Finalmente y tal como se esperaba, en la tarde del jueves 22 de diciembre de 2016, la Cámara de Diputados de la Nación convirtió en ley el segundo proyecto del poder ejecutivo nacional sobre el impuesto a las ganancias.
El primero había sido frenado en la Cámara de Senadores para que se reenviara a comisión, mientras los funcionarios de todos los niveles del oficialismo gobernante hacían lobby con los gobernadores, para que los legisladores dieran el apoyo.
El joven gobernador de Salta Juan Manuel URTUBEY MERA FIGUEROA fue comisionado por el presidente y ofició de macrista subterráneo esgrimiendo la supuesta defensa del presupuesto provincial, para aggiornar a los diputados en la votación.
También defendió casi con histeria que no se debían imponer tributos a las mineras para no perjudicar las inversiones, mostrándose más como un gerente de empresa que como un gobernador. Esta postura no le es extraña, si recordamos que en Julio de 2010 viajó a Canadá con la presidenta Cristina FERNANDEZ, a simpatizarle a Peter MUNK, ofreciendo patente de saqueo bajo el nombre de seguridad jurídica.
Y sin ningún disimulo los mandatarios que acordaron con el gobierno nacional presionaron o negociaron con los legisladores de cada provincia para que avanzara el proyecto. La división de poderes ausente por enésima vez.
Esta conducta –o inconducta según se valore- se entiende perfectamente si se tiene en cuenta que la ley sancionada prevé en su última parte que el gobierno nacional asistirá con ATN (Aporte del Tesoro Nacional) a todas las provincias para paliar sus respectivos déficits locales, a cambio del apoyo al proyecto. Dicho más claramente, se compraron los votos.
Esta política nacional de seguir haciendo pagar a los trabajadores el impuesto, no debe sorprender a nadie. Ya en el mes de Febrero del corriente año 2016 el presidente MACRI fue entrevistado por Radio Cadena 3 de Córdoba (http://www.politicargentina.com/notas 19/02/2016), y en esa oportunidad afirmó que no sacaría el impuesto a las ganancias, lo que puede verificarse en esa página con video incluido.
Ante la insistencia del periodista de que él había prometido lo contrario, la consabida falta de reflejos del ingeniero sólo le dejó responder: “Lo sacaba…dije que aquellos que no pagaban en 2007 no iban a pagar” (no es una broma) El video que menciono verifica sin dudas que lo que esgrimió MACRI fue una grosera mentira más.
Y para que este engendro confiscatorio pudiera sancionarse caminaron juntos la senda del gorilismo vernáculo, los funcionarios de hacienda, los legisladores conversos, los sindicalistas entreguistas, los periodistas comprados, los analistas interesados, los buenos para nada cuida puestitos y los políticos y opinólogos de todas las castas, siempre dispuestos a justificar lo injustificable en su rol de reaccionarios.
Siempre es bueno recordar que la palabra gorila, es un término que se acuñó por casualidad en Argentina -y posteriormente en America Latina- surgido de un programa de radio (La Revista Dislocada), donde se parodiaba a un personaje de la por entonces famosa película “Mogambo”.
En ella un actor que hacía las veces de un ebrio científico alterado, ante cualquier inconveniente o ruido extraño en la selva donde se ambientaba el film, expresaba: “Deben ser los gorilas, deben ser”.
Cuando en 1955 se gestaban golpes de estado contra el gobierno constitucional, y había movimientos extraños en las noches, no tardó el ingenio popular en tomar la parodia radial, para identificar a los que conspiraban para derrocar a Perón. Y así nació el hábito por entonces de llamar a los antiperonistas: gorilas.
Desde entonces el epíteto ha identificado en el ambiente de la política a las personas que se oponen a los movimientos progresistas, encasillando a los antagonistas de los cambios que puedan proponer los partidos de masas, como reaccionarios de derecha.
En este punto resulta atinada la inclusión en estos párrafos de una anécdota familiar. Mi abuelo que fuera toda su vida obrero ferroviario y revolucionario, no por haber tenido poca instrucción formal, dejaba de ser muy despierto y agudo para observar la realidad.
Y siempre me conversaba de los tiempos de la llamada Revolución Libertadora (que el mencionaba como “fusiladora”) y analizaba y me describía al movimiento golpista con mucha inteligencia y en pocas palabras.
Para derrocar al gobierno peronista, desde el primer intento de 1951, el de 1953 y el de Junio de 1955 hasta llegar a Septiembre de ese año, se habían unido todos los integrantes de la fracasada “Unión Democrática” que como alianza electoral había perdido las elecciones en Febrero de 1946.
Y allí se habían rejuntado –textual de mi abuelo- radicales, comunistas, socialistas, demócratas progresistas, demócratas nacionales, conservadores, federaciones universitarias, colegios profesionales, intransigentes, unionistas, el embajador norteamericano y hasta la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
Por lo tanto –concluía el sabio anciano- lo importante para poder ver claramente para donde patea cada personaje, no hay que confundirse en identificar al mismo con los programas de cada uno de sus partidos o agrupaciones –que son todos buenos- sino comprobar en cada caso concreto cómo actúa.
Si el político ante la opción de apoyar medidas de carácter social que benefician a los trabajadores y forman parte del proceso de cambio a favor de las mayorías, termina apoyando al estatus quo de los conservadores que tienen la manija, nada importa que sea radical socialista o comunista, porque irremediablemente será gorila.
La historia institucional argentina –lamentablemente- se repite cíclicamente, y una muestra de ello ha sido el voto mayoritario a un movimiento conservador como el PRO-CAMBIEMOS en las elecciones de Diciembre de 2015, y el apoyo dado –entre otras- a esta ley retrógrada por sectores que se dicen del campo popular, pero que a la hora de los acuerdos, se comportan como gorilas de raza.
A comienzos de los años setenta era común un grafiti –por entonces se llamaba “pintada”- en el que se leía: “Gorilas tiemblen, Perón vuelve” mensaje que la Juventud Peronista esgrimía como bandera de provocación a los sectores conservadores.
Hoy esos mismos sectores de la economía concentrada, la especulación financiera, las multinacionales mineras, los pulpos exportadores de bienes primarios y los rentistas de la bolsa exenta de tributos, han logrado imponer otra vuelta de tuerca para que el ajuste brutal interno de la Argentina sea soportado por los más, que menos tienen.
Hoy no tiemblan, sino festejan. Y hacen mucho ruido. Deben ser los gorilas, deben ser.