2 de abril.
Berlín, Alemania — Greenpeace denuncia en Alemania la presencia de soja argentina en el biodiesel.
El biodiesel comercializado en Alemania produce mucho más daño al ambiente que lo estimado. Esta es la conclusión del informe presentado hoy por Greenpeace en la capital alemana. El análisis (1) fue realizado en base al combustible expendido por las tres principales compañías de ese país -Shell, Esso y Aral- y tuvo como objetivo establecer cual es la materia prima de lo que las empresas denominan “biodiesel“.
A partir de este análisis, Greenpeace comprobó que el biodiesel añadido al diesel que se comercializa no sólo proviene de aceite de colza cultivada en Alemania sino que un 20 por ciento proviene de aceite de soja. “La soja es cultivada en muchos países de América del Sur, como por ejemplo en Argentina. En este país los bosques nativos están siendo destruidos por nuevas plantaciones de esta oleaginosa”, sostuvo Alexander Hissting, responsable de la campaña de agricultura de Greenpeace Alemania.
La reglamentación europea estipula un corte de los combustibles fósiles con un 5,5 por ciento de biocombustibles para el 2010 y del 17 por ciento para el 2020. Alemania es uno de los principales destinos de las exportaciones de las plantas de biodiesel que funcionan hoy en Argentina. Durante 2007 se exportaron alrededor de 300 mil toneladas de biodiesel desde Argentina (con sólo dos plantas en funcionamiento), de las cuales el 25 por ciento tuvieron como destino el bloque comunitario.
Para este año se calcula que las exportaciones argentinas cuadriplicarán esta cifra. “Si el gobierno alemán sigue adelante con esta política del corte, estaremos perdiendo bosques para producir biocombustibles”, señaló Hissting. “De esta forma el gobierno alemán estará conduciendo a la destrucción de los últimos bosques nativos de Argentina”, agregó.
Los ministros alemanes de Ambiente, Sigmar Gabriel, y de Agricultura, Horst Seehofer, planean llegar a la meta de corte de biodiesel al 17% antes del 2020. Dado que los cultivos de colza ya han alcanzado su límite de expansión en Alemania, el porcentaje necesario de biodiesel de soja para cumplir esa meta de corte será cada vez mayor.
Según Greenpeace Alemania, cada porcentaje adicional en el corte de biodiesel en Alemania significa más de 700.000 hectáreas de plantaciones de soja extra por año. Si se quiere llegar al corte del 17 por ciento, Alemania necesitaría importar cerca de 4.900 millones de litros de biodiesel de soja, lo que significa más de 10 millones de hectáreas de ese cultivo, una superficie similar a la provincia de Santa Fe.
“Si lo que se quiere es proteger el clima, necesitamos proteger los últimos bosques nativos que quedan”, enfatizó Alexander Hissting. “El objetivo del corte de combustibles fósiles con un porcentaje de biocombustibles es un camino equivocado”.
Los impactos destructivos de los biocombustibles sobre el clima fueron señalados en la prestigiosa revista Science. Según esta publicación se debería consumir biodiesel de soja por 319 años para compensar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero producidas por la deforestación provocada por las plantaciones de soja en el Amazonas. En Argentina, en los bosques nativos de la región chaqueña demandaría 176 años.
En los últimos 9 años más de 2 millones de hectáreas de bosques han desaparecido en manos de las actividades agropecuarias, especialmente motorizadas por el cultivo de soja. “La situación de los bosques en Argentina es alarmante”, sostuvo María Eugenia Testa, de la Unidad Política de Greenpeace Argentina. “En nuestro país no podemos perder ni una hectárea más de bosques nativos”.
La Ley 26.093 de Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles, establece para nuestro país la obligatoriedad de la mezcla de 5 por ciento de biodiesel y bioetanol para todos los combustibles comercializados domésticamente a partir del 2010. “Esta meta solo debiera cumplirse aplicando estrictos criterios de sustentabilidad, seleccionando los cultivos con mejor balance energético y el mejor balance de gases de efecto invernadero. De otra forma la solución sería peor que el problema”, afirmó Testa.
Para Greenpeace se debe establecer un estándar de calidad que, entre otras cosas, obligue a que en el análisis de ciclo de vida de los biocombustibles se genere una reducción de GEI de al menos un 60 por ciento comparados con el combustible que reemplazan.