Las gestiones kirchneristas en el Vaticano para cerrar el escándalo por el dossier sucio contra el Papa fue rechazado.
La operatoria kirchnerista sucia contra el Papa argentino la habría realizado el embajador en el Vaticano, Juan Pablo Cafiero, que se aprovechó de la influencia de Esteban Caselli, ex embajador de Carlos Menem, que llegó sin obstáculos a los cardenales más preocupados por la irrupción de Bergoglio, quien está decidido a terminar con la corrupción del Banco Vaticano y los múltiples casos de pedofilia que asolaron a las iglesias del mundo.
No.
Fue la respuesta simple y contundente que recibió la diplomacia argentina cuando exigió a la Oficina de Prensa de la Santa Sede que desmintiera la nota publicada el 18 de marzo en El Cronista, revelando un montaje informativo urdido por el Gobierno para bloquear la elección de Jorge Bergoglio como Papa.
La negativa del Vaticano fue comunicada a la delegación argentina horas antes del almuerzo que compartieron la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el Papa Francisco, quien en su frugal desayuno ya había leído las notas de los principales diarios argentinos.
La tapa de El Cronista no sorprendió al Sumo Pontífice: sabía que un dossier sucio que lo vinculaba con las atrocidades de la dictadura militar, había sido redactado y entregado por el embajador argentino en el Vaticano, Juan Pablo Cafiero, a un cardenal de llegada directa a Fernández de Kirchner, que se plegó a las intenciones oficiales de sepultar las posibilidades de Bergoglio en la Santa Sede.
El embajador Cafiero basó su dossier sucio en las notas publicadas por Horacio Verbitsky, que denunciaban la supuesta colaboración de Bergoglio en los secuestros de los sacerdotes Francisco Jalics y Orlando Yorio, desaparecidos durante seis meses en las mazmorras de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Cafiero sabía que la presunta información periodística había sido descartada por la justicia federal, pero no le importó la verdad histórica. Cumplió órdenes de la Casa Rosada, que no quería a un enemigo local transformado en líder mundial y con poder Urbi et Orbi.
– 19-03-2013 – La opinión popular
La operativa
La tapa fue comentario obligado de la comitiva oficial, aunque frente a los periodistas argentinos y extranjeros, el canciller Héctor Timerman y el vocero Alfredo Scoccimarro restaron importancia a la nota exclusiva que revelaba una operación política vergonzosa.
Ninguno de los dos, pese al encuentro a solas que iba a protagonizar Cristina Fernández de Kirchner y Francisco, pudieron lograr que la Santa Sede emitiera un comunicado desmintiendo una información que ya conocían los 115 cardenales que eligieron a Bergoglio como sucesor de Benedicto XVI.
Cafiero llegó al Vaticano portando su apellido y su alcurnia peronista, que no es poca. Su padre Antonio ocupó ese mismo lugar meses antes del golpe de Estado de 1976, y tuvo el gesto de regresar a la Argentina antes que Isabelita fuera derrocada por la Junta Militar.
Pero Juan Pablo no tiene los contactos y la trayectoria política de su padre, y usó un atajo para reemplazar su escaso peso diplomático en Roma: se aprovechó de la influencia de Esteban Caselli, ex embajador de Carlos Menem, que llega sin obstáculos a los cardenales más preocupados por la irrupción de Bergoglio en el escenario pontificio.
Caselli utilizó su escaso italiano para introducir a Cafiero en el lado oscuro de la Curia, que ya está en jaque por la agenda secreta de Francisco, conjurado con determinados cardenales de Estados Unidos, América Latina y Europa para terminar con la corrupción del Banco Vaticano y los múltiples casos de pedofilia que asolaron a las iglesias del mundo.
Cafiero de la mano de Caselli llegó a Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI, y a Ángelo Sodano, secretario de Estado de Juan Pablo II, ambos rozados por los expedientes secretos que revelan el encubrimiento de presuntas operaciones de lavado de dinero sucio y de la actuación de miembros de la Iglesia que aprovecharon su influencia pastoral para seducir a niños indefensos.
Cafiero, aconsejado por Caselli, escuchaba la liturgia de Bertone y Sodano, sacaba sus propias conclusiones, y escribía cables secretos que enviaba al canciller Timerman. En uno de esos cables, Cafiero alertó al gobierno argentino sobre las posibilidades de Bergoglio, ante un cónclave que aparecía dividido entre candidatos de origen italiano y brasileño.
Frente a la advertencia del embajador argentino en el Vaticano, Balcarce 50 decidió usar las notas de Verbitsky para bloquear la posible designación de Bergoglio en la Santa Sede.
El periodista más cercano a la lógica informativa de Cristina Fernández había publicado que Bergoglio, como Provincial de la Compañía de Jesús durante la dictadura, no había protegido la vida de los sacerdotes Jalics y Yorio, secuestrados por un grupo de tareas de la ESMA.
Sobre esta presunta información, y asesorado por un diputado con nombre propio en los organismos de Derechos Humanos, Cafiero cocinó un dossier sucio que montó sobre las notas de Verbitsky.
El dossier fue entregado a un cardenal vinculado a Bertone y Sodano, que conoce a Cristina Fernández, y que ya ha tenido diferencias con Bergoglio cuando actuaba en la Catedral de Buenos Aires.
Ese dossier llegó sin escalas a una de las deliberaciones previas al Cónclave que eligió al Papa argentino, estaba escrito en español y fue impreso con letras grandes y sin ningún membrete o sello oficial. Sólo refería a las notas de Verbitsky, y omitía el fallo del Tribunal Federal Nº 5 en la causa ESMA, que descartó por su ligereza probatoria las acusaciones contra Bergoglio.
«Es totalmente falso decir que Jorge Bergoglio entregó a esos sacerdotes. Lo analizamos, escuchamos esa versión, vimos las evidencias y entendimos que su actuación no tuvo implicancias jurídicas en estos casos. Si no, lo hubiésemos denunciado», aseguró el juez federal Castelli, cuando se le preguntó sobre la responsabilidad de Bergoglio en la desaparición de Yorio y Jalics.
Y añadió: «No juzgamos si Bergoglio pudo haber sido más o menos valiente. La pregunta es si entregó sacerdotes o no. Y coincidimos en que no hubo razones para que lo denunciáramos».
Antes del almuerzo en la residencia Santa Marta, el Papa saludó a la comitiva oficial que le presentó Cristina. Desfilaron, sin turbarse, Timerman, Scoccimarro y Cafiero, a quien algunos le auguran poco tiempo cerca del Vaticano. Igual que al cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y a su colega y amigo Bertone, que fue secretario de Estado y Camarlengo. Los tres saben que Francisco sabe.
Alea Jacta Est (la suerte está echada).
– Por Román Lejtman
– Fuente: El Cronista
La fe de los conversos: del cristinismo al cristianismo
La conversión del cristinismo al cristianismo apenas necesitó agregar una letra. El viraje fue tan vertiginoso e implacable que Cristina, más papista que el papa, elevó al cielo a tres mujeres que odiaba y entregó al infierno a tres hombres que amaba.
La tarea de reconciliación se la encomendó a Oscar Parrilli, el «Camarlengo», quien se comunicó telefónicamente con las tres santas que Cristina nunca tuvo en sus oraciones: Alicia Oliveira, Graciela Fernández Meijide y Magdalena Ruiz Guiñazú.
A los tres diablos los mató con la indiferencia. Horacio Verbitsky, Horacio González y Juan Pablo Cafiero recibieron una luz cegadora, un disparo de nieve, diría Silvio Rodríguez.
La tropa de La Cámpora no entendió demasiado por qué ahora no tenían que silbar (tal como hicieron con Bergoglio en Tecnópolis) a esas «gorilas destituyentes», como las llamaban hasta media hora antes.
¿Hay oportunismo berreta o lucidez estratégica en la nueva liturgia de Cristina? ¿Es un astuto intento de apropiación del Papa, como dijo uno de sus fieles empleados, o un cambio definitivo que implica arrepentimiento de sus actitudes agresivas y autoritarias?
Cristina, al principio estuvo al borde del precipicio montada en su ira contra «ese opositor de Bergoglio». Pero frenó a tiempo y dio un giro de 180 grados. Dijo aquí no ha pasado nada. «Yo nunca me enojé con Bergoglio, fue un invento de los medios» y a otra cosa mariposa.
Semejante cabriola borocotista fue rechazada por la elite más informada de la sociedad; pero será leída por el ciudadano común como un gran romance entre el Papa y la papisa.
– 24-03-13 La opinión popular
Un gobierno disparatado: la voltereta vergonzante del cristinismo
La carta de Hebe de Bonafini al Papa Francisco, descubriéndolo ahora como pastor, y la admiración de Luis D’Elía por la foto, «llena de humildad y amor», con la Presidenta en la tapa de Clarín, completaron la voltereta vergonzante del cristinismo desde que se comprobó que la elección de Bergoglio le había caído como un rayo.
Y puso en evidencia la existencia de un gobierno inescrupuloso, disparatado, preso de uno de sus peores momentos políticos y económicos en la carrera hacia octubre, donde Cristina se juega su futuro al frente del poder más allá del 10 de diciembre de 2015.
A la estrambótica saga del caso Bergoglio, la Casa Rosada le ha sumado por estos días nuevos tropiezos en la marcha turbulenta de la economía, en una renovada muestra de que ese sector clave de la administración y de influencia severa en la vida de la gente está en manos de inexpertos absolutos, impedidos para peor de aportar una idea propia por temor a ser desterrados por su implacable jefa.
Ya se sabe, porque las consecuencias están a la vista: Cristina no es Néstor, que, aunque tampoco sabía demasiado de economía, por lo menos tenía la libretita negra con la que controlaba día a día que no se le dispararan las cuatro o cinco variables claves, empezando por el dólar. El ex presidente era un hombre de escuchar y hasta de corregir si era necesario.
Lo de la presidenta es otra cosa. Cristina busca la pintura de un país de fantasía que sólo existe en su imaginación. Y es también la negativa cerril a escuchar que se contradiga una sola de sus directivas, aún cuando a su lado haya funcionarios espantados por el curso de los acontecimientos.
Por ese autismo ancestral que le imprime a su administración, es que la Presidenta tampoco ha escuchado al ala más moderada de su gabinete, que le advierte los peligros de llevar a Scioli a una encerrona financiera de consecuencias impredecibles para la estabilidad social en el principal bastión electoral del kirchnerismo, obsesionada hasta la ceguera por tumbar la carrera presidencial del gobernador y sus chances ciertas de convertirse en una alternativa más racional dentro del propio oficialismo para las elecciones de 2015.
– 24-03-13 La opinión popular
El kirchnerismo y Bergoglio
La designación de Jorge Bergoglio como Papa marca algunos cambios en la política argentina. De ello hablan con elocuencia las piruetas que dio el kirchnerismo antes y después del cónclave.
Primero, aclaremos lo obvio, a la política argentina no la cambia un papa ni un presidente; la cambian las luchas del pueblo. Ahora bien, una cosa es luchar solos, aislados, con nuestras voces ocultadas por todos los sectores de la prensa y del poder, y otra es hacerlo contando con algún acompañamiento. En tal sentido, no es poco para el pueblo argentino que el actual jefe de la iglesia romana sea la misma persona que acompañó a los familiares de las víctimas de Cromañón y de la masacre del ferrocarril Sarmiento; que apoyó a los curas villeros que lidian contra los estragos del paco en las barriadas pobres; en quien organizaciones como la Fundación La Alameda encontró un aliado para denunciar el trabajo esclavo en las textiles y las redes de trata. Desde una perspectiva de clase, la llegada de Bergoglio al papado puede ser un aliciente para los sectores populares. También para los intereses nacionales es un gran paso que el nuevo Papa sea alguien que alzó la voz más de una vez para reclamar la soberanía argentina en Malvinas.
Otra cosa son los planteos de Bergoglio sobre el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto. Desde Río Bravo hemos acompañado con distintas acciones y notas todas las luchas por la despenalización del aborto y festejamos el avance que significó para nuestra democracia la sanción del matrimonio igualitario. Por eso, cada vez que el entonces cardenal abrió la boca para despotricar contra estos temas, estuvimos en la vereda de enfrente. También, para ser sinceros, hay que decir que alguien que tuviera una posición distinta no hubiera llegado a cargos de jerarquía dentro de la iglesia romana y que en estos aspectos, el pensamiento de Bergoglio no es distinto de lo que cree cualquiera de los demás cardenales. De todos modos, no es a ninguna iglesia a quienes debemos arrancar estos derechos, sino al estado que hoy dirige el kirchnerismo.
Piruetas y operetas
“La suerte está echada”, finaliza diciendo el periodista Roman Lejtman en el artículo donde relata los pasos que dio el kirchnerismo a través de Juan Pablo Cafiero, embajador en el Vaticano, para trabar el camino de Bergoglio al papado. Cafiero no pudo lograr una conferencia de prensa para desmentir lo que ya era público: que el kirchnerismo le encomendó una opereta para obstaculizar la designación de Bergoglio, con la complicidad de personajes como Esteban Caselli y aprovechando sus vínculos con Tarcisio Bertone y Ángelo Sodano (quienes en los expedientes secretos del Vatileaks aparecen implicados en el encubrimiento de operaciones de lavado de dinero y de la actuación de religiosos denunciados como pedófilos). Lo que hizo Cafiero fue filtrar entre los cardenales del cónclave un dossier que armó basándose en los artículos de Horacio Verbitsky, quien desde Página12 intentó responsabilizar a Bergoglio de la desaparición de dos monjes jesuitas durante la dictadura.
Verbitsky, que en los primeros años de la dictadura estuvo al servicio de la Jefatura Segunda de Inteligencia de la Fuerza Aérea, a las órdenes de Basilio Lami Dozo, y que en 1979 fue elogiado por el comodoro Ricardo Güiraldes por su “permanente aliento” y colaboración en la escritura del libro El poder aéreo de los argentinos para la fuerza aérea, había denunciado a Bergoglio por complicidad con la represión y por haber entregado a los curas jesuitas Yorio y Jalics, quienes fueron secuestrados y torturados en 1976. Es conocida su experiencia para generar rumores, armar operativos de prensa, preparar “carpetas” para tirarle a la cara de quien se plante frente a sus patrones y levantar figuras mediocres a rangos insospechados.
Ni Verbitsky, ni el embajador en el Vaticano, dijeron el resto de la información: que los dos curas fueron liberados y pudieron salir del país; que Bergoglio declaró sobre este tema en el tribunal Federal que dictó la prisión perpetua para los represores Alfredo Astiz, Jorge “el Tigre” Acosta, Antonio Pernías y Ricardo Cavallo, entre otros; y que no fue acusado por los jueces, quienes entendieron que “los sacerdotes desafiaron con mucha valentía a sus superiores, para seguir actuando frente a un régimen ciego y sangriento”. No sólo no dijeron eso, sino que además Página12 difundió fotografías de un religioso dando la comunión a Videla, favoreciendo el rumor de que ese cura era Bergoglio.
Da mucha bronca la puesta de circulación de tanto bagre podrido, pero sobre todo, alarma el modo en que esto fue reproducido por las más diversas vías, hasta por personas y medios opositores al kirchnerismo sin que mediara la menor duda. Parece que la propagandizada “democratización de la comunicación” no es un antídoto contra la repetición de rumores ni garantiza el juicio crítico en la lectura.
Otro aspecto lamentable de aquella operación de prensa de Verbitsky es que se inició cuando en sus homilías Bergoglio comenzó a señalar la corrupción en el gobierno kirchnerista y se intensificó con el acercamiento del entonces arzobispo de la CABA a los familiares de Cromañon y del Ferrocarril Sarmiento. Los dichos de Verbitsky no sólo fueron usados acríticamente por el dossier de Cafiero, sino que también fueron repetidos por Estela de Carlotto, Luis D’Elía y algunos kirchneristas más.
Aunque ahora digan que fue una mentira más de Clarín, el mote de “diablo con sotana” que Néstor Kirchner acuñó dirigido a Bergoglio existió y fue repetido más de una vez. De aquél “colaborador de la dictadura” al ahora “papa peronista” hay más de un paso. Hay cambios profundos que se producen en el contexto internacional y también en el nacional. Más allá de que José Pablo Feinmann pueda estar gagá, no fue la demencia senil la que lo llevó a la tele a decir sobre las fotos de la presidente lloriqueando en el Vaticano que “aquí se está jugando la apropiación de Francisco”.
Nuestro heideggeriano de la primera hora está enunciando un postulado de estos verdaderos campeones de la cooptación, a quienes su experiencia los ha convencido que toda voluntad es comprable. Claro, lo que en los hechos es un intento de reacomodamiento del kirchnerismo a la nueva situación es enunciado por Feinmann como la demostración de un poder que hoy, la presidente difícilmente tenga.
– Por Claudio Puntel – río bravo
– Nota relacionada:
La histórica hipocresía de Cristina Fernández de Kirchner desde Roma
http://www.salta21.com/La-historica-hipocresia-de.html