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viernes, abril 19, 2024

Bajo la sombra del Opus Dei

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Inspirada en un caso real que tuvo lugar casi treinta años atrás, la película de Fesser narra la historia de una niña con una enfermedad grave, a quien el oscurantismo religioso que la rodea tal vez haya impedido una debida curación.

Presentada en competencia en la edición 2008 del Festival de San Sebastián, gran ganadora de los Goya 2009 (mejor película, dirección, guión, actriz protagónica, actor secundario y actriz revelación), en algún momento la pelicula Camino amagó estrenarse en Argentina, donde pudo vérsela en el Festival de Mar del Plata.

Finalmente pasó de largo y ahora acaba de llegar directo al DVD, lanzada por el sello AVH.

Inspirada en un caso real que tuvo lugar casi treinta años atrás, la película escrita, dirigida y montada por Javier Fesser narra la historia de una niña con una enfermedad grave, a quien el oscurantismo religioso que la rodea tal vez haya impedido una debida curación.

Teniendo en cuenta que las referencias al Opus Dei son explícitas, en España Camino trajo, en su momento, cierto revuelo.

Aquí es más posible que no haya llegado a las salas por su carácter mortuorio (que suele considerarse “piantapúblico”) que por alguna mano negra de carácter integrista. Aunque nunca se sabe.

Camino es el título del libro más conocido de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, y ese el nombre que Gloria (Carme Elías) y su marido José (Mariano Venancio) le han puesto a su hija (la subyugante Nerea Camacho).

A los once años, Camino es una chica hermosa, vital y saludable, a la que las hormonas comienzan a inquietar. Sobre todo cuando conoce a un chico (llamado nada menos que Jesús), miembro del grupo de teatro que ella frecuenta desde hace un tiempo.

Por más que vaya a un colegio de monjas, por más que su madre le inculque ideas pre-medievales (la del ángel guardián, por ejemplo), el temor a Dios no le impide estremecerse cada vez que Jesús se le arrima. En medio de ese burbujeo preadolescente, un día Camino siente un dolor en el cuello que la tuerce. Se inicia un calvario de operaciones, internaciones y quimioterapia, que un día los sacerdotes del Opus Dei que Gloria tiene por referentes recomiendan interrumpir de golpe.

Si es voluntad de Dios llevarse a la niña al cielo, esa voluntad debe ser cumplida y hasta facilitada, con consecuencias que son de imaginar.

Con la niña verdadera actualmente en proceso de beatificación (por motivos que la película no deja muy claros), Camino muestra un “Viva la muerte” por otros medios.

Lo que durante la Guerra Civil fue grito de guerra falangista, aquí adquiere la forma de la más revulsiva (y repulsiva) perversión religiosa, producto de una suerte de ecuación matemática.

Si la niña se está muriendo es porque Jesús la quiere con él. Si Jesús la quiere con él, ese destino no sólo no es malo, sino que debe ser estimulado, por medios espirituales o, eventualmente, mecánicos.

Más aún: se trata de un destino apetecible, hasta literalmente aplaudible. “Siento envidia, porque te vas con Jesús”, le dice la madre a Camino.

Con dos de los sacerdotes más siniestros que se hayan visto en cine en mucho tiempo, Fesser (voraz consumidor de comics y director de El milagro de P. Tinto y La gran aventura de Mortadela y Filemón) da rienda suelta a su gusto por la imaginería, materializando las fantasías de la niña en dos personajes encontrados.

Como Jesucristo al protagonista de la célebre y exactamente contraria Marcelino, pan y vino, a Camino esos personajes se le aparecen en sueños.

Uno es un duendecillo infantil, de cuento de hadas.

El otro, un rubio angel de la guarda que, al revés de lo que su mamá intenta inculcarle, en lugar de protegerla la acosa. Casi como un Freddy en versión querubínica, con una mirada flamígera que se clava como cuchillo.

– Por Horacio Bernades – Página 12

1 COMENTARIO

  1. Bajo la sombra del Opus Dei
    Me pareció excelente. La vimos con un grupo de amigos y amigas en una inolvidable “función privada” de cineclub casero. Nos voló la peluca a todos los presentes, no sólo por la intensidad dramática y la impecable factura narrativa sino también por las secuencias de gran belleza visual. Y además porque quienes tenemos más o menos “trayectoria” en la Iglesia Católica sabemos que el Opus es así, tal cual.

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