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domingo, noviembre 24, 2024

AMG Producciones: Buen trío en variado repertorio

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Agradable presentación musical para oídos iniciados. De Gutiérrez ya sabemos, es un consagrado que no obstante ya no estar en la plantilla de la orquesta local, no puede dejar de hacer buena música.

Salta, miércoles 5 de julio de 2017. Centro Cultural América. Marcelo Gutiérrez (clarinete), David Benítez (piano) y Aleksandre Uruschadze (viola). Tres piezas de fantasía (Robert Schumann). Trío en mi bemol mayor (Wolfgang Amadeus Mozart). Primera Rapsodia (Claude Debussy) Pocket Size (Alec Templeton) y Piezas V y VI (Max Bruch). Producción AMG.

La apacible noche comenzó con las Tres Piezas de Fantasía –el autor gustaba de la libertad que le daba la “fantasía”– que Schumann escribiera cuando por momentos se agudizaba su desorden cerebral y sin embargo son evidentes la delicadeza, la nostalgia y la alegría de vivir. Aquí es oportuno mencionar cuanto progresó David Benítez y el hermoso sonido de la viola de “Sasha”. De Gutiérrez ya sabemos, es un consagrado que no obstante ya no estar en la plantilla de la orquesta local, no puede dejar de hacer buena música.

Las obras de Mozart, son verdaderamente inconfundible. Totalmente clásicas. Si se me permite la licencia, a veces las encuentro más clásicas que la del propio Haydn. Esto sucedió en el trío K. 498 en mi bemol mayor original para piano, viola y clarinete. Buena lectura donde fue evidente la autonomía de los tres músicos en una forma que el autor buscó para que esa independencia interna, no pierda la característica de equitativo sonido.

Luego otra vez el dúo Gutiérrez – Benítez para la Primera Rapsodia de Debussy, música etérea, indefinida, pinceladas difusas de su estructura sonora en lo que se dio en llamar la época “impresionista”.

Hasta que llegó el desconocido Alec Templeton, un galés que estudió en su lugar natal para después emigrar a Estados Unidos y componer allí con fuerte raigambre norteamericana en lo que podría llamarse “Jazz de Bolsillo” por los giros conocidos de su entorno. Aquí se lució Marcelo Gutiérrez con sus rubatos (figura que permite acelerar o desacelerar el tempo en busca de una mayor expresividad) y sus glisandos (forma de pasar rápidamente de una tonalidad a otra con una notoria ligadura) que se usa como adorno de una composición cualquiera. Tal vez, la próxima vez que hagan estos tres momentos del galés americanizado, sea oportuno agregar percusión con escobillas para acentuar las bellezas del ritmo.

Todo cerró con dos de las ocho piezas que escribiera Max Bruch dominadas por un puro romanticismo tan grato al oyente. Agradable presentación musical para oídos iniciados.

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