Mientras esconden el número de suicidios de nuestros chicos y de los no tan chicos para evitar una psicosis colectiva haciendo la vista gorda por temor a hacerse cargo de tremenda realidad, ahí estás legislador legislando la cultura de la muerte.
Un lugar de Salta que comienza a ser ajeno: masas movidas por intereses comerciales, espacios viciados que lejos están de la belleza natural y del goce estético. Serenatear en Cafayate es entrar con la realidad hedonista.