Argentina es el tercer exportador mundial de soja y sus derivados. Negocio controlado íntegramente por el clúster cerealero agroexportador.
Jamás el gobierno pensó seriamente en discutir la inmensa cuota de poder que tienen las cerealeras como consecuencia de controlar las exportaciones, manejar las retenciones y generar opinión dentro del modelo agrario de producción que depende fundamentalmente de las compras asiáticas, pero controlada por el manejo discrecional de los Estados Unidos. La tecnología, el pool genético utilizado, los sistemas de fletes marítimos (sus seguros). Todas estas variables son manejadas no por el gobierno nacional sino por las multinacionales. El kirchnerismo sólo se reserva como rival a los productores agropecuarios.
La incapacidad histórica del peronismo en la Argentina para resolver sus problemas, se acentúa hoy con el kirchnerismo, por ser expresión de una burguesía lumpen que encuentra en las cerealeras un respaldo a su gestión. Las cerealeras por su parte necesitan de las ventajas “extraterritoriales” que les otorga la privatización del sistema portuario y el control de la Hidrovía que es el mayor del mundo drenado artificialmente y que tiene una concentración de puertos privados que sumados son los de mayor capacidad operativa del globo.
Hasta aquí, la descripción muy elemental de un modelo dependiente de producción. Pero el argentino no es cualquier modelo. Es el tercero en el mundo detrás de Estados Unidos y Brasil. Todo este complejo desarrollo del sistema capitalista es fundamental para la economía Argentina y sudamericana también, ya que afecta al cuarto exportador mundial que es Paraguay.
Comprendida la escala de trabajo a la que nos estamos refiriendo; no nos debe llamar la atención que lo fundamental de la disputa presidencial se dirima en el PJ, y en provincias como Santa Fe tenga serias posibilidades el cómico Miguel Del Sel. Es que los Scioli, Massa, Macri, incluido el mismo Taiana, pueden ofrecer un abanico de propuestas programáticas, que van desde sostener políticas sociales, pasando por crear ministerios de la mujer y medio ambiente, todos asumen su rol de dirimir una agenda acotada, de cabotaje, a tono con su papel de ser partes del “gobierno transitorio”; pero ninguno se mete con el poder permanente que es claramente extraterritorial y que ejercen los Ceos de las multinacionales.
Es que en los protocolos de gobernabilidad del imperialismo está permitido ser ”verde”, “feminista”, “indigenista”, etc, es probable que incluso reciba financiamiento por parte de alguna fundación; tórnese de color rojo y atente contra sus intereses económicos proponiendo por ejemplo en el caso argentino como primera medida económica la estatización del comercio exterior del sistema agroexportador y será considerado un comunista antidemocrático. Para sorpresa del “amplio espectro progresista” el Imperialismo tiene bien presente que el motor de la historia es la lucha de clases.