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viernes, marzo 29, 2024

Accidente cristiano: barbarazo, barbaridad o barbarie

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Con gran sorpresa se deja entrever cotidianamente cómo el occidente cristiano se va pulverizando por intermedio de legislaciones que obedecen, según dicen algunos doctos, a la demanda social actual… yo diría doctrinas subyacentes cargadas de error, horrores y terrores.

Se escuchan tremendas estupideces como por ejemplo, “La sociedad decidió consumir, ser consumista” por parte del actual presidente Uruguayo, del país separado más hermano que tenemos los argentinos. Esta declaración fue hecha ante las cámaras del canal estatal en el acto, junto a nuestra presidenta CK, con motivo del acatamiento del fallo de la Haya ante la diferencia botniana en las márgenes del rio Uruguay.

Así es, ahora se apela a la demanda social como quien es la que autoriza al Derecho Positivo a autorizar (valga la redundancia) cualquier barbarazo, barbaridad o barbarie. Ahora es este ente “sociedad” quién decide que se debe hacer como personas humanas. Esta misma sociedad es la que da sus directrices existenciales. Decide qué es lo mejor para la persona (y contrariamente muchas veces se ciega ante lo peor para estas… se ha perdido la capacidad de discernir…) y de esta manera establece fácilmente, simplemente y hasta histéricamente, contraponerse a la naturaleza de la misma persona. Pareciera que el hombre se cree producto del hombre mismo.

Este ente irracional donde estamos todos involucrados y representados; repito: este ente, “la sociedad”, se nos muestra como la responsable del destino actual de la persona humana. Hoy en día prescinde atrevidamente de valores que desesperadamente que por ejemplo, el sistema educativo intenta sembrar y recuperar, para los niños que son el futuro de esta misma sucia sociedad.

Prescinde de la tradición que es el depósito de donde sacamos la experiencia más sabia que nos deja nuestra historia. Prescinde de la herencia cultural como si fuera que somos hijos de nadie, huérfanos sociales en esta civilización destacadamente guacha, etc. etc. etc.

En este ente nos van dejando entrampados a todos los ciudadanos “porque así lo demanda la sociedad”, a los cuales nos hacen firmar un pagaré por lo que putas pudiera venir en el futuro con los errores que cometen muchos dirigentes y actores de esta misma civilización, promoviendo, favoreciendo y estimulando errores antropológicos que nos llevarán al horror de nosotros mismos.

¿En qué cabeza mínimamente sensata, cabe la idea de igualar los géneros como si fueran que estos en sí mismos no establecen la diferencia? Hablemos claro, una vagina y un pene para nada se parecen y se confunden. Son los suficientemente particulares para mostrarnos con obviedad la diferencia. Diferencia que de ninguna manera es para más o menos de uno o de otro, o diferencia que de ninguna manera hace prevalecer a uno sobre otro, pero sí diferencia necesaria para complementarse, es decir, el uno con el otro completan un todo que en este caso es cuasi pleno. Y sólo hablamos de la punta del iceberg en lo que se refiere a la relación mujer-varón.

¿Para qué mencionar la equiparación de una pareja heterosexual a una monosexual como si ambas podrían suplirse una por otra en beneficio de las personas y de la sociedad; en beneficio de la familia o de los niños…? Estamos pa`tras!

¿En que corazón de mierda cabe negar la vida que se viene desarrollando en el seno de una madre para interrumpir su curso natural de crecimiento en vez de darle la posibilidad de que usufructúe el primer y más básico derecho que es vivir?

Realmente da asco este sentimiento de súper autosuficiencia modernista que intenta hasta redefinir lo que es naturalmente, redefinir a la naturaleza propia de las cosas, del ser humano, de las personas (y no pocos se complacen sentir esto y al mismo tiempo sentirse herederos de la cultura cristiana). Hoy muchos varones y mujeres (o lo que queda de ellos) se atreven a hacerlo, total lo demanda la sociedad, la pluralidad y el respeto mutuo, tres temas totalmente distorsionados para confundir a las gentes haciéndoles creer que todo lo que se dice, se hace, se quiere, se desea, se legisla está bien. Repito, no hay capacidad para discernir y por lo tanto se decide muy probablemente mal y el mal trae sus consecuencias y estas van a pesar sobre el común de la gente y sobre las generaciones por venir. Realmente horroroso…

La soberbia del hombre de este siglo que cree que todo lo puede, que la misma vida está en sus manos, que puede gobernarse a sí mismo indicándose el camino hacia la felicidad sin más criterio que sus propios deseos egoístas, sólo lo conducen a la autodestrucción. Hay que romper el cascarón, salir del seno materno, cortar el cordón, dejarse un cacho a uno mismo y mirar hacia fuera de sí. Estamos miopes de yoísmo.

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