De todas las gobernaciones-intendencias que formaban parte del Virreinato del Río de la Plata, la única que apoyó el levantamiento porteño fue la de Salta. ¡Y de qué manera! Entregando de todo lo que tenía, especialmente hijos de la tierra…
– Por Guillermo Solá
¿Cómo hubiese sido el derrotero, y cuál el resultado, de la revolución lanzada en Buenos Aires en Mayo de 1810 si Salta no hubiese adherido? Sabemos que no debemos hacer ucronía, pero… ¿cómo podríamos imaginar la Revolución de Mayo y una lucha por la Independencia, teniendo Buenos Aires que vérselas sola contra todos al mismo tiempo? No sólo contra Córdoba y el Paraguay sino también contra todo el Alto Perú que apresuradamente corrió a solicitarle al Virrey del Perú su anexión y el amparo. Y con una Salta, que abarcaba entonces los territorios actuales de Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy y Tarija. Enorme territorio geográfico y heroico pueblo guerrero.
¿Hubiese logrado Buenos Aires remontar tamaña extensión terrestre habitada por eventuales enemigos a su pronunciamiento? ¿Habría decidido, nomás, Buenos Aires enviar ejércitos auxiliares, que ya no hubiesen sido “auxiliares” sino definitivamente punitivos y conquistadores, sobre las intendencias adversas, o sea sobre todas las intendencias de Virreinato? ¿Lo habría intentado, a pesar de todo? ¿Con qué resultados y a qué costo? En todo caso, después de algunos ensayos con final poco feliz, ¿habría Buenos Aires resuelto abandonar el intento de conquistar todo el Virreinato conformándose sólo con el puerto y la zona inmediata de influencia? ¿Las demás gobernaciones-intendencias del Virreinato del Río de la Plata, como así también el Virrey del Perú, hubiesen permitido que Buenos Aires se independizase sin pagar el costo de una cruenta guerra? Aunque no podemos saberlo, porque no ocurrió así, quién podría convencernos de que, la inmediata aprobación política, la desinteresada colaboración en medios y recursos y el decidido aporte humano y militar de Salta, no fue el oportuno e imprescindible factor positivo que llevaría, luego, al éxito de la Revolución de Mayo de 1810.
A mediados de junio de ese año había llegado a Salta la noticia de lo acontecido y decidido el 25 de Mayo en Buenos Aires. Unos días antes ya lo sabían en Córdoba y ésta preparaba la resistencia. Unos pocos días después la noticia se propagaba por todo el Alto Perú, movilizando fuerzas para acudir en apoyo de Córdoba. Pero tenían que resolver cómo hacían para atravesar Salta que ya estaba indudablemente a favor de Buenos Aires. El realista gobernador Nicolás Severo de Isasmendi no pudo, o no quiso del todo, oponerse a la vigorosa vocación independentista de los salteños, noticia que Calixto Gauna llevó a la Capital en un solo galope de ocho días.
Un joven capitán salteño, recién destinado en la Quebrada de Humahuaca, tenía sobre sus espaldas la responsabilidad, cumplida con éxito, de cortar todas las comunicaciones y ayudas entre los realistas del Alto Perú y los de Córdoba. De manera textual y concreta, Martín Miguel de Güemes fue el primero absoluto en avanzar por la Quebrada de Humahuaca con la Revolución.
Salta (entendiéndose por Salta a toda la gobernación-intendencia, y en especial Jujuy) fue, a partir de 1810, el escenario principal de lo que dio en llamarse La Guerra de la Independencia. El tránsito y ocupación, tanto de ida como de vuelta, de los ejércitos de la patria en sus tres malogradas expediciones auxiliadoras; los avances y retrocesos de los ejércitos españoles de invasión, y el establecimiento permanente de las fuerzas propias y las acciones militares de defensa durante más de once años, fue provocando el paulatino empobrecimiento y el largo sufrimiento y sacrificio de sus habitantes. No obstante, la firme voluntad de su pueblo de todas las condiciones y estratos sociales, pudo más que la adversidad.
Y al comando de todo, el Héroe y Mártir de la Patria, el general Martín Miguel de Güemes. A Güemes le tocó dirigir el gobierno y la guerra en la zona más comprometida de las operaciones bélicas de la lucha por la Independencia, en el territorio más extenso, más pobre, y por el período más prolongado de las acciones militares. Cuando en 1820 San Martín, con el acuerdo total de todos los jefes y oficiales del Ejército del Perú, desde Chile nombra a Güemes General en Jefe del Ejército de Observación sobre el Alto Perú para la maniobra de pinzas sobre el bastión español en Lima, será el Héroe Gaucho el único general y gobernador de provincia, en el todo el territorio de la Patria, que con el Libertador compartirá la estrategia continental. Y será el único que luchará hasta dar su vida, a pesar del abandono del resto de las provincias, ocupadas en sus intereses y en sus guerras fratricidas, principalmente el abandono de Buenos Aires que fue la que iniciara la revolución, allá por 1810. La Patria le debe a Salta, junto con Jujuy, en el espíritu y en los hechos, la fidelidad a la Revolución de Mayo hasta el fin.
Con motivo del pronto advenimiento del 25 de Mayo del año 2010, la República Argentina, a través de un sinnúmero de instituciones históricas, sociales, culturales, y por supuesto desde las fundamentales de la Nación, se apresta a conmemorar, con mucha pompa, el 2º Centenario de la Revolución de Mayo.
A doscientos años de aquella histórica jornada, muy pobre sería cualquier esplendoroso festejo si no nos decidimos a cultivar, definitivamente, el inmenso bagaje de conocimientos, lecciones y experiencias, adquirido luego de tantos años, de tantos ciclos, de tantos desencuentros, incluso de tanta sangre entre hermanos derramada inútilmente en estos últimos dos siglos.
Y digo “cultivar” porque, en realidad, es triste tener que admitir que todavía no podemos hablar de “cosechar”, al menos no de una buena cosecha.
Lo primero que tenemos que hacer los argentinos, en honor al próximo 2º Centenario de Mayo, todos los argentinos, comenzando por los que mayores responsabilidades cargan, es conocer y hacer conocer que el 25 de Mayo de 1810 fue uno de los más importantes hitos en la Historia Argentina, pero no fue en realidad el “big bang”, único, exclusivo, excluyente y determinante de la Independencia Argentina. Desde el puerto suelen olvidarse del Mayo de 1809 en Chuquisaca… y tampoco le prestan la importancia fundamental que tiene el 9 de Julio de 1816. Y menos, aún, a la guerra de la independencia en el norte, la Gesta Güemesiana.
El 2º Centenario es un buen momento para comenzar a integrar, con honestidad y grandeza, la historia común, por lo menos de la parte suroeste de Suramérica (Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay…).
Que sirva para unir en la historia, en los sueños y en las expectativas de los pueblos que habitaron y que habitan en la extensa geografía original.
Que no sea otro operativo exclusivo de Buenos Aires. Que no continúe siendo el dogma totalizador de que el espíritu de emancipación y la lucha libertaria fueron obra sólo de Buenos Aires y sus dirigentes. De lo contrario, por más que los fastos sean etiquetados de “nacionales”, seguirán siendo localistas y porteños.
Es la oportunidad de “federalizar” a la Historia Argentina, y será justicia.
– Revista Sede Salta – Diciembre / 2009