumán, con Belgrano, fue siempre en todo lugar que esta patria derramó la sangre de sus mejores hijos (los que más la amaban ).
Y luego vinieron las víctimas de las dictaduras: los profesionales, los académicos, los obreros, los estudiantes, los dirigentes gremiales, las militantes políticas, las estudiantes, los curas comprometidos, los militantes sociales. Y el cáliz amargo de la sangre derramada siempre por nuestro pueblo, por amor a la libertad, por la lucha por la vida , la vida de todos en dignidad.
Luego vino la guerra de Malvinas y más de 600 soldados murieron entregaron cual rosa para una novia, de la que fueron arrancados por la fuerza, su sangre. Otra vez la sangre de los más puros, de los que más aman , de los que nos hacen mejores a todos, al precio de su vida , de su vida entregada, por todos nosotros.
Y ahora a tantos años de democracia, transitando una época de paz y de esperanza , se viene a quebrar desde el gobierno nacional, luego ratificado por el Congreso, ese contrato, ese acuerdo, ese consenso. Esa obligación, ese juramento. Se jura cumplir y hacer cumplir la Constitución.
Cuando se asume en nombre del Pueblo se jura. Y ese juramento tiene un valor. Lo tiene porque el lenguaje significa y enuncia con sentido algo. En este caso la palabra es respetar, Cumplir. Hacer cumplir.
Esa palabra se ha quebrado. Con esa ley llamada antiterrorista, ese contrato se ha resentido.
No es lo mismo respetar que perseguir.
Claro que no lo es.
Y ha aquí que además esa ley antiterrorista, de esa ley estamos hablando, de ese quiebre de la tranquilidad, de la paz social, ha sido aplicada indebidamente, injusta e ilegalmente, por el fiscal Julio Landivar, en el territorio nacional de competencia federal de la Ruta Nacional 40, a personas, pobladores honestos, que cometen la osadía de luchar , otra vez Patria!, por la vida, por los bienes comunes , por los derechos colectivos.
Es hora de participar en la definición de un marco nuevo, una
renovación general de bienes comunes y derechos colectivos relativos a la gestión de nuestras economías, a la evaluación de las políticas y a los indicadores de progresos.
Las organizaciones de la sociedad, las que se dan en le mundo de la vida, del propio devenir y correlato cotidiano, las asambleas, las ongs, los vecinos, los grupos de pares, familias, vecinos, necesitan del apoyo de aquellos que los representan y deben garantizar sus derechos y ampararlos. No pueden torcer la cabeza, no pueden ni deben mirar hacia otro lado, ya que por rol y función tienen el deber indeclinable de estar junto a su pueblo.
De esta manera será posible transformar la crisis en una oportunidad para el progreso de la integración argentina hacia una sociedad al
servicio del bienestar para todos.
Bienes comunes son esos bienes, servicios y recursos que benefician a todos. Son realidades tangibles o intangibles, cultural y/o socialmente importantes en lo que concierne al respeto de vida, a los ecosistemas y al bienestar de todos.
Valores éticos y bienes comunes están estrechamente vinculados, unidos.
Los bienes comunes son necesarios para la paz, la libertad y la democracia, la justicia y la igualdad, para la protección del medio ambiente y de los recursos, para el patrimonio cultural, el intercambio y el enriquecimiento del conocimiento, los derechos de las generaciones futuras, la cohesión social y la solidaridad.
El reconocimiento y la protección de los bienes comunes es responsabilidad de las instituciones públicas y privadas, de las asambleas territoriales, de las comunidades indígenas, de todos los grupos sociales, económicos y políticos.Y es en ese marco de cooperación y acción que deben implementarse los derechos colectivos.
Los derechos colectivos son derechos que son propiedad y/o ejercidos colectivamente.
Son propugnados por grupos cuyos derechos están protegidos por la Constitución Nacional.
Es necesario empezar a sentar y poner en marcha los métodos, medios y recursos con el fin de garantizar los adecuados procesos participativos para el debate, la redacción y la aprobación de la Proclama de los Derechos Colectivos en consonancia con la definición de los bienes comunes,esta vez, constitucionalmente definidos y aplicados.
El futuro común debe tener en cuenta todas las diversidades, todas las pluralidades, todas las diferencias y todas las dimensiones concernientes a la sociedad compleja territorial y autónoma.
Las contribuciones deben provenir de todos los niveles territoriales: local, regional, nacional y latinoamericano.
Exigimos a su vez de ustedes que se interesen por la situación de los pobladores que se encuentran a la intemperie defendiendo el territorio argentino de otra invasión, esta vez las mineras transnacionales que saquean, contaminan, depredan, se llevan todo y por si fuera poco, corrompen y mandan a las autoridades lo que tienen que hacer.
¡Qué vergüenza tan enorme!
¡Basta de colonialismo!
Cumplamos con nuestro deber. Honremos a nuestros héroes.
La sangre derramada, no será negociada.
Basta de persecución a los valientes pobladores que están dejando todo por salvar, otra vez, la Patria!
O acaso no lo ven?
Atentamente:
– Colectivo Interpelación Popular
ref Mercedes Centena. Lic Sociología, La Plata.
Ex exiliada política