Para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó…, reza la popular canción que se convirtió en un emblema de aquellas épocas en que nuestra Patria comenzaba a ponerse los pantalones largos.
Jóvenes militantes de los años 60, 70 que creyeron en “el proyecto”, jóvenes militantes de aquellas épocas que por creer se inmolaron, entregaron sus vidas en manos de El degenerado monstruo verde oliva de aquellas épocas, que montados en algún torino u ford fálcon, con botas, gorras y escudados detrás de nuestra enseña Patria se encargaron de convertirlos en NN.
Hoy, gracias a la entrega de la vida de esos militantes, podemos disfrutar nuestra democracia. Hoy, gracias a la entrega de un pueblo sufrido que debió soportar las peores de las circunstancias, la muerte de sus mejores hijos, muchos pueden sentarse en los parlamentos como representantes del pueblo, muchos pueden decidir la economía, muchos tienen la tarea de hacer la Argentina Grande, desde un espacio de Poder.
La historia argentina fue forjada por hombres y mujeres valientes, que ante los peores avatares no dudaron un segundo en ofrendar sus vidas en pos de las nuevas generaciones.
La política es una hermosa herramienta de trabajo, pero la mayoría de la gente de los ciudadanos comunes, la mira con desconfianza o directamente nada desean saber de ella, ni siquiera acercarse!!! La pregunta queda flotando en el aire…!!! Por qué?
El ciudadano común, tiene el “ojo crítico”, lo ve todo, acumula, critica, pero también aplaude las buenas acciones de sus representantes. Aquel representante que en momentos electorales se acercaba a la gente, hasta tomaba mates con doña María, aquel representante que de la mañana a la noche cambió su bicicleta por una 4X4 y pasó mágicamente de ser vecino de barrio, a incrementar la población en algún country cerrado y custodiado. La diferencia entre ser pueblo y ser representante del pueblo queda demostrada a la vista de todos y cada uno de los ciudadanos, ser pueblo es vivir el día a día, es pelearle a la economía a la inseguridad a la contaminación, ser representante del pueblo es no tener las mismas necesidades, sólo pensar perpetuarse en el 2015.
“Fui, soy, seguiré siendo”, nunca dejar de ser, la consigna es eternizarse en el PODER. El cargo que ocupan es del pueblo y los beneficios deben ir al pueblo, pero sin embargo muchos usan y abusan y muestran sus ambiciones desmedidas y toman el puesto como si el mismo fuese de pertenencia particular, herencia recibida de algún familiar directo. La palabra “alternancia” en la vida política sólo quedó para rellenar el diccionario.
Y el por qué de querer seguir siendo? Y el por qué de convertir a la política en una profesión de hereditaria. El maestro cuando cumplió sus años de servicio se debe marchar a su jubilación, lo mismo el médico, el contador, etc, etc, pero ¿por qué el político cuando no puede seguir con sus funciones, debido a las trabas lógicas que impone la Constitución, se esmera en no perder la posición y si él no puede continuar, sigue algún familiar directo, esposa, hijo? De lo contrario si esto no funciona, recurren a la Justicia, como si la Justicia no tuviese otros problemas mucho más importantes que resolver, también debe ocuparse de que el fulano siga eternamente en su oficina con aire acondicinado, refrigerio y atendiendo cuando el desea y Juan Pueblo sigue mirando los progresos desproporcionados entre el pueblo y los representantes del pueblo, diferencias inexplicables las cuales ponen en la vereda del frente al vecino bien intencionado.
Grandes y marcadas diferencias entre ser pueblo y ser representante del pueblo, aviones, viajes, comidas, nombramientos, custodias, etc, entre tantas cosas buenas y como si esto fuese poco un hermoso y sustentoso sueldo que lo paga Juan y María Pueblo, los cuales en momentos de necesidad van a buscar una respuesta y la Secretaria del Representante del Pueblo se encarga de filtrar a unos y a otros.
Los representantes del pueblo debiesen tomar ejemplos cercanos y tratar de emular las acciones de nuestro Papa Argentino “Francisco”, el hombre más famoso e importante del momento, humilde y que en poco tiempo hizo cambios sustanciales en el núcleo mismo de la Iglesia mayoritaria del mundo. Todos los políticos lo visitan y usan su imagen como al “chivo expiatorio”, a Dios rogando y con el mazo dando…
Ambiciones desmedidas
Me parece una excelente apreciación de la realidad actual. Vayan mis felicitaciones al diario por la objetividad y coherencia de los columnistas.
En realidad hay que tenerlas bien puestas para escribir lo que este señor pone en tinta. Es lo que todos nosotros vemos,pero muchos callamos.
Yo si coincido totalmente con la nota, Feliz año
Ambiciones desmedidas
No coincido en absoluto con que esta democracia se la debemos a los jóvenes idealistas de lo setentas que murieron en combate o fueron secuestrados y siguen desaparecidos. A ellos por supuesto nuestro eterno respeto por su entrega. Esta democracia es producto de la aventura militar que los milicos se mandaron en las Malvinas; estos creyeron que enfrentarse a la maquinaria bélica británica era lo mismo que secuestrar y/o asesinar militantes populares. Frente a esta derrota militar los milicos debieron apurar las elecciones y preparar la retirada. Contribuyó también la resistencia de los trabajadores con pequeñas huelgas como las que convocaba en aquel momento la CGT de Ubaldini y otros gremios chicos.
Tampoco es cierto que aquellos jóvenes fueron los mejores hijos de esta tierra, por lo menos no podemos saberlo; en vista de lo que mostraron luego los que consiguieron salvarse de la masacre tenemos que pensar que entre aquellos habría de todo. Y si no fijate en Carlos Kunkel, Dante Gullo, Abal Medina padre, Mario Montoto, Carlos Zanini y otros mas, que en aquel momento pensaban en una patria mejor y hoy son millonarios gracias a suculentos negocios con el Estado. Hayan sido nacionalistas católicos, guevaristas, peronistas o maoístas, tenemos que tener el beneficio de la duda; si los muchachos que menciono sacaron luego jugosas tajadas de su pasado militante, por qué los héroes que quedaron en el camino debían ser años después mejores que estos de haber sobrevivido.
Los mejores hijos de este país son los jóvenes de familias pobres que hoy se rompen el traste trabajando honradamente todo el día para salir a flote; los que estudian para superarse y dejar atrás la pobreza en que nacieron; los que dejan horas de su vida en el trabajo solidario sin esperar recompensa material de nadie; los médicos, enfermeros y auxiliares que trabajan en condiciones precarias para salvar vidas en los hospitales públicos. Sobre todo son dignos hijos de esta Argentina los que no esperan que desde el Estado le tiren un hueso, ni se venden a un político corrupto, y procuran salir a flote por la de ellos. A estos sí mi homenaje permanente.